El valor de perdonar a los asesinos
El Pont¨ªfice re¨²ne en un gran acto de reconciliaci¨®n en Villavicencio, lugar estrat¨¦gico de las FARC, a v¨ªctimas, antiguos guerrilleros y Ej¨¦rcito
El 7 de abril de 2002 las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia detonaron un coche que se llev¨® por delante a 11 personas en Villavicencio. Un mes despu¨¦s, un cilindro relleno de explosivos lanzado sin control impact¨® sobre la iglesia de Bojay¨¢, en el departamento del Choc¨®, y murieron al menos 79 personas de comunidades negras refugiadas en el interior del templo durante el combate que la guerrilla y los paramilitares libraban en el exterior. Dos de tantas carnicer¨ªas propiciadas por el conflicto armado en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Pero ayer, v¨ªctimas de ambos sucesos, tambi¨¦n militares, miembros del ELN y de las FARC, acompa?aron al Papa en un enorme acto de reconciliaci¨®n en Villavicencio. Todo un prodigio de funambulismo pol¨ªtico y emocional en el que Francisco, durante una multitudinaria misa ¡ª400.000 personas, seg¨²n las autoridades¡ª y un gran acto de reconciliaci¨®n ante 6.000 v¨ªctimas, pidi¨® a los asistentes que perdonen a sus agresores para alcanzar la paz definitiva.
En su segunda etapa en el viaje a Colombia, el Papa quer¨ªa estar con los que todav¨ªa portan heridas del conflicto. En Villavicencio, a 85 kil¨®metros de Bogot¨¢, abundan las cicatrices de las FARC, del ELN y de las AUC. Como las de Deisy S¨¢nchez Rey -reclutada a los 16 a?os por la guerrilla y hoy psic¨®loga- o Pastora Mira -a quien asesinaron a su padre, a su primer esposo, a sus dos hijos primero y, luego a su hija tras un largo secuestro- que relataron su testimonio junto a otras dos v¨ªctimas y se mostraron dispuestos a perdonar en el gran acto de la tarde, que presidi¨® el Cristo destrozado -"roto y amputado", en palabras del Papa- por la masacre de Bojay¨¢. Una espectacular puesta en escena sobre los l¨ªmites temporales y morales del perd¨®n.
A las v¨ªctimas se dirigi¨® tambi¨¦n en la misa de la ma?ana, en la que realiz¨® una defensa de la mujer frente a la violencia de g¨¦nero, la ecolog¨ªa e invoc¨® la sangre de los inocentes derramada en esta regi¨®n. El odio no tiene la ¨²ltima palabra, les dijo. ¡°La reconciliaci¨®n no es una palabra abstracta; si eso fuera as¨ª, s¨®lo traer¨ªa esterilidad, m¨¢s distancia. Reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dram¨¢tica realidad del conflicto. Cuando las v¨ªctimas vencen la comprensible tentaci¨®n de la venganza, se convierten en los protagonistas m¨¢s cre¨ªbles de los procesos de construcci¨®n de la paz¡±.
Pero a muchas v¨ªctimas ¡ªtambi¨¦n lo fueron Pedro Mar¨ªa Ram¨ªrez Ramos y Jes¨²s Emilio Jaramillo, los dos sacerdotes que el Papa beatific¨® por la ma?ana¡ª la palabra reconciliaci¨®n todav¨ªa suena a a injusticia. A dejar pasar. Tambi¨¦n aludi¨® a ello el Papa, consciente de que ese es ahora el caballo de batalla. ¡°Esto no significa desconocer o disimular las diferencias y los conflictos. No es legitimar las injusticias personales o estructurales. El recurso a la reconciliaci¨®n no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia. La reconciliaci¨®n, por tanto, se concreta y consolida con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer la esperanza. Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliaci¨®n ser¨¢ un fracaso¡±, se?al¨® en la gran misa campal en la explanada de Catama, en el departamento del Meta, la regi¨®n con el mayor n¨²mero de v¨ªctimas en conflicto y que tras el acuerdo con las FARC acoger¨¢ tambi¨¦n una gran concentraci¨®n de ex guerrilleros.
A los victimarios ¡ªcomo llaman aqu¨ª a aquellos que infligieron la violencia contra civiles¡ª se les ha pedido verdad. Pero en algunos sectores de Colombia se echa en falta que se les exija arrepentimiento y reparaci¨®n. A Birleida Ballesteros, una hermosa mujer negra con tres hijos, la violaron, asesinaron a su marido el 1 de abril de 2007, secuestraron a su hermano peque?o para entrenarlo militarmente y lo enfrentaron a su familia. Ella tuvo que marcharse de Antioquia y hoy vive en Bogot¨¢. No qued¨® nada, se?ala vestida de blanco, como el resto de v¨ªctimas que participaron ayer en el acto. ?Afrontar el perd¨®n? ¡°Es muy duro, pero no imposible. El peso que siente uno es agotador. Me gustar¨ªa perdonar con tal de que mis hijos no vivan lo que vivimos nosotros. Solo si ellos de verdad se arrepienten. Pero a veces pienso que piden perd¨®n obligados", relata a este peri¨®dico.
Villavicencio fue un lugar estrat¨¦gico para las FARC en la entrada de los Llanos, muy cerca del departamento de Caquet¨¢, regi¨®n donde la guerrilla edific¨® un feudo inexpugnable. Un cruce de caminos en el que basaron tambi¨¦n el negocio de narcotr¨¢fico con miles de plantaciones de coca. Un fen¨®meno, sin embargo, que no ha terminado. De hecho, desde 2015 a 2016 se pas¨® de 96.000 hect¨¢reas cultivadas a 146.000, seg¨²n la ONU. En parte, porque el Gobierno prometi¨® compensar a aquellos cocaleros que abandonasen el cultivo y, parad¨®jicamente, muchos se metieron en ello, animados por las FARC, para acceder a dichas ayudas. Ellos, a quien el Papa tambi¨¦n se ha referido durante su viaje, son otra de las inc¨®gnitas que todav¨ªa plantea este largo proceso.
Las FARC piden el perd¨®n del Papa por el da?o causado
El l¨ªder de las FARC, Rodrigo Londo?o, Timochenko, pidi¨® ayer en una carta abierta que el papa Francisco le perdone por el da?o causado. "Sus reiteradas exposiciones acerca de la misericordia infinita de Dios, me mueven a suplicar su perd¨®n por cualquier l¨¢grima o dolor que hayamos ocasionado al pueblo de Colombia o a uno de sus integrantes", escribe Timochenko, cuyo grupo insurgente se convirti¨® oficialmente la semana pasada en partido pol¨ªtico.
¡°Dirijo una organizaci¨®n que ha dejado las armas y se reincorpora a la sociedad despu¨¦s de m¨¢s de medio siglo de guerra¡±, asegura Timochenko, quien adem¨¢s habla de arrepentimiento. ¡°Nos anima el prop¨®sito de perdonar a quienes fueron nuestros enemigos y tanto da?o hicieron a nuestro pueblo, cumplimos el acto de contrici¨®n indispensable para reconocer nuestros errores y pedir perd¨®n a todos los hombres y mujeres que de alg¨²n modo fueron v¨ªctimas de nuestra acci¨®n¡±.
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