Tom P¨¦rez, la esperanza latina de los dem¨®cratas
El ¨²nico hispano en el Gabinete de Obama hoy dirige el comit¨¦ central de su partido
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Las batallas nunca se acaban. S¨®lo se postergan. Lo saben bien los generales. Tras cualquier victoria o derrota, viene la reorganizaci¨®n y el contragolpe. En EE UU, el descalabro que sufrieron el 8 de noviembre pasado los dem¨®cratas fue profundo e inesperado. Durante meses casi nadie crey¨® que el multimillonario cat¨®dico pudiese vencer a Hillary Clinton. Pero ocurri¨®, y de las cenizas emergi¨® un partido perplejo que ahora, bajo el mando de Tom P¨¦rez (B¨²falo, Nueva York, 1961), busca recuperar la iniciativa.
El objetivo es complejo. Donald Trump desborda la escena y quiere concurrir a un segundo mandato. Como presidente del Comit¨¦ Nacional Dem¨®crata, el trabajo de P¨¦rez no consiste en rivalizar con el republicano, ni responder a sus latigazos diarios; su meta es comandar el contragolpe desde las candidaturas. Primero las parlamentarias, y luego las presidenciales.
En un modelo como el americano, donde prima la persona sobre la estructura, su capacidad de maniobra no es comparable a la de los secretarios generales europeos, pero bien dirigido es un arma mortal. Un puesto clave de la oposici¨®n, que el n¨²cleo duro de Barack Obama evit¨® que cayera en manos de un protegido del izquierdista Bernie Sanders.
Fue una apuesta de riesgo. P¨¦rez no es un estratega, tampoco un especialista electoral. Pero dispone de una cualidad innegable. Es un progresista en estado puro. El primer hispano en ocupar el puesto. Alguien claramente identificable desde cualquier trinchera dem¨®crata y que es aceptado por el establishment, por muchos seguidores de Sanders y por los grupos de presi¨®n latinos y negros. Todo en uno.
Trabaj¨® como recogedor de basuras para costearse la carrera de Derecho en la Universidad de Brown
Esa personalidad polivalente es el destilado de largos a?os de lucha. En su vida, P¨¦rez ha sido el primero en muchas cosas. Hijo de exiliados dominicanos, se crio como el menor de cinco hermanos en B¨²falo, una ciudad de fuerte influencia canadiense. Su destino, como casi todos en su familia, era ser m¨¦dico, pero su espanto ante las operaciones le llev¨® por otros derroteros.
Muerto su padre de un infarto cuando ¨¦l ten¨ªa 12 a?os, la familia atraves¨® dificultades y ¨¦l mismo coste¨® su carrera. Admitido para estudiar Derecho en la Universidad de Brown, trabaj¨® como recogedor de basura para pagarse los cursos (11.000 d¨®lares el a?o). Despu¨¦s se titul¨® con las m¨¢ximas notas en la Escuela de Leyes de Harvard y en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy.
Hecho a s¨ª mismo, empez¨® una carrera que le llev¨® a asesorar al senador Ted Kennedy y a asistir a la fiscal general Janet Reno. Siempre bajo la ¨¦gida dem¨®crata, el primer fogonazo de gloria le alcanz¨® tras la victoria de Obama, cuando se hizo cargo de la Divisi¨®n de Derechos Civiles del Departamento de Justicia. Una unidad de gran poder simb¨®lico y desde la que P¨¦rez libr¨® batallas que hicieron vibrar a la naci¨®n.
La primera fue su enfrentamiento a los grandes bancos hipotecarios. Su acci¨®n result¨® decisiva y, bajo la amenaza de acciones judiciales, los oblig¨® a cerrar acuerdos de devoluci¨®n por m¨¢s de 650 millones de d¨®lares. Su otro gran golpe vino cuando se enfrent¨® al xen¨®fobo y medi¨¢tico sheriff de Manicopa, Joe Arpaio, al que acus¨® de imponer patrones racistas contra los latinos. El pulso, en pleno a?o electoral, le valid¨® como palad¨ªn de los derechos civiles.
No es un estratega, tampoco un especialista electoral, pero es un progresista en estado puro
Cat¨®lico y jaleado como un h¨¦roe por la comunidad latina, cuando Obama renov¨® mandato, fue nombrado secretario de Trabajo y asumi¨® la antorcha de ser el ¨²nico hispano en su Gabinete. ¡°La historia de Tom nos hace recordar la promesa de este pa¨ªs; si trabajas duro, sin importar qui¨¦n eres, de d¨®nde vienes o cu¨¢l es tu apellido, puedes triunfar¡±, dijo Obama.
Durante cuatro a?os fue un alfil del presidente y mantuvo excelentes relaciones con Clinton. Su lealtad fue recompensada despu¨¦s del desastre del 8 de noviembre. Gan¨® con facilidad la presidencia del partido, pero se ha topado con un panorama oscuro. El mapa electoral ha saltado por los aires y el tiempo corre en contra. El 6 de noviembre de 2018 se renuevan toda la C¨¢mara de Representantes, un tercio del Senado y 39 gobernaturas.
¡°Su problema es que el voto est¨¢ escorado hacia el lado republicano. Pese a que Trump perdi¨® por dos puntos en las presidenciales, gan¨® en 30 Estados mientras que Clinton s¨®lo en 20. Esto implica que 60 de los 100 senadores proceden de Estados donde triunf¨® Trump. A su vez, el esca?o medio de la C¨¢mara de Representantes corresponde a circunscripciones en las que venci¨® Trump por m¨¢s de tres puntos¡±, detalla el experto Kyle Kondik.
La brecha es grande y superarla enfrenta otro escollo. En la derrota de Clinton fue decisiva la fuga de voto. Un estudio del think-tank progresista The Third Way revela que seis millones de personas que apoyaron a Obama en 2012 auparon a Trump en 2016.
Bajo estas condiciones, la batalla ser¨¢ dura. A P¨¦rez le exigen que recaude fondos y que siga de cerca las evoluciones de La Resistencia, el poderoso e imprevisible movimiento civil surgido como contestaci¨®n a Trump. Entretanto, se ha activado una campa?a para recuperar apoyos con la promesa de subidas del salario m¨ªnimo y programas de salud. Los resultados a¨²n son imperceptibles, pero las esperanzas est¨¢n ah¨ª. ¡°La buena noticia para ellos es que elecciones como las de 2018 normalmente se resuelven a favor del partido que no gobierna la Casa Blanca, particularmente si un presidente es impopular¡±, dice Kyle.
Ganar o perder. Esa ser¨¢ la vara de medir de P¨¦rez. Tiene apenas 15 meses para preparar el asalto. Su enemigo le espera. Se llama Trump y no suele darse por vencido.
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