¡°Es un mensaje muy cabr¨®n, de miedo¡±
Compa?eros de Javier Valdez, el ¨²ltimo periodista asesinado en M¨¦xico, recuerdan lo duro que es trabajar en Sinaloa bajo la mira del Gobierno leg¨ªtimo y el 'Gobierno' del narco
Pasadas las 9.30 de la ma?ana, los pelda?os de la entrada a la catedral presentaban un mural de gritos, lamentos y quejidos. Se juntaron alrededor de 200 periodistas. Uno de los m¨¢s veteranos, Jorge Guillermo Cano, responsable de la revista V¨¦rtice, tom¨® la palabra: "Esta es una profesi¨®n que deber¨ªa ser digna y respetada, pero no lo es por los que gobiernan". Era dif¨ªcil saber si se refer¨ªa al Gobierno leg¨ªtimo, el que dirige el Estado de Sinaloa en M¨¦xico, o al de las sombras y los cuernos de chivo, el Gobierno del narco.
En Culiac¨¢n, la capital, la lluvia cae desde la madrugada. Son gotas muy finas, extra?as en esta ¨¦poca del a?o. Se siente el calor de la costa, alejada apenas unos kil¨®metros de la ciudad. Humedad por todos lados.
La marcha acaba de concluir y es casi mediod¨ªa. Los 200 reporteros han alcanzado el Palacio de Gobierno hace un rato, han subido las escaleras, como en la catedral, y han accedido al patio. Muchos llevaban carteles, algunos con la efigie de Javier Valdez, el ¨²ltimo periodista asesinado en M¨¦xico. Otros ped¨ªan justicia, otros culpaban al gobernador leg¨ªtimo, Quirino Ordaz, del PRI. Hab¨ªa uno que cargaba incluso un libro del compa?ero asesinado.
"Tengo que escribir lo que veo y lo que escucho. Tengo que alzar la voz para que sepan que el narco es una plaga", escribi¨® Valdez. Uno de sus compa?eros ha recordado esas palabras durante el recorrido al Palacio de Gobierno. Las ha le¨ªdo en el mismo punto donde ayer lo mataron, junto a un taller de carros y una escuela infantil; a la vuelta de R¨ªo Doce, el semanario que fund¨®, en medio de la calle, junto a un ramo de flores. El mismo lugar en el que ayer le dispararon, al menos, 12 veces.
Javier Valdez era una instituci¨®n en M¨¦xico. Autor de varios libros de cr¨®nica sobre el narcotr¨¢fico en Sinaloa, hace unos meses present¨® el ¨²ltimo, Narcoperiodismo (Aguilar, 2016). Es un texto triste, a veces ligero y otras denso, un compendio de las fatigas y miserias de la profesi¨®n en M¨¦xico: la colaboraci¨®n obligada con el narco en algunos Estados, la represi¨®n silenciosa en otros, lo mal pagado que est¨¢ en todos... En el ep¨ªlogo habla de la guerra en el Estado tras la primera ruptura del cartel de Sinaloa, en 2008. En los a?os siguientes, cuenta, la violencia alcanz¨® niveles desconocidos por la batalla entre las facciones que buscaban el liderazgo. En 2010 se registraron 2.250 asesinatos, a raz¨®n de casi 200 al mes.
Este a?o, tras la segunda ruptura, la tendencia es parecida. Si 2016 termin¨® con 1.161 ejecuciones, en los primeros tres meses de este a?o ya se han registrado casi la mitad.
"Es un mensaje muy cabr¨®n", dec¨ªa este lunes un reconocido periodista de Culiac¨¢n. ?Un mensaje de qu¨¦? "De miedo", aclaraba. Colegas de Javier Valdez se preguntan desde ayer el motivo de su asesinato. ?Fue algo que escribi¨®? ?Algo que no le gust¨® a alguien? En Narcoperiodismo, el autor recuerda los ataques con granadas de fragmentaci¨®n a su propio semanario, Rio Doce, y al diario El Debate en 2008. Tiempos de la primera ruptura. En 2010, unos pistoleros rafaguearon la sede del diario Noroeste en Mazatl¨¢n, al sur del estado. 57 balazos.
En el caso de Noroeste, quiz¨¢ el diario m¨¢s importante de la entidad, fue una represalia por publicar una nota que no gust¨® a uno de los grupos en pugna. Adri¨¢n L¨®pez, su director, cuenta que el diario inform¨® de una balacera en una taquer¨ªa, dos muertos y un herido. El herido, dec¨ªan, era un cliente normal, inocente. A los atacantes no les gust¨® aquello de inocente. Llamaron al diario y dijeron que se trataba de uno de los jefes del bando contrario: de inocente nada. Que ten¨ªan tres horas para rectificar. Los reporteros del peri¨®dico trataron de confirmar el dato con la polic¨ªa. Si era uno de los malos, que la polic¨ªa lo dijera. Pero no lo dijo. Y a medianoche les cayeron a plomo, con cuerno de chivo. "Las balas agujerearon hasta el acero de las vigas", dice Adri¨¢n.
Pero, ?qu¨¦ escribi¨® Javier? ?De verdad fue algo que escribi¨®? ?Algo que public¨® su semanario?
No es ning¨²n secreto que los hijos de Joaqu¨ªn Guzm¨¢n luchan a muerte en Sinaloa con la facci¨®n de D¨¢maso L¨®pez, detenido hace un par de semanas en la Ciudad de M¨¦xico. Apodado El Licenciado, L¨®pez, su hijo y el resto de su gente batallan por la hegemon¨ªa en la organizaci¨®n, tras la detenci¨®n y posterior extradici¨®n de Guzm¨¢n a Estados Unidos. La cuesti¨®n es, ?qu¨¦ significa la hegemon¨ªa? ?El control de la plaza, Culiac¨¢n, Mazatl¨¢n? ?El control de las rutas de hero¨ªna, metanfetamina y mariguana al norte? ?O acaso es una cuesti¨®n de imagen, una pelea por la percepci¨®n, una forma de mostrarse fuertes ante las autoridades, una medida de presi¨®n para negociar?
Lo cierto es que uno y otro bando han cruzado acusaciones a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. Acusaciones que han llegado incluso a la prensa nacional. Y podr¨ªa ser algo que alguien dijo que no gust¨® a otro alguien. Enrevesado, mortal.
La batalla de los narcos ha agarrado enmedio a Javier, el sexto periodista asesinado en M¨¦xico este a?o. Rosa Mar¨ªa Rios, compa?era de Cano en V¨¦rtice, no cree que su muerte implique la ruptura de ning¨²n c¨®digo, ni siquiera un cambio de tono. ¡°Los c¨®digos est¨¢n rotos desde hace a?os. Aqu¨ª el ciudadano com¨²n est¨¢ siendo afectado y no sabemos si hemos tocado fondo o no¡±. Cano a?ade: ¡°La anormalidad se ha normalizado¡±.
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