Soldados sin armas en un polvor¨ªn de ?frica
La ONU advierte de los riesgos de genocidio en Rep¨²blica Centroafricana, mientras militares espa?oles tratan de formar al Ej¨¦rcito, mermado por el embargo en la compra de armamento
La paradoja es terrible: primero, un informe detallado de un equipo de trabajo de la ONU alert¨® recientemente de que las armas llegan sin freno, a la vista de todos, a las milicias de Rep¨²blica Centroafricana. Lo hacen desde sus vecinos Chad, Sud¨¢n del Sur y Congo. La advertencia coincide con una escalada de la violencia en el pa¨ªs que ha dejado decenas de muertos, entre ellos personal de Cruz Roja, en algunos de los frentes en los que chocan, entre otros, musulmanes y cristianos. Segundo, para completar la paradoja, una fuerza europea de entrenamiento, comandada por el general espa?ol Fernando Garc¨ªa Bl¨¢zquez, trata de formar al Ej¨¦rcito regular centroafricano desde la capital, Bangui. Problema: no tienen armas para desplegarse debido al embargo internacional impuesto y renovado desde 2013, a?o en el que el pa¨ªs se asom¨® al abismo, con miles de muertos en las calles a fuego y cuchillo.?
El equipo de la ONU va al detalle: en enero de 2017, 18.000 cartuchos viajaron en barco desde Yakoma, en Congo, hasta Bema, en Rep¨²blica Centroafricana, zona controlada por la Uni¨®n para la Paz en Centro¨¢frica, una milicia formada por antiguos combatientes Seleka, en su mayor¨ªa musulmanes. Ese mismo mes, contin¨²an los investigadores de la ONU, un jefe antibalaka, esto es, un l¨ªder de la guerrilla formada en gran medida por cristianos, se hizo con municiones de mortero en la frontera con Chad. Tambi¨¦n por ese paso, otra milicia de ex-Seleka, el Frente Popular para el Renacimiento de Centro¨¢frica, se procur¨® una buena partida del mismo tipo de proyectil. "Es mucho m¨¢s f¨¢cil", apunta al tel¨¦fono Garc¨ªa Bl¨¢zquez, "armar a las milicias que al Ej¨¦rcito".
La fotograf¨ªa de Rep¨²blica Centroafricana (4,6 millones de habitantes), uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, es enrevesada: en primer plano, la batalla entre milicias formadas por cristianos (son mayor¨ªa en el pa¨ªs) y musulmanes (un 15% de la poblaci¨®n profesa el islam). De fondo, un conflicto entre grupos armados de diferentes etnias, con gran presencia de hombres, dinero y armas del extranjero y el componente letal en muchos de los pa¨ªses vecinos de la regi¨®n: la disputa de la tierra y sus minerales, entre ellos, el oro y el diamante. "No es un problema religioso", apostilla el general espa?ol, "es multipolar".
Pero la religi¨®n cuenta en el d¨ªa a d¨ªa de esta nueva escalada de violencia. Precisamente junto a la frontera con Congo, en Bangassou, trabaja como obispo de la di¨®cesis el espa?ol Juan Jos¨¦ Aguirre. La pasada semana, Aguirre envi¨® al Vaticano una retah¨ªla de mensajes de lo que estaba pasando en la zona. Uno dec¨ªa: "Han atacado una misi¨®n a 75 kil¨®metros de Bangassou, llamada Gambo. Han degollado a varios hombres y ni?os. Todo est¨¢ muy inquieto. Los j¨®venes musulmanes no escuchan a nadie y quieren pelear y se sientan justo delante de la catedral, para que nadie pase...". El siguiente era m¨¢s preocupante: "En Gambo llegaron los antibalaka y echaron a los Seleka anteayer, pero ayer entr¨® la Minusca [misi¨®n de la ONU en el pa¨ªs] egipcia y echaron a los antibalakas, con lo que los Seleka volvieron y cortaron una decena de gargantas".
Aguirre, contactado por este diario, cuenta que ya nadie entra en la catedral de Bangassou, que las matanzas corren de un lado a otro, que la lucha es desigual por el apoyo que reciben las milicias de musulmanes del exterior y que a ¨¦l le llueven las amenazas de muerte por proteger a unos y otros. Relata precisamente como sirvi¨® en mayo de escudo frente a un grupo de pistoleros que atacaban una mezquita de Bangassou: "Las balas nos pasaban rozando hasta que llegaron los de la Minusca portugueses". Lograron, ¨¦l y otros religiosos, salvar la vida de alrededor de 2.000 personas.
Se?ales de genocidio
La Minusca tiene 12.500 efectivos desplegados en el pa¨ªs centroafricano. Pero no son suficientes. ¡°Hacen lo que pueden¡±, reconoce el general Garc¨ªa Bl¨¢zquez. Ante esta deficiencia, la ONU se plantea enviar m¨¢s hombres. Uno de sus portavoces, el jefe de la secci¨®n humanitaria, Stephen O¡®brien elev¨® en esta semana la alerta al se?alar que hay indicios de ¡°genocidio¡± a medio plazo. Tambi¨¦n se hicieron advertencias similares tras el estallido violento de finales de 2013 entre milicias cristianas y musulmanes. Cuatro a?os despu¨¦s, 600.000 personas permanecen desplazadas de sus hogares dentro del pa¨ªs y otras 480.000 han huido a los pa¨ªses vecinos.
La fuerza de entrenamiento europea (EUTM CAR) cuenta con 170 militares, de los que 29 son espa?oles. ¡°Queremos hacerles [a los militares centroafricanos] autosuficientes¡±, explica Garc¨ªa Bl¨¢zquez. Y para eso trabajan en Bangui con el objetivo de formar tres batallones completos (de unos 600 soldados cada uno). El reto es may¨²sculo. De unos 7.000 efectivos con los que cuenta el actual Ej¨¦rcito, se estima que solo hay armas para un cuarto de ellos. Las milicias que pusieron patas arriba la capital en diciembre de 2013 tomaron cuarteles y arsenales. De ah¨ª la prohibici¨®n internacional de venta de armas. ¡°El embargo de la ONU afecta a todo el pa¨ªs¡±, se?ala el general espa?ol. Esto es, afectar¨ªa a todas las partes, pero de las milicias, unas 14, no se espera que lo respeten. ¡°El que cumple la resoluci¨®n tiene las de perder¡±.
Los militares espa?oles, que cuentan con una excelente imagen en el pa¨ªs, mejor sin duda que la dejada por las tropas francesas desplegadas hasta el pasado a?o y sobre las que pesaron acusaciones de abusos a menores, colaboran adem¨¢s en un programa de reinserci¨®n de combatientes, coordinado por la Minusca, junto al Ejecutivo del actual primer ministro, el cristiano Faustin Archange Touad¨¦ra.
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