¡°Han matado a mi hijo. Pero no quiero una polic¨ªa m¨¢s armada, quiero pol¨ªticas p¨²blicas¡±
Con la hidroel¨¦ctrica Belo Monte, Altamira se sumerge en un ciclo de violencia y una madre se une a la comunidad para pedir paz
En solo cuatro d¨ªas, del 29 de septiembre al 2 de octubre, Altamira, en el estado de Par¨¢, Brasil, se manch¨® de la sangre de nueve asesinatos. Y estos son solo los que la Secretar¨ªa de Estado de Seguridad P¨²blica y Defensa Social de Par¨¢ ha admitido. Puede haber m¨¢s. Por lo menos otra persona muri¨® el 11 de octubre, esta vez en manos de la Polic¨ªa Militar. M¨¢laque Mauad Soberay, de 47 a?os, es una de las madres que lloran por sus hijos muertos. Magid, de 22 a?os, era un estudiante de tercero de Geograf¨ªa de la Universidad Federal de Par¨¢ (UFPA), en Altamira. M¨¢laque, que se gana la vida vendiendo pastelillos salados que ella misma hace, se destac¨® en la manifestaci¨®n contra la violencia que recorri¨® las calles de la ciudad. Inici¨® un coro que no era de venganza, como suele ocurrir en momentos de dolor extremo. M¨¢laque pidi¨® amor. Amor incluso para los asesinos de su hijo. Y especialmente para sus madres.
1) Paisaje y violencia
Elegir el amor es una decisi¨®n tambi¨¦n pol¨ªtica, en lo que respecta a lo que la pol¨ªtica humaniza. M¨¢laque conoce la desigualdad del ¨¢rea urbana de Altamira porque durante dos legislaturas fue trabajadora social especializada en atenci¨®n a menores. Y conoce la destrucci¨®n que gener¨® la construcci¨®n de la central hidroel¨¦ctrica de Belo Monte, que ella llama ¡°Bello Monstruo¡±. La ciudad vive hoy un momento de tierra devastada. Pero no como met¨¢fora. La tierra y el r¨ªo est¨¢n devastados. Y las personas mueren.
La central hidroel¨¦ctrica les fue impuesta a los pueblos de la selva, y despu¨¦s el Instituto Brasile?o de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (IBAMA) la autoriz¨® sin que se hubieran cumplido todas las medidas condicionantes, las de prevenci¨®n y de contrapartida determinadas para realizar una obra de ese tama?o. Altamira pas¨® de tener 77.000 habitantes en el a?o 2000 a tener unos 111.000 en 2017, un crecimiento provocado en gran medida por el movimiento generado por la implantaci¨®n de la central. Belo Monte, que todav¨ªa no est¨¢ totalmente concluida pero ya tiene autorizaci¨®n para funcionar desde finales del 2015, es la mayor obra del sector energ¨¦tico del Programa de Aceleraci¨®n del Crecimiento (PAC) de los gobiernos de Luiz In¨¢cio Lula da Silva y de Dilma Rousseff.
En 2000, en Altamira se registraron ocho asesinatos: uno menos que en estos cuatro d¨ªas de 2017
Solo la noticia de que se puede producir una inversi¨®n de ese tama?o, con la contrataci¨®n de mano de obra y la creaci¨®n de oportunidades de peque?os y grandes negocios, se inicia un proceso intenso de migraci¨®n que mueve una parte de Brasil y, consecuentemente, cambia el paisaje urbano. Altamira era una ciudad con problemas, como gran parte de las ciudades en las m¨¢rgenes de la carretera Transamaz¨®nica, y se convirti¨® en una ciudad con problemas multiplicados y todav¨ªa m¨¢s graves. Todo se intensific¨® a principios de los a?os 2000, con la noticia de que la obra se realizar¨ªa finalmente en el r¨ªo Xing¨², despu¨¦s de 30 a?os de resistencia por parte de los movimientos sociales y de los pueblos de la selva. Y se aceler¨® a partir de 2010, cuando la central se subast¨® y, a continuaci¨®n, se construy¨®.
Como comparaci¨®n, cabe recordar que, en todo el a?o 2000, se registraron ocho asesinatos en Altamira. Uno menos que en estos cuatro d¨ªas de 2017.
2) N¨²meros y carne
En el 2000, seg¨²n datos del Observatorio de Homicidios del Instituto Igarap¨¦, la tasa de homicidios de Altamira era de 10,3 muertes por cada 100.000 habitantes. Entre 2000 y 2002, se detect¨® un aumento significativo: la tasa pas¨® a ser de 35,1 homicidios por 100.000 habitantes. O sea: m¨¢s del triple. Estos primeros a?os del siglo XXI son un per¨ªodo de gran resistencia a Belo Monte y de lucha por parte de movimientos sociales y pueblos tradiciones para defender la selva ante el ataque de los ladrones de tierras p¨²blicas.
El llamado ¡°consorcio de la muerte¡±, formado por ladrones de tierras p¨²blicas y hacenderos, actuaba (y vuelve a actuar hoy) libremente en la regi¨®n. En 2002, Bartolomeu Morais da Silva, el ¡°Brasilia¡±, un gran l¨ªder popular, fue asesinado en Castelo dos Sonhos, un distrito de Altamira. Antes, en 2001, otro l¨ªder importante, Ademir Federicci, el ¡°Dema¡±, ya hab¨ªa sido ejecutado en Altamira.
Entre los a?os 2000 y 2015, la tasa de homicidios aument¨® un 1.110% en Altamira
En 2010, cuando se subast¨® Belo Monte, la tasa ya era de 64,2 homicidios por 100.000 habitantes. En 2015, se dispar¨® hasta 124,6 muertes por 100.000 habitantes. Entre los a?os 2000 y 2015, la tasa de asesinatos en Altamira aument¨® un 1.110%. A pesar de las solicitudes realizadas por EL PA?S, la Secretar¨ªa de Estado de Seguridad P¨²blica y Defensa Social de Par¨¢ no ha presentado los n¨²meros de 2016 y 2017.
No se pueden comparar ciudades con pa¨ªses. Pero por lo menos la comparaci¨®n puede servir para indicar que algo diferente sucedi¨® en Altamira: en todo Brasil, durante el mismo per¨ªodo, la tasa de homicidios pas¨® de 26 muertes por 100.000 habitantes en el 2000 a 27,5 en 2017. Divulgado en junio de este a?o, el Atlas de la Violencia, producido por el Instituto de Investigaci¨®n Econ¨®mica Aplicada (IPEA) y el Foro Brasile?o de Seguridad P¨²blica, se?ala Altamira como la ciudad (con m¨¢s de 100.000 habitantes) m¨¢s violenta de Brasil.
Hace unos d¨ªas, el padre de una hija asesinada y un hijo herido de bala gritaba en una peque?a protesta ante una farmacia: ¡°?Estamos solos! ?Estamos solos!¡±. Y lo est¨¢n.
En Brasil, el pa¨ªs en que la poblaci¨®n descubre que cada d¨ªa tiene un derecho menos, en que Brasilia y la corrupci¨®n de Brasilia dominan las noticias, ?a qui¨¦n le importa Altamira, ahora que le han quitado todo? Cuando la controvertida hidroel¨¦ctrica ten¨ªa que implantarse y todav¨ªa quedaban algunas pocas voces de resistencia, brasile?os de varios puntos del pa¨ªs defend¨ªan que hab¨ªa que producir energ¨ªa para que Brasil creciera. Las voces que mostraban que Belo Monte se constru¨ªa para generar m¨¢s sobornos que energ¨ªa, como m¨¢s tarde se comprobar¨ªa, se ignoraron. Pero fueron muchos los que pidieron que se sacrificara el r¨ªo Xing¨² y la ciudad de Altamira. Siempre es f¨¢cil cuando el sacrificio lo tiene que hacer otro.
3) Estigma y perversi¨®n
En este momento, en Altamira hay un proceso en curso agravado por un toque de perversi¨®n. La empresa Norte Energia, concesionaria de Belo Monte, construy¨® lo que denomin¨® ¡°Reasentamiento Urbano Colectivo¡± (RUC) para alojar a la poblaci¨®n que se vio expulsada de sus casas, islas y tierras para que se construyera la hidroel¨¦ctrica. La empresa se comprometi¨® a ofrecer casas de alba?iler¨ªa de tres tama?os diferentes y a una distancia de hasta dos kil¨®metros del lugar de origen, pero acab¨® entregando casas mucho m¨¢s lejos, de un ¨²nico tama?o, hechas con cemento premoldeado en las que ya empiezan a aparecer grietas y agujeros.
El 13 de septiembre, el Tribunal Regional Federal de la 1? Regi¨®n determin¨® que Belo Monte dejase de funcionar y suspendi¨® la Licencia de Instalaci¨®n de la hidroel¨¦ctrica hasta que la empresa cumpla la condicionante de vivienda. Pero hay otra corrosi¨®n y otras grietas que seguir¨¢n comprometiendo la vida. Y provocando la muerte.
Hoy, un estigma se cierne sobre los RUC. Jatob¨¢, Laranjeiras, S?o Joaquim, ?gua Azul, Casa Nova... son nombres que remiten a lugares violentos, adonde no van los ¡°ciudadanos de bien¡±. Y son nombres que remiten a viviendas de ¡°delincuentes¡±. Es un proceso perverso, que se acelera y se fortalece cada vez m¨¢s debido a un n¨²mero creciente de muertes en la regi¨®n de los RUC. As¨ª, adem¨¢s de haber sido expulsados de donde viv¨ªan, de que les hayan destrozado los lazos comunitarios, de que los hayan dejado en regiones alejadas de la ciudad, con escasa infraestructura p¨²blica, de ver que las casas que les impusieron se est¨¢n agrietando, los que viven all¨ª todav¨ªa tienen que convivir con un estigma que marca sus vidas y su d¨ªa a d¨ªa.
Los ribere?os llaman a la ciudad ¡°calle¡±. En esta calle, los que fueron expulsados de islas y m¨¢rgenes del Xing¨² hoy son objeto de actos violentos. Una parte tambi¨¦n fue a parar a los RUC. Pero crearon un Consejo Ribere?o y emprendieron una acci¨®n judicial, que est¨¢ en curso, para que los reasienten junto al dep¨®sito de la hidroel¨¦ctrica y puedan recomponer su modo de vida. Es una acci¨®n de resistencia a un ciclo que se repite una y otra vez en las grandes obras de Brasil: ribere?os e ind¨ªgenas son expulsados o empujados a las periferias urbanas, donde pierden su identidad y se convierten en pobres urbanos. Enseguida, viene la sospecha: ¡°delincuentes¡±.
En este momento, el territorio de violencia en que se han convertido los RUC tiene su sentido invertido. La violencia de los RUC es la violencia de base, la de fundaci¨®n: la creaci¨®n de estos barrios forma parte de un proceso en el que se expuls¨® a las personas de su lugar de origen, se las separ¨® de familiares y vecinos y se las ech¨® en unas casas con una arquitectura que no respetaba su modo de vida. Y que, para empeorarlo, ni siquiera sigui¨® lo que era un dise?o malo. Entregaron otro peor, que literalmente se raj¨®. Esta es la violencia.
Lo que se presencia hoy es una inversi¨®n, que no tiene nada de inocente: la poblaci¨®n ya masacrada de los RUC, v¨ªctima de un proceso de desorganizaci¨®n social producido por el poder p¨²blico y por la empresa que implant¨® Belo Monte, est¨¢ bajo sospecha, de forma gen¨¦rica, como si todas las personas que viven all¨ª fueran violentas. La violencia deja de ser promovida por el Estado y por la empresa Norte Energia y pasa a ser de las v¨ªctimas. La relaci¨®n entre causa y efecto se pierde.
Y as¨ª la historia se empieza a borrar antes de que sea debidamente documentada. Como las personas a las que echaron en estas viviendas estandarizadas no se conocen y los vecinos desconf¨ªan unos de los otros porque no eligieron estar all¨ª y quer¨ªan a los vecinos que ten¨ªan antes, porque la mayor¨ªa tambi¨¦n quer¨ªa la vida que ten¨ªa antes, es frecuente ver como los m¨¢s perjudicados reproducen el discurso que los criminaliza. En este caso, el ¡°delincuente¡± es el desconocido que vive al lado.
El estigma de los RUC como territorio violento se fortalece d¨ªa tras d¨ªa tambi¨¦n gracias a los programas policiales sensacionalistas de la televisi¨®n abierta y las p¨¢ginas del Facebook y los usuarios de Whatsapp que muestran sospechosos y cad¨¢veres, sometiendo a los familiares de los muertos a una experiencia de horror y humillaci¨®n. En estos canales, la violencia es entretenimiento, con una persistente producci¨®n de miedo y de desconfianza que acent¨²a todav¨ªa m¨¢s la propia violencia.
Esto fue lo que le sucedi¨® a Cleber Soares, de 30 a?os, que muri¨® en manos de la Polic¨ªa Militar el 11 de octubre en el RUC de Jatob¨¢. Seg¨²n un comunicado de la polic¨ªa, en un tiroteo que se produjo despu¨¦s de que dos sospechosos se echaran a correr tras abordarlos la polic¨ªa. Sin embargo, los familiares de la v¨ªctima ponen en duda esta narrativa y acusan al Estado de ejecuci¨®n.
El ¨²nico hecho comprobado hasta ahora es que Cleber est¨¢ muerto. Y un v¨ªdeo con su cad¨¢ver, con solo los calzoncillos puestos, se difundi¨® por Whatsapp y lleg¨® a sus familiares. A EL PA?S, la Polic¨ªa Civil del estado de Par¨¢, por medio de su asesor¨ªa de comunicaci¨®n, se limit¨® a afirmar que no revelar¨ªa ni siquiera los nombres de las v¨ªctimas de los ¨²ltimos d¨ªas y las circunstancias de sus muertes hasta que hubiera terminado la investigaci¨®n.
Mientras a Cleber lo ve¨ªan casi desnudo miles de personas que disfrutan con la sangre y humillaci¨®n en internet con la connivencia de una parte de los polic¨ªas, su hija de cuatro a?os se sub¨ªa al regazo de una persona que hab¨ªa ido a dar el p¨¦same, diciendo: ¡°Mi padre est¨¢ en el cielo¡±. Y su hijo, de siete a?os, se negaba a salir del lado del ata¨²d, en la sala de estar de una peque?a casa de un complejo de viviendas sociales del programa ¡°Minha Casa Minha Vida¡± (Mi Casa Mi Vida), donde se velaba a Cleber: ¡°Solo salgo cuando mi padre se levante¡±. En un mundo, Cleber ni siquiera era humano. En el otro, era padre.
4) Dolor y resistencia
Magid viv¨ªa con su familia en una calle del centro de Altamira. Pero, cuando muri¨®, estaba en el RUC de S?o Joaquim. El comentario inmediato fue: ¡°?Pero qu¨¦ estaba haciendo en un lugar como ese?¡±. Hoy, adem¨¢s del dolor de perder a un hijo, M¨¢laque, su madre, tiene que defenderlo de la sospecha. De nuevo, M¨¢laque tomo una decisi¨®n opuesta a la habitual. Magid so?aba con graduarse y crear una peque?a academia que preparase para la selectividad, para ayudar a los m¨¢s pobres a acceder a la universidad. Sobre eso habl¨® con su madre mientras almorzaban juntos por ¨²ltima vez.
Con la ayuda financiera de los abuelos de Magid, la familia comprar¨¢ un terreno y crear¨¢ una peque?a academia popular con espacio tambi¨¦n para conversaciones y debates, cerca de los RUC y para atender a la poblaci¨®n de los RUC. ¡°No creo en las armas, creo en la educaci¨®n¡±, dice M¨¢laque. ¡°Y mi hijo tambi¨¦n cre¨ªa¡±. As¨ª, aun muerto, las ideas de Magid seguir¨¢n vivas y har¨¢n que otros vivan.
M¨¢laque no est¨¢ haciendo solo un gesto ret¨®rico. Lo que dice deja lastre en la realidad. En el estudio del IPEA, al comparar la ciudad menos violenta del pa¨ªs, Jaragu¨¢ do Sul, en el estado de Santa Catarina, y la m¨¢s violenta, Altamira, se puede comprobar el impacto que la escolaridad y la renta tienen sobre la violencia. En 2010, casi el 70% de las personas con 18 a?os o m¨¢s de Jaragu¨¢ do Sul hab¨ªan completado la ense?anza primaria. En Altamira, solo el 46%. La renta per c¨¢pita de Jaragu¨¢ era de m¨¢s del doble de la renta per c¨¢pita de Altamira.
Dicen los autores del estudio: ¡°Un crecimiento r¨¢pido y desordenado de las ciudades, como ha sucedido en Altamira, siguiendo la estela de la construcci¨®n de la central de Belo Monte, puede tener serias implicaciones en el nivel de criminalidad local. (...) El crecimiento econ¨®mico hace aumentar la oferta de puestos de trabajo, a la vez que eleva el salario real del trabajador. Eso hace que el coste de oportunidad de entrar en el mundo de la criminalidad urbana aumente y que disminuyan los incentivos a favor del crimen, lo cual contribuye a que bajen las tasas. Claramente, si las buenas oportunidades se restringen solo a un peque?o grupo de la sociedad, el tiro puede salir por la culata, ya que el premio para cometer el crimen aumenta para quienes no participan en la fiesta, o sea, para aquellos individuos que siguen sin trabajo, sin oportunidades ni perspectivas futuras¡±.
5) Entrevista y movimiento
El 12 de octubre, poco despu¨¦s de haber preparado 91 bandejas de pastelillos salados para que los amigos de Magid las distribuyeran entre los ni?os de los RUC, M¨¢laque me dio una entrevista en la sala de estar de su casa, cuyas paredes externas e internas, as¨ª como la puerta de rejas, est¨¢n cubiertas de carteles en homenaje a Magid. Al despedirnos, todav¨ªa me dice: ¡°No quiero que las madres de los asesinos de mi hijo tengan que verlos desnudos, como yo vi al m¨ªo, ni acribillados. No quiero m¨¢s muertes, no quiero que ninguna otra madre pase por lo que estoy pasando¡±.
El dolor de perder a un hijo no tiene nombre. A veces hay que escribirlo en la piel. El domingo 15 de octubre, M¨¢laque y sus dos hijas se hicieron un tatuaje en homenaje a Magid. Reprodujeron en el brazo el mismo tatuaje que ¨¦l ten¨ªa en la pierna derecha. Y escribieron su nombre para que viva en ellas.
Pregunta: Usted me dijo ayer, despu¨¦s de la misa del s¨¦ptimo d¨ªa: ¡°Han matado a mi hijo, pero yo no quiero una polic¨ªa m¨¢s armada, quiero pol¨ªticas p¨²blicas¡±. ?Por qu¨¦?
Respuesta: Nosotros venimos de una familia de educadores. La familia de mi madre vino de Maranh?o a Altamira en una recua de burros y se instal¨® en la Ilha do Arapuj¨¢, que es aquella isla que deforestaron en frente a la ciudad. Mi abuela materna, Tarsila Aguiar Almeida, era profesora. Cuando mi madre creci¨®, fue de la primera promoci¨®n de magisterio de aquella ¨¦poca. Y fue la primera directora de colegio de la ciudad. Nuestra casa siempre fue una casa con la que todos pod¨ªan contar. Si una chica embarazada no pod¨ªa hacer el ajuar, mi madre la ayudaba. Por eso tiene muchos ahijados. Crecimos en medio de todas esas cosas que hac¨ªa mi madre. En aquella ¨¦poca, ni siquiera pens¨¢bamos en pol¨ªticas p¨²blicas, en igualdad social. Pens¨¢bamos: yo tengo m¨¢s, entonces puedo ayudar. Fuimos creciendo, mi abuelo era pol¨ªtico, fue concejal, alcalde... Y, enseguida, tambi¨¦n levantamos esa bandera. Yo fui asistente social durante dos legislaturas. Y presenci¨¦ mucha desigualdad, desigualdad total. Y como crie a mis hijos sola, siempre aprendimos a compartirlo todo. Porque crie a mis cuatro hijos sin tener suficiente dinero, por lo que ten¨ªamos que compartir. Pero creo que Magid, mi hijo, tuvo buenas oportunidades. Naci¨® en el seno de una familia estructurada. Porque no por el hecho de ser una familia con una madre soltera significa que tiene que ser desestructurada. ?l ten¨ªa estructura familiar. Ten¨ªa amor. Estudi¨® en buenas escuelas. Y tambi¨¦n creo que la polic¨ªa es necesaria. Pero no creo que se combata la violencia armando a la polic¨ªa, equip¨¢ndola, comprando coches patrulla. No quiero decir que no haya que invertir en la polic¨ªa del estado de Par¨¢. No es eso lo que digo. Lo que digo es que balas, chalecos y coches patrulla no resuelven el problema. Lo que lo resuelve es educaci¨®n. Lo que lo resuelve es prevenci¨®n. Lo que lo resuelve son pol¨ªticas p¨²blicas centradas en la juventud.
Altamira se est¨¢ muriendo porque los j¨®venes est¨¢n muriendo
P: ?Por qu¨¦?
R: Porque Altamira se est¨¢ muriendo. Y se est¨¢ muriendo porque la poblaci¨®n joven est¨¢ muriendo. Casi no vemos ¡ªy si lo vemos, muy poco¡ª morir a gente mayor. Lo que vemos son ni?os y ni?as, menores de edad. Y tambi¨¦n est¨¢n muriendo j¨®venes de unos 20 o 25 a?os. Y yo me pregunto: ?cu¨¢l es el futuro de Altamira?
P: ?Cu¨¢l es?
R: Tenemos que buscar respuestas. Porque acabamos de enterrar a un joven, como mi hijo, y ya muere otro. Y estos son los que sabemos. ?Y los otros, los otros Jos¨¦s, los otros Antonios, los que son an¨®nimos? Me entristec¨ª mucho porque, cuando muri¨® mi hijo, vi una entrevista con el superintendente, en la que dijo que por m¨¢s que fueran chicos, todos all¨ª estaban involucrados en el tr¨¢fico de drogas. Y entonces recib¨ª un audio en el grupo de Whatsapp de nuestra familia, de mi madre, que dec¨ªa: ¡°Un chico que le pide a su abuela, la noche anterior a su muerte, 100 reales para afeitarse, cortarse el pelo y comprar material did¨¢ctico, no vive del tr¨¢fico de drogas. Porque ?qu¨¦ son 100 reales para el tr¨¢fico?¡±. Me puse muy triste, porque es entonces cuando nos damos cuenta de c¨®mo ve las cosas la sociedad. Mi hijo estaba en el coche de su abuelo, hac¨ªa tercero de Geograf¨ªa, era voluntario civil del Cuerpo de Bomberos, iba a empezar las pr¨¢cticas en el Instituto Maria de Matias, una instituci¨®n reputada de la ciudad. Pero como estaba en S?o Joaquim, en el reasentamiento, dicen eso. ?Eso quiere decir que todos los j¨®venes que viven en Jatob¨¢, en S?o Joaquim, en ?gua Azul, son delincuentes? ?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦ la gente lo cree? ?Por qu¨¦ la gente lo ve as¨ª?
P: ?Por qu¨¦?
R: Porque son pobres, porque son negros, porque son hijos de madres solteras, porque han sido reasentados, porque viv¨ªan en los m¨¢rgenes de los r¨ªos, porque viv¨ªan en la periferia. Y cuando dicen: ¡°?Pero por qu¨¦ tu hijo estaba all¨ª? ?Qu¨¦ hac¨ªa tu hijo all¨ª?¡±. Es decir, si hubiera pasado en otro barrio, quiz¨¢ lo habr¨ªan visto de otra forma.
P: ?C¨®mo responder a esas preguntas?
R: Esta ma?ana he llorado mucho, porque ayer, en la misa, se habl¨® mucho de perd¨®n. No s¨¦ si soy capaz de perdonar, pero no soy capaz de desear la muerte de nadie. Porque somos cat¨®licos y rezamos el rosario. Este mes, que se celebra el Cirio de Nazaret, rezamos 15 novenas. En 15 casas, aqu¨ª en esta calle. Entonces, en el rosario, dije: ¡°Que mi hijo encuentre la luz, porque creo que estaba en un buen momento de la vida, ¨¦l no quer¨ªa irse. Se estaba realizando, ten¨ªa planes. No quer¨ªa, no quer¨ªa. Pero tiene que entender que ahora ya no est¨¢ en este mundo¡±. Tambi¨¦n le ped¨ª a Dios que diera sabidur¨ªa a los polic¨ªas para que llevaran la investigaci¨®n correctamente. Porque no por el hecho de que sean asesinos de mi hijo y de otros dos chicos tengo que desearles la muerte. Porque tienen madre y estoy segura de que ninguna de ellas engendr¨® a un hijo diciendo ¡°quiero que sea un asesino, quiero que sea traficante, quiero que sea una mala persona¡±. Fue el sistema, fue el mal gobierno, fue la mala administraci¨®n, fueron esos gobiernos corruptos, esos pol¨ªticos corruptos, que en lugar de coger el dinero de la educaci¨®n e invertirlo en educaci¨®n, el de la cultura en cultura, el del deporte en deporte, se financian ellos mismos. Fue por eso. Es por eso que el tr¨¢fico de drogas es tan atractivo. Porque, mientras mi hijo me tiene a m¨ª, a mi marido y a sus abuelos que le dan 100 reales para afeitarse, cortarse el pelo y comprar material did¨¢ctico, hay un chico en S?o Joaquim o aqu¨ª mismo, en el centro, que no tiene a nadie. Y el tr¨¢fico est¨¢ all¨ª al lado. Y le est¨¢ diciendo: ¡°Haz esto, haz de recadero, vende esto que te llevar¨¢s tanto¡±. ?Qu¨¦ adolescente no sue?a con tener un m¨®vil? ?Y qu¨¦ proyectos tenemos en nuestro municipio que est¨¦n centrados en este p¨²blico? ?Qu¨¦ oportunidades ofrece el gobierno municipal de Altamira? ?Qu¨¦ oportunidades ofrece el Estado? ?Qu¨¦ est¨¢n haciendo las altas esferas para ayudar a estos adolescentes? Pero los traficantes est¨¢n all¨ª. Y ellos ven que es tan f¨¢cil ganar 20 reales, 50 reales... es muy f¨¢cil. Porque el movimiento del tr¨¢fico es muy ¨¢gil y organizado. ?Cu¨¢ntos chavales no quieren tomarse un batido? Y su madre no puede d¨¢rselo porque no tiene dinero, o recibe una subvenci¨®n del Estado, o su marido ha muerto. Tenemos que pensar en estas cosas... ¡°Ah, porque ha matado, porque es traficante, entonces tiene que morir¡±. No creo en eso. A pesar de todo el dolor que siento, no lo veo as¨ª. ?Qu¨¦ infancia tuvo ese chico? ?C¨®mo fue su adolescencia? No veo que nacieran para ser asesinos. Veo que les faltaron las oportunidades, les falt¨® orientaci¨®n, falt¨® el compromiso de los gobernantes con este joven, con esta familia. Y entonces pienso: ?qu¨¦ podemos hacer? Creo que lo que tenemos que hacer es unir fuerzas. Quiero que la muerte de mi hijo traiga beneficios a otros j¨®venes, porque mi hijo ten¨ªa 22 a?os y no quer¨ªa morir.
(M¨¢laque llora y, a partir de este momento hasta el final de la entrevista, habla mientras las l¨¢grimas corren por sus mejillas y caen al suelo. Un llanto lento, pero intermitente)
Mi hijo era una persona feliz, porque le dec¨ªamos que le quer¨ªamos. Se tumbaba en mi cama. Y era inmenso, enorme, muy grande. Me ol¨ªa y me dec¨ªa que me quer¨ªa. Cuando sali¨® de aqu¨ª, el d¨ªa que muri¨®, que le quitaron la vida, no imped¨ª que saliera porque iba a salir con un chaval que hac¨ªa cuarto de Odontolog¨ªa. Era un chico que ven¨ªa a casa. Yo estaba tranquila. Ahora, cada d¨ªa que pasa, es como si me pasara una pel¨ªcula en la cabeza y voy constatando que mi hijo no va a volver. Y eso duele mucho. Yo querr¨ªa que las madres se pudieran unir. Pienso que cada pariente, cada madre, cada padre que ha perdido a una persona de manera violenta puede unirse. Cada madre que ha perdido a su hijo, independientemente de la forma en que ha sido, independientemente del lado en que estuviera, porque para m¨ª no importa si su hijo estaba involucrado en el crimen o si fue v¨ªctima del crimen. No importa d¨®nde estuviera, porque nadie, nadie, nadie puede quitarle la vida a nadie. Nadie puede interrumpir sue?os. Nadie puede decir: ¡°mira, ya no puedes so?ar, no vas a terminar la carrera, a partir de ahora ya no vas a besar a tu madre¡±. Nadie puede hacer eso. Por lo tanto, quiero empezar a hacer algunos v¨ªdeos, a decir algo a esas madres, porque si queremos, lo hacemos.
P: ?Quiere hacer un colectivo?
R: S¨ª, un colectivo de madres. El d¨ªa que enterr¨¦ a mi hijo tuvo lugar la primera reuni¨®n del Levante da Paz [Levantamiento por la Paz] y tuvimos varias ideas. Pero es dif¨ªcil, porque las madres que estaban del lado del ¡°bien¡± (y subraya las comillas con gestos) tienen mucho miedo. Y las madres cuyos hijos formaban parte del crimen organizado, todav¨ªa m¨¢s, porque si exigimos los derechos de nuestros hijos, acabamos meti¨¦ndonos con alguien, y el crimen no lo va a entender as¨ª. Van a entender que queremos armar a la polic¨ªa para que los maten. Pero yo no tengo miedo, no tengo miedo porque quiero transformar mi luto en lucha, porque solo quien pasa por esto sabe realmente lo que se pasa. No quiero decir que yo sufro m¨¢s que otras personas. Pero es muy dif¨ªcil engendrar a un ser, educarlo, ense?arle a hablar... y que venga una persona y le quite la vida.
P: ?Qu¨¦ sucedi¨® la noche en que muri¨®?
R: Aquella ma?ana se fue a trabajar. Era voluntario civil del Cuerpo de Bomberos. Sali¨® de casa a las 7:35h, empezaba a las 8h. Cuando eran m¨¢s o menos las 11:30h, me envi¨® un mensaje para que le hiciera una fotocopia del documento de identidad y de un comprobante de residencia, los necesitaba para ir al Banpar¨¢, el banco del estado, a abrir una cuenta. Ya ten¨ªa cuenta en el Banco do Brasil, pero ten¨ªa que tener una cuenta en el banco del estado para cobrar el primer sueldo. Lleg¨® temprano, comimos y estuvimos un rato charlando en la mesa. Ten¨ªa el coche de su abuelo, que se lo hab¨ªa prestado el fin de semana. Lleg¨® a casa, comi¨®, se duch¨® y se fue al banco. Y lleg¨® del banco casi a las 17h. Y me dijo: ¡°Mam¨¢, voy a lavar el coche porque tengo que devolv¨¦rselo al abuelo y quiero que est¨¦ limpio¡±. Pero mi padre estaba en Bel¨¦m. Le contest¨¦: ¡°Qu¨¦ responsable. Vas a limpiar el coche y todo¡±, bromeando. ?l me respondi¨®: ¡°Mam¨¢, ?sabes si el abuelo est¨¢ en Bel¨¦m? Lo he llamado pero no me coge el tel¨¦fono. ?No quiere hablar conmigo?¡±. Le dije: ¡°Probablemente est¨¢ en la casa de campo¡±. Mi hijo termin¨® de lavar el coche, fue a cortarse el pelo, se duch¨® y se fue a la universidad. Despu¨¦s volvi¨® de la universidad temprano, cen¨®... Yo estaba viendo la televisi¨®n y le dije: ¡°Hijo, ya que no te gusta el pescado, coge otra cosa. Hay carne, cali¨¦ntatela en el microondas¡±. ?l me respondi¨®: ¡°No, mam¨¢, con las jud¨ªas ya tengo suficiente. Jud¨ªas y ensalada¡±. Comi¨® aqu¨ª, cerca de m¨ª. Luego se fue a la cocina a lavar el plato. Aqu¨ª cada uno lava lo suyo. Cuando volvi¨®, me dijo: ¡°Mam¨¢, voy a salir con Paulo¡±. Le dije: ¡°?Tienes tu llave? Ve con Dios¡±. Me dio un beso en la frente y sali¨®. Fue la ¨²ltima vez que vi a mi hijo vivo. Eran las 9:40h de la noche. Al cabo de 20 o 25 minutos, mi hija mayor me llam¨®: ¡°Mam¨¢, vas a tener que ser fuerte¡±. Pero con una voz desesperada. ¡°?Qu¨¦ ha pasado?¡±. Y ella respondi¨®: ¡°Mam¨¢, han matado a Magid¡±.
P: ?Fue hasta all¨ª?
R: S¨ª, y le iba pidiendo a Dios que cuidara de mi hijo hasta que llegara y pudiera cuidar de ¨¦l. Porque, en mi cabeza, iba a encontrarme a mi hijo con vida. Nunca imagin¨¦ que me lo encontrar¨ªa muerto. Y, cuando llegu¨¦, vi a mi hijo en el suelo, boca abajo, todav¨ªa calzado... Le gustaba llevar sandalias, y ten¨ªa las sandalias puestas, y la cara en el suelo. Ped¨ª que me dejaran entrar, y me dijeron que la escena estaba aislada, que no se pod¨ªa tocar nada. Les ped¨ª: ¡°Por favor, soy su madre, tengo que ver a mi hijo¡±. Fui hasta all¨ª y es una sensaci¨®n horrible, ?sabes?, ver a tu hijo all¨ª, de aquella forma, tirado... Y en el suelo..., ¨¦l era tan presumido. Muy presumido. Yo siempre le lavaba la ropa, con suavizante, se la planchaba, ?sabes? Con todo el cuidado de una madre. Y ver a mi hijo as¨ª fue muy triste, mucho, mucho, mucho, un dolor que no se puede explicar. Y aquel mont¨®n de gente... No ves a nadie. Solo una muchedumbre. Recuerdas la escena, pero no recuerdas las caras. Estuve todo el rato cerca de ¨¦l y muy preocupada, porque no sab¨ªa lo que hab¨ªa pasado, muy preocupada de que le pudieran poner algo dentro del coche. Mis dos hijas mayores me acompa?aron y se quedaron cerca del coche, y yo cerca de ¨¦l. Me lo qued¨¦ mirando.
P: ?Ten¨ªa miedo de que la polic¨ªa le pusiera algo dentro del coche?
R: S¨ª. Ten¨ªa miedo de todo, porque el m¨®vil estaba all¨ª, el coche, la radio, y ya hemos presenciado muchas cosas... Era una agon¨ªa total. Cuando me desesper¨¦ m¨¢s fue cuando le quitaron la ropa all¨ª en medio.
P: ?C¨®mo?
R: Fui al ba?o, les ped¨ª a los de la casa de al lado que me dejaran ir. Fui al ba?o. Cuando volv¨ª, solo llevaba los calzoncillos puestos. Me pareci¨® una falta de... no s¨¦... tu hijo todo expuesto en el suelo, tirado, lo giran de cualquier manera. ?l desnudo, all¨ª, solo con los calzoncillos. Y tardan un mont¨®n en llevarse el cuerpo. Entonces llegan los peritos, ponen a tu hijo en una bolsa y se lo llevan. ?Sabes? Despu¨¦s hubo un momento en que ped¨ª que me dejaran entrar. Porque queremos cuidarlos. Sabemos que ya no est¨¢n con vida. Sabemos que est¨¢n en manos del Se?or, en las manos de Dios y de Mar¨ªa. Pero estamos all¨ª, queremos cuidarlos, queremos protegerlos. Y me dijeron: ¡°No, no puedes entrar¡±. Y yo le dije: ¡°?Usted no tiene hijos? ?Usted no tiene hijos? Por favor, d¨¦jeme estar cerca de mi hijo, no voy a tocar nada. Por favor¡±. Y me dej¨®: ¡°Vale, vale¡±. Duele mucho, porque pensamos... No dorm¨ª porque estuve todo el rato pensando, imagin¨¢ndome la situaci¨®n en que estaba mi hijo. Despu¨¦s todav¨ªa me sent¨ª peor, porque supe que en la morgue solo hay una camilla, aunque ten¨ªan tres o cuatro cuerpos. A uno lo ponen en la camilla y a los otros los dejan en el suelo. Pierdes a tu hijo, tu hijo se pasa toda la noche all¨ª, solo me devolvieron el cuerpo de mi hijo a las 11:30h de la ma?ana.
P: ?Del d¨ªa siguiente?
R: S¨ª, del d¨ªa siguiente. Y entonces piensas: ?qu¨¦ estructura tenemos? ?En qu¨¦ pa¨ªs vivimos? ?Qu¨¦ gobierno tenemos, que no se preocupa con el dolor de una persona? Yo estaba all¨ª sentada, porque, aunque sea angustiante, no quiero saltarme ninguna fase. No quiero anestesiarme con medicamentos. No quiero aislarme, ?sabes? No lo quiero. Quiero continuar mi camino, porque a ¨¦l le habr¨ªa gustado. ?l me da fuerzas. Y en la morgue: ¡°?C¨®mo se rellena esto? Pero esto no s¨¦ qu¨¦ es. ?Pero est¨¢s rellenando el de qui¨¦n? ?El de fulanito o el de menganito? ?Ah! Pero no hay ning¨²n bol¨ªgrafo negro. ?Ah! Pero no hay ning¨²n bol¨ªgrafo azul. Internet no funciona. ?Ah! No hay papel...¡±. Y t¨² intentas ser una persona espiritualizada y serena, incluso ante todas las adversidades. Pero tuve que decir: ¡°?Cu¨¢nto tiempo tengo que esperar todav¨ªa para llevarme a mi hijo? Porque tengo que cuidar de ¨¦l. Tengo que arreglarlo. Tengo que colocarlo en una urna. Mi hijo era muy presumido. ?No entienden nuestro dolor?¡±. Est¨¢bamos los parientes de los otros dos chicos y yo. ¡°?No ven que estamos aqu¨ª desde ayer sin dormir?¡±. Y entonces la funcionaria de la morgue me dijo: ¡°Es que han encontrado una llave en el bolsillo del pantal¨®n de su hijo¡±. Y le respond¨ª: ¡°Es la llave de casa. Vais a encontrar la llave, el carnet de conducir, el carnet de estudiante...¡±. Y ella me dice: ¡°S¨ª, pero tengo que hacer un documento¡±. Y le respondo: ¡°?Y qu¨¦ falta para que hagas el documento de entrega? Porque supongo que ten¨¦is un modelo, solo ten¨¦is que cambiar el nombre, la fecha y a?adir los objetos encontrados, ?no?¡±. Confieso que fui bastante grosera, y el primer cuerpo que entregaron fue el de mi hijo. Ten¨ªa dos agujeros de bala. Uno en el muslo, que lo atraves¨®. Lo hizo caer. Y el otro aqu¨ª. (Se?ala la espalda, debajo del hombro izquierdo.) Mi prima, que es m¨¦dica, me dijo que ese lo mat¨®. Porque le dispararon as¨ª. (Hace un movimiento de arriba abajo.) La bala entr¨® y le dio en el coraz¨®n. Ahora, a los otros dos chicos los acribillaron.
¡°Vi a mi hijo expuesto en medio de la calle, desnudo, como si hubieran atropellado a un perro. No quiero que otra madre pase por eso¡±
P: ?Por qu¨¦ estaba casi desnudo en medio de la calle?
R: Eso me pregunto yo, porque lo viv¨ª y no quiero que ninguna madre pase por eso. Ver a tu hijo expuesto en medio de la calle, como si hubieran atropellado a un perro. Y que le quiten la ropa. Centenas, decenas de curiosos all¨ª. Personas que comentan... Y mi hijo, que siempre iba bien arreglado. Y con su estilo, ?sabes? Ayer mismo pensaba en esa escena. ?l all¨ª solo con los calzoncillos. Y me dije, Dios m¨ªo... f¨ªjate en lo que llegamos a pensar..., ?por qu¨¦ no me llev¨¦ una s¨¢bana? Pens¨¦ eso, ?sabes? ?Por qu¨¦ no me llev¨¦ una s¨¢bana para cubrir a mi hijo?
P: ?Sabe qu¨¦ pas¨® esa noche en el RUC de S?o Joaquim?
R: Fui a la comisar¨ªa a buscar el m¨®vil, porque mi hijo no sali¨® de casa para ir all¨ª. Quiero entender qu¨¦ pas¨®. ?Qu¨¦ llev¨® a mi hijo a ir a S?o Joaquim? ?Qu¨¦ le llev¨® a cambiar de planes? Habl¨¦ con uno de los comisarios que llevan el caso y me dijo que no pod¨ªa explicarme mucho, pero que la investigaci¨®n estaba muy avanzada. Y le dije: ¡°Espero que, cuando den una rueda de prensa, una entrevista sobre este caso, expliquen a la poblaci¨®n lo que realmente pas¨®. Porque no voy a admitir que manchen la vida y la imagen de mi hijo. No lo voy a permitir¡±.
P: ?Por qu¨¦ le dijo a la polic¨ªa que no iba a admitir que mancharan la imagen de su hijo? ?Teme que la manchen?
R: Porque dicen que todo lo que sucede hoy en este municipio est¨¢ relacionado con el tr¨¢fico de drogas. Creo que lo que le pas¨® a mi hijo est¨¢ relacionado con el tr¨¢fico, pero no creo que mi hijo estuviera implicado. ?Nadie puede tener amigos en los reasentamientos? ?Nadie puede visitar a alguien? ?Todos los que viven en los reasentamientos son delincuentes? ?All¨ª no viven padres, madres, abuelos, ciudadanos de bien? ?Ellos ven con los mismos ojos a los que viven en el paseo mar¨ªtimo, solo porque es un paisaje de postal? Es dif¨ªcil, es dif¨ªcil ver que la gente duda de la ¨ªndole, de la conducta de tu hijo.
P: Encima...
R: Encima, todav¨ªa tienes que defenderte. No puedo simplemente apretar un bot¨®n y volver a aquel d¨ªa, al 2 de octubre, al momento en que mi hijo lleg¨®, se sent¨® a mi lado, cen¨® por ¨²ltima vez la comida que le gustaba, y parar ah¨ª. No puedo. Pero tengo que ser valiente y seguir adelante. Y tener serenidad, porque encima tenemos que o¨ªr comentarios maliciosos. No me gusta ni siquiera salir de casa. Cuando salgo, el otro d¨ªa fui a comprar una vela, salgo con la cabeza baja, precisamente para que nadie venga a preguntarme y a hacer alg¨²n comentario indelicado. Porque, a pesar de todo, no quiero ser indelicada con nadie, porque no forma parte de mi manera de ser gritarle a la gente.
P: ?Qu¨¦ sucedi¨® aquella noche?
R: Solo s¨¦ que mi hijo lleg¨® y aparc¨® el coche. Las puertas estaban cerradas y el m¨®vil estaba dentro del coche. Entonces, para el Magid que conozco, que tiene un enchufe al lado de la cama para estar siempre conectado y que no se le acabe la bater¨ªa del m¨®vil, creo que no iba a tardar. No lleg¨® a entrar en la casa. Cay¨® cerca de la acera. Cay¨® all¨ª, mi hijo.
P: ?En Altamira siempre ha existido esta violencia?
R: Ha aumentado mucho desde la construcci¨®n de la presa, de Bello Monstruo. La ciudad no estaba dise?ada para recibir a tanta gente. Por m¨¢s que se haya discutido la situaci¨®n, que se haya hecho esto y lo otro, creo que nunca se entiende realmente la dimensi¨®n y la proporci¨®n de lo que puede pasar. Sab¨ªamos que iba a pasar, pero tampoco pens¨¢bamos que ser¨ªa as¨ª. Yo, por lo menos, estaba en contra de que se construyera la presa.
P: ?Llama Bello Monstruo a Belo Monte?
R: S¨ª, Bello Monstruo. Esas familias ya no ten¨ªan una vida digna aqu¨ª, donde viv¨ªan. Y la poca dignidad que ten¨ªan se la quitaron porque las sacaron del territorio. Por ejemplo, aqu¨ª mismo, en esa plaza cerca de mi casa, en ese parque, hab¨ªa palafitos. Pero estaban cerca de las escuelas, muchas familias iban a la iglesia baptista, que est¨¢ cerca de la iglesia cat¨®lica. Y las sacaron de aqu¨ª. Las llevaron para all¨¢. Hab¨ªa muertes, s¨ª. Pero han aumentado mucho. La violencia en s¨ª, as¨ª como el tr¨¢fico de drogas, han aumentado. La violencia sexual contra ni?os y adolescentes tambi¨¦n ha aumentado. La prostituci¨®n es alarmante tambi¨¦n. Y todo a plena luz del d¨ªa.
P: ?Todo esto con la construcci¨®n de la presa?
R: S¨ª, con la construcci¨®n de la presa. Y all¨ª, en los RUC, todo se hizo m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa. Est¨¢n lejos de las escuelas, de los bancos, de los supermercados. Ahora han construido una escuela y se han llevado a algunos ni?os de aqu¨ª para all¨¢. Pero los padres no quieren, porque la calidad de esas escuelas es muy inferior a las de aqu¨ª. Tambi¨¦n se han cerrado algunas escuelas. Todo esto genera violencia. Es casi imposible luchar contra el crimen organizado. Pero yo creo que hay que educar. Creo que hay que prevenir. Creo que, a partir de ahora, tenemos que despertar a todo el mundo, a la sociedad civil organizada, a los gobernantes del municipio, del estado de Par¨¢, e invertir en prevenci¨®n y educaci¨®n. Si conseguimos tener una escuela infantil de calidad, con alimentaci¨®n de calidad, con profesionales de calidad, con un equipo t¨¦cnico de calidad, ?sabes?, si se pueden abrir frentes de trabajo para las mujeres, para las madres, para las madres solteras, lo conseguiremos. Porque cuando una madre sabe que su hijo est¨¢ en una escuela, que all¨ª tiene una educaci¨®n de calidad, se queda tranquila. Y tenemos que luchar por salarios dignos para los profesores, para que las profesoras puedan estudiar en la universidad, para que tengan otra visi¨®n de lo que es educar. Creo que tenemos que ir por ah¨ª. Creo que todo empieza con la educaci¨®n infantil. Necesitamos que cada rinc¨®n de esta ciudad se inunde de amor, porque si tenemos amor y respeto tendremos paz, tendremos hijos vivos, tendremos madres vivas.
¡°Bello Monstruo ha destruido mi vida, la vida de mis nietos, ha destruido nuestros sue?os¡±
P: Un estudio del IPEA muestra que Altamira se ha convertido en la ciudad m¨¢s violenta del pa¨ªs. En su opini¨®n, ?cu¨¢l ha sido el impacto que ha tenido Belo Monte en esta violencia?
R: Lo han destruido todo. Adem¨¢s de nuestra paz, han destruido nuestra ciudad, nuestra vegetaci¨®n, nuestra selva, todo. Aqu¨ª, en esta calle, todos los vecinos son antiguos. Conozco a todos y cada uno de los vecinos. Cuando reubicaron la otra parte de la calle, fue un dolor muy grande, muy grande, porque ¨¦ramos una gran familia. Cada casa que se destru¨ªa era como si nos arrancaran un pedazo de nosotros mismos, porque era historia, porque mis hijos jugaban con los hijos de mis amigos aqu¨ª en la calle. Y ahora sus nietos estaban jugando con mis nietas. Y rompieron los lazos. No los respetaron. ?Por qu¨¦? Algunos, pocos, consiguieron negociar y se quedaron en la misma calle, en el mismo reasentamiento. Otros, no. Unos se quedaron en Jatob¨¢, otros se fueron a S?o Joaquim, otros se fueron a Laranjeiras. Este es uno de los factores que ha cambiado la vida de todo el mundo. Yo misma, durante un tiempo, me qued¨¦ sin amigos, porque todos mis amigos viv¨ªan en A?aizal y tuvieron que irse. Imag¨ªnate, entonces, c¨®mo debe de ser para un ni?o... A veces, cuando camino por el parque, intento recordar d¨®nde estaba la casa de cada uno de ellos. Algunos, que ten¨ªan casas muy malas, ahora viven en tierra firme, pero las casas est¨¢n todas agrietadas. Esta obra lo ha destruido todo. Ha destruido mi vida, ha destruido la vida de mis nietos, ha destruido nuestros sue?os, ha destruido mi ciudad, ha destruido mi r¨ªo, lo ha destruido todo. Me ha quitado la paz, la paz de todo el mundo. Y encima la factura de la luz es alta.
P: Dice que la familia va a cumplir el sue?o de Magid, de crear una academia popular para la poblaci¨®n de los RUC. ?C¨®mo se har¨¢?
R: Durante el ¨²ltimo almuerzo que compartimos, hablamos sobre este sue?o que ten¨ªa. Quer¨ªa construir una academia popular, porque ¨¦l estaba en tercero de Geograf¨ªa y ten¨ªa un amigo que se hab¨ªa graduado en Matem¨¢ticas que es muy bueno. Se sentaron para charlar y su amigo le dijo: ¡°Magid, vamos a hacer algo¡±. Y mi hijo dijo: ¡°S¨ª, vamos a hacer algo para que todos puedan acceder a la universidad¡±. Y cuando hablamos me dijo: ¡°Mam¨¢, cuando me grad¨²e, voy a montar una academia popular, donde pueda dar clases a la gente que realmente lo necesita y que no pueda permitirse pagar un curso tan caro¡±. Mi hija est¨¢ terminando Pedagog¨ªa, y tengo una hermana que tambi¨¦n es pedagoga. Y otra que es bi¨®loga. Y yo tambi¨¦n estoy estudiando. Me iba a graduar el mismo a?o que Magid. Estudio Educaci¨®n Social. Mi marido hace Ciencias Contables. En casa todos estudiamos. Mis padres son funcionarios jubilados y van a financiar este sue?o, comprando un terreno en un barrio cerca de los RUC. Tenemos una sobrina que es arquitecta, que har¨¢ el proyecto. Vamos a construir dos aulas, una para dar clase y la otra ser¨¢ un auditorio, una secretar¨ªa y una cafeter¨ªa. Queremos colocar una cubierta plana, porque sabemos que vamos a querer ampliar el espacio. Quiero que sea un lugar para el di¨¢logo, para c¨ªrculos de conversaci¨®n, un espacio que podamos ceder a las asociaciones de barrio, de mujeres... Tenemos un amigo que ya est¨¢ en S?o Paulo viendo c¨®mo funcionan las academias populares por all¨ª y dice que tiene un mont¨®n de ideas. El precio ser¨¢ bien econ¨®mico, solo para mantener costes. Y ser¨¢ para la poblaci¨®n de los RUC.
P: ?Por qu¨¦ espec¨ªficamente para la poblaci¨®n de los RUC?
R: Nuestro proyecto es formar ciudadanos. Queremos que todo el mundo tenga acceso a la educaci¨®n. Porque, si tienes acceso a la educaci¨®n, te vuelves cr¨ªtico. Sabes d¨®nde buscar tus derechos. Sabes exigir tus derechos. Mucha gente sufre la violencia, y le dicen: ¡°Eres negra, eres fea, eres pobre, eres burra¡±. Y se lo cree. Se lo cree porque nadie le ha dicho: ¡°Eres guapa, eres capaz, tu cabello es hermoso, tu color de piel es maravilloso y tienes tus derechos¡±. La Constituci¨®n de 1988 existe, la Ley Maria da Penha [contra la violencia de g¨¦nero] tambi¨¦n. Y la Ley de los Ancianos, el Estatuto de los Ni?os y Adolescentes, y tantas cosas que nos amparan y nadie las conoce. Tenemos que ense?ar que existen. Y hablar de diversidad sexual, y hablar de amor. Y decir que todo el mundo tiene derecho a la educaci¨®n. Porque lo que yo quiero decir es que no solo el crimen te permite crecer como ser humano. Ese espacio de Magid va a servir para eso.
P: ?Cu¨¢l es su deseo?
R: Quiero que las personas salgan de casa y vuelvan a casa.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - O Avesso da Lenda, A Vida que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos, y de la novela Uma Duas. Web: desacontecimentos.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum. Facebook: @brumelianebrum.
Traducci¨®n: Meritxell Almarza
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