¡°El ISIS dispara a los civiles que intentan escapar¡±
Los que han huido de zonas bajo control yihadista relatan las terribles condiciones en el califato
¡°Nos fuimos por los bombardeos y porque ya no ten¨ªamos ni agua ni comida¡±, cuenta Shabba Mohamed Salah, que escap¨® del casco antiguo de Mosul el pasado domingo, en el centro de tr¨¢nsito de Hamam al Alil, 30 kil¨®metros m¨¢s al sur. Ella, su nuera y sus nietos se hallan entre los ¨²ltimos civiles en abandonar la capital iraqu¨ª del califato. Pero a medida que se reduc¨ªan las llegadas desde esa ciudad, los campamentos instalados para acoger a quienes huyen de los combates han empezado a recibir un incipiente flujo procedente de Hawija, uno de los ¨²ltimos feudos del Estado Isl¨¢mico?(ISIS) en Irak y la previsible pr¨®xima batalla para las fuerzas gubernamentales.
Una peque?a cl¨ªnica establecida por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) recibe a los desplazados y les ofrece asistencia m¨¦dica. Luego, el personal del Norwegian Relief Committee (NRC), la ONG que gestiona el centro y uno de los campamentos adyacentes (el otro lo lleva el Gobierno iraqu¨ª directamente), facilita agua, comida y colchonetas a los reci¨¦n llegados, a quienes se acomoda en grandes carpas colectivas hasta que se resuelve su destino.
¡°Algunos piden ir a un campo determinado porque tienen familiares all¨ª, pero no siempre es posible; depende de que haya espacio y la mayor¨ªa est¨¢n saturados¡±, declara Melany Markham del NRC. Los dos mares de tiendas de Hamam al Alil, sin ir m¨¢s lejos, se encuentran al tope de su capacidad con un total de 50.000 personas.
Shabba y su familia no tienen preferencia. S¨®lo quieren ¡°un lugar para estar en un campamento, en cualquiera¡±. Tanto su nuera, Alia, de 38 a?os, como su nieta Haifa, de 15, parecen agotadas, pero la matrona se mantiene firme a sus 72 a?os. Han sido cinco meses de bombardeos. Encerradas en casa. ¡°La mayor¨ªa de los edificios resultaron alcanzados y muchos vecinos murieron¡±, relata sentada sobre una estera extendida sobre el cemento. ?Por qu¨¦ no se fueron antes? ¡°Porque no nos dejaban¡±. ?Qui¨¦nes? ¡°Los del Daesh. A quienes intentaban escapar, les disparaban¡±, asegura. S¨®lo cuando lleg¨® el Ej¨¦rcito pudieron salir del agujero en que se hab¨ªa convertido su vivienda.
Todav¨ªa este jueves, tres d¨ªas despu¨¦s de que el Gobierno proclamara que hab¨ªa recuperado Mosul, los soldados han liberado a cinco rehenes yazid¨ªes en la ciudad vieja y sufrido el ataque de dos milicianos suicidas. Al menos tres uniformados han muerto y diez han resultado heridos.
?Qu¨¦ tal les trataron los soldados? ¡°Bien, nos ayudaron y llevaron al autob¨²s que nos trajo¡±. Y sin embargo alrededor suyo existe la sospecha de que estaban con el ISIS. No tienen quejas de la vida bajo la f¨¦rula de los yihadistas. ¡°Nos arregl¨¢bamos vendiendo hielo o verduras¡±, dice de forma vaga. Adem¨¢s, su hijo, el ¨²nico var¨®n adulto de la familia se qued¨® atr¨¢s. ¡°No hemos vuelto a saber nada de ¨¦l¡±. La mirada triste de Haifa indica que teme haber perdido a su padre. Hace tres a?os que no va a la escuela. Algunos de sus hermanos peque?os ni siquiera la han pisado. ?Ha sido duro? ¡°Te acostumbras¡±, responde mientras su abuela apunta que como ya hab¨ªa aprendido la cartilla, ¡°le¨ªa el Cor¨¢n¡±.
La misma sorprendente conformidad se desprende de los relatos de las familias escapadas de Hawija, a 45 kil¨®metros al sur de Kirkuk, poniendo de relieve la ambig¨¹edad tanto del enfrentamiento como de las relaciones entre las distintas comunidades iraqu¨ªes. Un total de 160 personas han llegado desde esa comarca hasta Hamam al Alil en los dos ¨²ltimos d¨ªas. ¡°La situaci¨®n es terrible, no hay comida¡±, denuncia Ahmad Shaab, ojos azules profundamente enrojecidos, que ha dejado atr¨¢s a su familia. ¡°Y nos trataban muy mal¡±, a?ade Abbas Attiyah, que viene acompa?ado de mujer y ocho hijos. Pero la ciudad y sus alrededores fueron tomados por el ISIS en julio de 2014, poco despu¨¦s de Mosul.
¡°Nos dejaban en paz mientras acudi¨¦ramos a la mezquita a rezar, visti¨¦ramos la ropa adecuada y nos dej¨¢ramos la barba¡±, admite Shami Ali, que se hab¨ªa casado unos meses antes y ha tenido dos hijos desde entonces. ¡°Las dificultades¡±, precisa, ¡°empezaron hace justo un a?o cuando el Ej¨¦rcito logr¨® cortar la carretera que un¨ªa Hawija con Mosul¡±, la misma que ahora le ha tra¨ªdo con su familia al centro de tr¨¢nsito. Ha sido la carest¨ªa de los alimentos lo que les ha empujado a irse. Eso y la progresiva reducci¨®n en el n¨²mero de combatientes que controlan la ciudad, posiblemente desplazados a otros frentes.
Con una barba de tres d¨ªas perfectamente recortada y una presencia profesoral acorde con su m¨¢ster en Geograf¨ªa, este hombre de 32 a?os cuenta que a los suyos no les han faltado tomates, verduras e incluso pollo, gracias a la huerta familiar que cuidaban ¨¦l y su hermano. Pero con el kilo de az¨²car a 150.000 dinares (unos 110 euros) y la pastilla de jab¨®n a 15.000, la existencia empez¨® a hacerse dif¨ªcil. Adem¨¢s, sus ni?os crec¨ªan y no quer¨ªa enviarlos a la madraza del ISIS. Ahora, espera poder acabar su doctorado, pero primero quiere encontrar trabajo en Kirkuk, donde estudi¨® y cuya tarjeta de residencia guarda. Con esa ciudad bajo control kurdo y en v¨ªsperas del refer¨¦ndum de independencia, tal posibilidad depende m¨¢s de la pol¨ªtica que de sus habilidades personales.
Separar el trigo de la paja
La batalla contra el ISIS se refleja como un espejo en las entradas y salidas de los campamentos para desplazados. Del mismo modo que cuando se libera una zona dejan de llegar sus habitantes, la afluencia de nuevos contingentes constituye un preludio de la pr¨®xima batalla. Pero antes de llegar al horno en el que se convierten las carpas del ACNUR bajo los 44 ?C que hoy caen sobre Hamam al Alil, hay que pasar el escrutinio del Servicio Nacional de Seguridad (NSS). Sus agentes tienen por objetivo separar el trigo de la paja, es decir, descubrir a potenciales infiltrados del ISIS entre los civiles.
"Nos dan una lista con los nombres de las personas que tienen previamente identificadas y tambi¨¦n hemos recibido entrenamiento para detectar s¨ªntomas de nerviosismo cuando les cacheamos", explica Aisha (nombre supuesto), una mosule?a que inspecciona a las mujeres que llegan al centro de tr¨¢nsito desde donde se les distribuye por alguno de la treintena de campamentos establecidos.
No hay ordenadores, ni lectores de huellas dactilares u otra tecnolog¨ªa. S¨®lo la experiencia humana y Aisha lleva este oficio desde 2004, cuando la entrenaron los estadounidenses. ¡°En mi turno, hemos pillado a dos mujeres de la Hisba [la polic¨ªa femenina del ISIS] desde que empez¨® la ofensiva; en total hemos enviado a la c¨¢rcel a 15 mujeres, incluidas algunas sirias¡±, asegura. Los hombres han sido muchos m¨¢s.
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