Venezuela en el terrible p¨¦ndulo de Russell
El pa¨ªs se hunde en el c¨ªrculo vicioso entre autoritarismo y brotes de caos an¨¢rquico
En su admirable Historia de la filosof¨ªa occidental, Bertrand Russell reflexiona sobre una suerte de tendencia pendular de muchas civilizaciones que, a lo largo de su historia, han pasado de sistemas dogm¨¢ticos/tir¨¢nicos a situaciones ca¨®ticas/an¨¢rquicas y viceversa. Los dos factores son causas desencadenantes rec¨ªprocas, en un c¨ªrculo vicioso perenne a lo largo de siglos. El autoritarismo genera rebeli¨®n. El caos abre paso a la rigidez.
El individualismo descontrolado es obviamente un elemento nocivo para el progreso de las sociedades. En el tiempo moderno, Russell observa dos corrientes de pensamiento para hacer frente a las ¡°formas m¨¢s dementes de subjetivismo¡±. Por un lado, la que define como la doctrina del culto (hasta idolatr¨ªa) al Estado. Hobbes, Rousseau y Hegel representan distintas variantes de esa teor¨ªa, en la que ahondan sus ra¨ªces las experiencias hist¨®ricas de Cromwell, Napole¨®n, los reg¨ªmenes totalitarios del siglo XX y muchas otras.
Por el otro, sostiene Russell, se encuentra la doctrina del liberalismo, que intenta delimitar las esferas correspondientes al Gobierno y al individuo. Comienza en su forma moderna con Locke, que se opone tanto a la libertad absoluta anarcoide como a la autoridad absoluta.
Russell apuntaba a la democracia liberal como elemento capaz de cortocircuitar el dram¨¢tico p¨¦ndulo entre tiran¨ªa y caos. Cuando escribi¨® esas l¨ªneas, publicadas al final de la II Guerra Mundial, no sab¨ªa que dos importantes experiencias validar¨ªan su tesis. En positivo, Alemania, donde el arraigo de la democracia liberal cort¨® el c¨ªrculo vicioso. En negativo, Rusia, donde el fracaso en la implantaci¨®n de ese modelo hizo transitar el pa¨ªs del autoritarismo sovi¨¦tico al caos yeltsiniano y de nuevo al autoritarismo, ahora putiniano.
Venezuela, tristemente, parece instalada en esa dram¨¢tica tendencia pendular que describ¨ªa el gran pensador brit¨¢nico. El chavismo se enroca en el autoritarismo; la protesta cobra intensidad. En el choque, se abren paso crecientes bolsas de caos y anarqu¨ªa. La comunidad internacional no deber¨ªa ahorrar esfuerzos para evitar que la deflagraci¨®n sea completa y que la deriva conflictiva/an¨¢rquica llegue demasiado lejos.
Pero es dudoso que la soluci¨®n pueda llegar desde fuera. Incluso en casos de gran cohesi¨®n de la comunidad internacional como, en circunstancias diferentes, el del Sud¨¢frica del apartheid, hicieron falta un Mandela y un De Klerk. La soluci¨®n real solo puede brotar desde dentro, en Venezuela. Ser¨ªa ¨²til, quiz¨¢, un John Locke contempor¨¢neo en Venezuela. O quiz¨¢, mejor todav¨ªa, un Bertrand Russell, con sus claras cr¨ªticas del totalitarismo sovi¨¦tico, pero tambi¨¦n del imperialismo. Su escepticismo ante los dogmas, pero su profunda humanidad. Su pacifismo y su valent¨ªa a la hora de afirmar opiniones, nunca dictadas por el oportunismo/populismo. Un ¡°campe¨®n sin miedo de la libertad de expresi¨®n y pensamiento¡±, como se le calificaba en la presentaci¨®n de la entrega del Premio Nobel de Literatura del a?o 1950. Har¨¢n falta l¨ªderes con una estatura moral, una valent¨ªa y una claridad de visi¨®n asombrosa para sustraer a Venezuela del agujero negro que la atrae inexorablemente hacia la destrucci¨®n.
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