AfD, la ultraderecha que resquebraja el consenso federal
El voto protesta y su uso de los temas candentes han aupado a Alternativa para Alemania
Unas semanas despu¨¦s de las elecciones, Alemania todav¨ªa se encuentra estupefacta. No ya por el hecho de que todos los socios de la Gran Coalici¨®n (CDU, CSU y SPD) gobernante entre 2013-2017 hayan sido duramente castigados por los votantes. Tampoco se debe a que Angela Merkel tenga problemas para formar Gobierno tras su agridulce victoria. La ra¨ªz del desconcierto radica en la impetuosa entrada del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) en el Bundestag, el parlamento federal alem¨¢n. A continuaci¨®n nos centramos en dos ¨¢reas clave para analizar y comprender las implicaciones del ¨¦xito electoral de la fuerza ultraderechista: primero, el marco institucional, y en segundo lugar, la campa?a electoral y las caracter¨ªsticas del votante de la AfD.
Marco institucional
La progresista constituci¨®n de la Rep¨²blica de Weimar (1919) se considera un hito en la historia del constitucionalismo contempor¨¢neo. Sin embargo, en un contexto dominado por los grand¨ªsimos conflictos internos, una grave crisis econ¨®mica y polarizaci¨®n social, la toma de poder por parte de Adolf Hitler y los nacionalsocialistas supuso el fin del primer intento de establecer un r¨¦gimen democr¨¢tico liberal en Alemania. A fin de evitar fracasos similares, unos de los principios rectores de la pol¨ªtica alemana desde la Segunda Guerra Mundial es la ¡°Wehrhafte Demokratie¡±, o democracia militante, que defiende de un modo activo el orden democr¨¢tico liberal. As¨ª, la democracia no puede ser abolida por ley o por una mayor¨ªa de los votos. En el supuesto de que se desarrollen actos que contravengan este orden, el Estado puede actuar preventivamente contra los individuos o grupos (sean partidos, asociaciones u organizaciones). Bajo esta l¨®gica, el Estado ilegaliz¨® dos partidos pol¨ªticos en los a?os 1950, uno neonazi (Sozialistische Reichspartei Deutschlands) y otro de extrema izquierda (Kommunistische Partei Deutschlands). En cambio, el proceso de ilegalizaci¨®n del ultra-derechista NPD fracasar¨ªa medio siglo despu¨¦s debido a la infiltraci¨®n ilegal de agentes estatales en las filas del propio partido.
Desde la Segunda Guerra Mundial y hasta hoy, han existido dos consensos a nivel federal que se derivan del principio de democracia militante. Por un lado, la extrema derecha es marginal y marginada. Si bien fuerzas ultras como Los Republicanos o la NPD han obtenido representaci¨®n en algunos L?nder a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas, su relevancia ha sido poco menos que testimonial y raramente han superado una legislatura. Por otra parte, no se hacen coaliciones integradas por el partido Die Linke (antes PDS) a nivel federal. Mientras que esta fuerza post-comunista ha gobernado algunos L?nder, incluso con el apoyo de partidos en el espectro ideol¨®gico de la izquierda como los socialdem¨®cratas de SPD o los Gr¨¹nen (Los Verdes), el consenso reinante ha excluido a Die Linke del poder. As¨ª se explica la no-conformaci¨®n de una coalici¨®n de izquierdas en 2013, cuando SPD, Los Verdes y Die Linke copaban 320 de los 631 esca?os en la c¨¢mara federal.
Dado este r¨ªgido marco institucional, es¡ª y ser¨¢¡ª arriesgado para la AfD desarrollar acciones que atenten abiertamente contra el orden democr¨¢tico liberal de la Alemania federal. No sorprende pues que, al menos en p¨²blico, una parte de las ¨¦lites y bases electorales de la AfD renieguen de su identificaci¨®n con la ultraderecha. Dentro de esta ambig¨¹edad, uno de los l¨ªderes del partido, Alexander Gauland, manifest¨® durante la propia noche electoral que la AfD aspira a ¡°recuperar nuestro pa¨ªs y nuestro pueblo¡±.
Campa?a electoral y perfil del votante de la AfD
De acuerdo con los an¨¢lisis post-electorales de la televisi¨®n p¨²blica alemana (ARD), el argumento que asocia voto a la AfD con la pobreza y la privaci¨®n de renta no parece consistente, pues s¨®lo el 23% de los votantes de la fuerza ultra se declaran insatisfechos con su situaci¨®n econ¨®mica.
Dos argumentos interrelacionados ayudan a entender mejor el auge de la AfD: el voto protesta y, paralelamente, el posicionamiento de la AfD con respecto a temas candentes. De acuerdo con la ARD, menos de uno de cada tres votantes de la AfD habr¨ªan dado su apoyo por convicci¨®n partidaria, y seis de cada 10 habr¨ªan actuado impulsados por la decepci¨®n con los partidos restantes. El 14 de abril de 2013, la AfD celebra su congreso fundacional, y avanza un programa cimentado sobre la disoluci¨®n de la zona euro. La opini¨®n p¨²blica alemana era abiertamente partidaria de las pol¨ªticas de austeridad impuestas en los estados del sur de Europa para¡ª supuestamente¡ª contener los niveles de deuda y d¨¦ficit p¨²blicos, por mucho que se vieran acompa?adas por elevados niveles de resiliencia y contestaci¨®n popular en dichos pa¨ªses.
En el marco de la Gran Coalici¨®n, sobre todo la CDU ha adoptado una postura moderada con respecto a temas como la energ¨ªa nuclear o la crisis de los refugiados. Al tiempo que apelaba al votante mediano, los democristianos han ido dejando el flanco m¨¢s conservador y tradicionalista despejado. Y la AfD ha aprovechado esta oportunidad. Sin dejar de lado el componente eur¨®fobo, la alternativa ultraderechista ha fijado una posici¨®n fuerte con respecto a ¡ªy centrando su campa?a en¡ª varios de los temas que m¨¢s preocupan a los alemanes.
En una encuesta de Infratest Dimap previa a los comicios electorales, se le pidi¨® a los encuestados que completasen la frase ¡°me preocupa (que)¡¡± con m¨²ltiples respuestas. Un 70% ha afirmado que ¡°la sociedad se divida cada vez m¨¢s¡±, un 62% ¡°el incremento de la criminalidad¡±, un 46% que ¡°la influencia del Islam en Alemania sea demasiado fuerte¡± y un 38% que ¡°demasiados extranjeros vengan a Alemania¡±. As¨ª pues, la gesti¨®n de la ¡ªpor otra parte, menguante¡ª crisis de los refugiados no explica por s¨ª sola el auge de la AfD. Si bien el 60% de votantes de la fuerza ultra apuntan que la ¡°inmigraci¨®n y refugiados¡± han sido una motivaci¨®n importante a la hora de decantar su voto, el ¡°terrorismo¡± (69%) o la ¡°criminalidad¡± (61%) son aspectos tan o m¨¢s apremiantes, que los populistas han sabido capitalizar.
De hecho, la AfD ha movilizado a votantes procedentes de diversos partidos. Si bien casi un mill¨®n son anteriores votantes de la coalici¨®n democristiana CDU/CSU, parte de los apoyos electorales del socialdem¨®crata SPD y del post-comunista Die Linke han migrado hacia la fuerza ultraderechista (470.000 y 400.000, respectivamente). No obstante, la mayor¨ªa de papeletas hacia la AfD provienen de ciudadanos que hab¨ªan sido abstencionistas en 2013 (1,2 millones). Por ¨²ltimo, conviene no subestimar la capacidad de movilizaci¨®n de la fuerza ultraderechista entre los votantes que hab¨ªan respaldado a otros partidos minoritarios sin representaci¨®n parlamentaria tras los comicios de 2013 (de donde proceden 690.000 apoyos).
Ahondando en el perfil del votante de la AfD, encontramos notables diferencias regionales. Mientras que en el este (la ex-Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana) el partido ha alcanzado el segundo puesto con un 21,5% de los sufragios, en el oeste (la antigua Rep¨²blica Federal Alemana) se ha alzado con el 11,1% del apoyo popular, convirti¨¦ndose en la tercera fuerza electoral.
A nivel individual, en base a los datos del instituto Forschungsgruppe Wahlen, un predictor importante del respaldo a la AfD es el sexo: mientras que s¨®lo un 9% de las mujeres han votado a la fuerza ultraderechista, un 16% de los varones han hecho lo propio. El contraste es de nuevo notable entre el oeste, donde la opci¨®n populista de ultraderecha ha cosechado un 13% de apoyo entre los varones y un 8% entre las mujeres, y el este, con un 26% y un 17%, respectivamente. En cuanto a la edad, encontramos que la AfD apela al votante de mediana edad (16% de apoyo entre los que tiene 30-44 a?os y 15% entre los de 45-59) en mayor medida que al joven (11% entre los menores de 30) y m¨¢s veterano (10% entre los mayores de 60 a?os).
Tomando en consideraci¨®n otros aspectos biogr¨¢ficos, como la situaci¨®n profesional, parece que la AfD tiene ¨¦xito entre empleados por cuenta ajena (19% de respaldo electoral) y desempleados (22%), pero no tanto entre otras categor¨ªas como aut¨®nomos (12%) y funcionarios (10%). Finalmente, haber finalizado estudios universitarios parece estar negativamente asociado con el voto ultra: la AfD consigue s¨®lo un 7% de apoyo entre los titulados universitarios, en contraste con los ciudadanos cuyo m¨¢ximo nivel educativo completado es la educaci¨®n b¨¢sica o media (votado por un 14% y 17%, respectivamente).
En resumen, el panorama pol¨ªtico alem¨¢n puede haber alcanzado un punto de inflexi¨®n tras los resultados del pasado 24 de septiembre. Si bien se han cumplido los pron¨®sticos y los democristianos de Merkel han vencido, por primera vez una fuerza ultraderechista ha conseguido representaci¨®n en el Parlamento federal tras la Segunda Guerra Mundial. Y lo ha hecho de un modo decido, pues la AfD se ha aupado como el tercer partido y ha obtenido 94 esca?os. Su ¨¦xito viene explicado en buena medida por una combinaci¨®n de voto protesta y la capacidad de la propia AfD para erigirse como la alternativa de derecha populista ante asuntos de gran preocupaci¨®n para la ciudadan¨ªa teutona. Pero cimentar una alternativa popular sobre el descontento popular, aunque efectivo a corto plazo, puede ser peligroso a la hora de consolidar el partido. Veremos en qu¨¦ medida la AfD ser¨¢ capaz influir en los debates y acci¨®n de un gobierno de coalici¨®n conformado, presumiblemente, por los democristianos de CDU/CSU y los liberales de FDP, al que se podr¨ªan sumar los ecologistas de die Gr¨¹nen.
La AfD tendr¨¢ que resistir la presi¨®n medi¨¢tica, de sus adversarios pol¨ªticos y las propias divisiones internas. La primera ruptura culmin¨® en el nacimiento de una nueva formaci¨®n liderada por la antigua lider de la AfD, Frauke Petry, denominada Azul, que aspira a atraer a los votantes m¨¢s moderados de la AfD. Esta ruptura es el primer obst¨¢culo, seguramente no el ¨²ltimo, en el proceso de adaptaci¨®n al marco institucional de la Alemania federal.
Adam Holesch es profesor Asociado de Ciencias Pol¨ªticas en IBEI (Institut Barcelona d'Estudis Internacionals) y la Universitat Pompeu Fabra en Barcelona y autor de dos libros sobre la pol¨ªtica alemana. @AdamHolesch
Mart¨ªn Portos es doctor en CC. Pol¨ªticas y Sociales por el Instituto Universitario Europeo de Florencia, investigador postdoctoral en la Scuola Normale Superiore y experto en movimientos sociales. @mportosg
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