Paz y nepotismo, el legado de la primera presidenta africana
Ellen Johnson Sirleaf ha guiado a Liberia hacia paz pero tras haber colocado a sus hijos en puestos clave
¡°Si has sido mordido por una serpiente, cuando ves un gusano empiezas a correr¡±. Con gafas de sol y la misma camiseta blanca que sus compa?eras ¡ªun par de centenares de?Mujeres de Liberia Acci¨®n Masiva para la Paz (WLMAP)¡ª Leymah Gbowee acude a este proverbio para explicar por qu¨¦ las mujeres llevan un mes invocando a la paz y por qu¨¦, en v¨ªsperas de unas elecciones hist¨®ricas, cantan y claman para que el pueblo liberiano recuerde el pasado reciente: la guerra. Gbowee es la activista liberiana que en 2011 gan¨® el Premio Nobel de la Paz junto a la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, que ahora llega al final de su mandato.
Liberia vota este martes para decidir qui¨¦n debe tomar el relevo de Ellen Johnson Sirleaf,?en un delicado examen de la salud de un pa¨ªs que hace solo catorce a?os que ha salido de una guerra que dej¨® 250.000 muertos y en la que 38.000 ni?os empu?aron armas como soldados. ¡°No hay un factor de miedo pero estamos haciendo construcci¨®n de paz proactiva y preventiva¡±, dice Gbowee. Hace 73 a?os que Liberia no conoce un cambio de poder de forma pac¨ªfica.
La huella que deja Ellen Johnson Sirleaf, la primera mujer que ha llegado a ser presidenta en ?frica, es compleja como la historia de Liberia; tiene luces y sombras. ¡°Ella restaur¨® la paz y la estabilidad en Liberia y la ha mantenido durante 12 a?os, este es su gran legado¡±, explica Rodney Sieh, editor del peri¨®dico liberiano Frontpage. ¡°Sin embargo, internamente ha habido muchos problemas de nepotismo y corrupci¨®n, adem¨¢s de amenazas a la libertad de prensa¡±, a?ade.
Entre los esc¨¢ndalos de nepotismo est¨¢ el nombramiento de su hijo Charles Sirleaf como vicegobernador del Banco Central de Liberia o la posici¨®n de su otro hijo Robert como presidente de la Compa?¨ªa Nacional de Petr¨®leo de Liberia ¨CNOCAL-. Charles estuvo entre los 45 oficiales del Gobierno suspendidos en 2012 por no declarar sus bienes a las autoridades anticorrupci¨®n.
A sus 78 a?os, Sirleaf deja una Liberia con una econom¨ªa cuatro veces mejor que en 2005, cuando lleg¨® al poder, pero sigue siendo uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, con las carreteras en mal estado y un sistema de salud que se desbord¨® durante la epidemia del ¨¦bola.
¡°Le agradecemos a la presidenta que nos haya sacado de la guerra, pero ahora necesitamos un cambio¡±, dice un vendedor de cr¨¦dito para el tel¨¦fono en el barrio popular de Duala, a las afueras de la capital. ?l y su grupo de amigos, entre el bullicio del mercado, se declaran seguidores de George Weah, el ¨²nico futbolista africano que ha ganado un Bal¨®n de Oro y que ahora se posiciona como uno de los favoritos en las elecciones.
"Sirleaf deja una sociedad estable, revitalizada y con nueva energ¨ªa¡±, dice Ibrahim Al Bakri Nyei, analista liberiano. Ibrahim fue refugiado, como tantos miles de liberianos, y se educ¨® de manera intermitente entre huidas y escenas de conflicto. ¡°Ahora, tendr¨¢ que responder a las alegaciones por corrupci¨®n y mala conducta, no pueden ser barridas bajo la alfombra¡±. Sin embargo, la gran victoria de Sirleaf para Liberia ser¨¢n ¡°unas buenas elecciones¡±.
En el centro de la capital, Monrovia, un grupo de vagabundos deambula con olor a alcohol. A Moises, que empez¨® la guerra con 15 a?os, le falta una pierna: ¡°?Qu¨¦ ha hecho ella por nosotros? Salimos de la guerra pero estamos en la calle, mendigando para poder comer. Voy a votar, espero que sirva para traer, por fin, alg¨²n cambio¡±.
Las mujeres tuvieron un rol fundamental en promover el final de la guerra. El movimiento de Leymah Gbowee,?WLMAP, se manifest¨® y presion¨® al entonces presidente Charles Taylor para que negociara. Su fuerza llev¨® a Sirleaf, una mujer, a ser la primera en gobernar un pa¨ªs africano. Sin embargo, seg¨²n Gbowee, su compa?era de Nobel, la presidenta Sirleaf ¡°no ha hecho mucho por los derechos de las mujeres¡±. "Si bien rompi¨® el techo de cristal, y hay que reconocerlo, sus pol¨ªticas no han cambiado problem¨¢ticas fundamentales de g¨¦nero¡±.
¡°Hab¨ªa muchas expectativas, pero la presidenta Sirleaf no ha sido feminista¡±, dice Gbowee, recordando las declaraciones de Sirleaf tildando el feminismo de extremismo. ¡°Entonces, yo soy orgullosamente extremista¡±, concluye.
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