T¨²nez busca la verdad y dignidad que le arrebat¨® la dictadura
Un organismo creado en 2014 investiga los cr¨ªmenes cometidos durante las dos ¨²ltimas dictaduras
¡°A¨²n hoy resuena en mis o¨ªdos aquella risa burlona, a pleno pulm¨®n (...) no me la he podido sacar de la cabeza¡±, explica dolida Latifa Matmaty al recordar c¨®mo reaccion¨® un carcelero al que pregunt¨® por su marido. Entonces, ¨¦l, Kamal Matmaty, un sindicalista y militante islamista, llevaba ya varios a?os muerto. Falleci¨® la misma noche de su arresto, el 7 de octubre de 1991. Pero el Estado le hac¨ªa creer que continuaba con vida. Por eso, el testimonio de esta viuda, retransmitido en directo por la televisi¨®n p¨²blica en la primera audiencia p¨²blica de la Instancia de la Verdad y la Dignidad (IVD), tuvo un efecto cat¨¢rtico en T¨²nez. Nunca antes las v¨ªctimas de la dictadura de Zine El Abidine Ben Al¨ª hab¨ªan podido contar sus historias a sus compatriotas.
Creada en 2014 por el primer Gobierno democr¨¢ticamente elegido, la comisi¨®n de la verdad tiene como objetivo investigar los abusos cometidos por el Estado durante d¨¦cadas de tiran¨ªa, revelar la verdad, resarcir a las v¨ªctimas y garantizar que los culpables rindan cuentas ante la sociedad. Un total de 62.704 reclamaciones han sido aceptadas por la instituci¨®n, y ya se han abierto pesquisas en 47.397 de estas. En al menos 400 casos, la mayor¨ªa relativos perjuicios econ¨®micos, este organismo ha mediado entre v¨ªctimas y perpetradores para llegar a un acuerdo. En los casos de violaciones graves de derechos humanos, los agresores ser¨¢n juzgados en unos tribunales especiales que se espera que se constituyan en breve y a los que la IVD presentar¨¢ sus informes.
De momento, el Ministerio del Interior ha rechazado entregar a la IVD sus archivos secretos, lo que est¨¢ dificultando enormemente su misi¨®n. Por eso, m¨¢s de 26 a?os despu¨¦s del asesinato bajo torturas del sindicalista Matmaty, la familia a¨²n no sabe d¨®nde est¨¢ su cuerpo. Antes de la revoluci¨®n de 2011 que derroc¨® al dictador, su esposa y sus hijos padecieron un acoso constante de la polic¨ªa, que simulaba estar buscando al padre de familia para ocultar su asesinato. ¡°Ven¨ªan cada d¨ªa, a cualquier hora, incluso de madrugada (...) En 2002, unos agentes me dijeron que cogiera a los ni?os y nos fu¨¦ramos a hacer el pasaporte porque mi marido estaba en el extranjero¡±, relata Matmaty, una mujer menuda y robusta, de rubicundos mofletes. ¡°Nos trataron con tal crueldad que no puedo perdonarlos. Quiero que paguen por lo que hicieron y no salgan de rositas¡±, remacha sentada en el sal¨®n de su humilde casa, en un polvoriento barrio en las afueras de Gabes, la capital del marginado sur del pa¨ªs magreb¨ª.
En 2015 se celebr¨® un juicio por el asesinato de Matmaty, pero ning¨²n alto cargo judicial compareci¨® en el banquillo de los acusados y los agentes procesados recibieron una condena de solo un a?o de c¨¢rcel, pues algunos delitos ya hab¨ªan prescrito. Ante la incapacidad de la justicia ordinaria de enfrentarse a miles de casos como este, las antiguas fuerzas de la oposici¨®n al r¨¦gimen optaron por crear una comisi¨®n independiente que se rigiera por los principios de la llamada justicia transicional. Su mandato es de cuatro a?os prorrogable a un quinto, y su presupuesto en 2017 fue de 11 millones de dinares (cerca de cuatro millones de euros), financiados directamente por los presupuestos generales del Estado.
El ambicioso mandato
¡°La justicia transicional es el conjunto de mecanismos pol¨ªticos y legales con los que un pa¨ªs aborda un legado de conflicto y represi¨®n, con el objetivo de revelar la verdad, compensar a las v¨ªctimas, y que los autores de los abusos rindan cuentas a la sociedad para que haya una reconciliaci¨®n nacional¡±, explica Salwa Gantri, responsable de la oficina de T¨²nez del Centro Internacional para la Justicia Transicional, una ONG que ha proporcionado asistencia a la IVD. Este concepto entr¨® con fuerza en la conciencia colectiva de los tunecinos, orgullosos de su revoluci¨®n pac¨ªfica y de haber encarrilado la transici¨®n democr¨¢tica (Nobel de la Paz en 2015), a diferencia de sus vecinos en el mundo ¨¢rabe.
Incluso algunas prominentes figuras del antiguo r¨¦gimen, como Kamel Morjane, exministro de Defensa y de Exteriores del ¨²ltimo Gobierno de Ben Al¨ª, declaran apoyar la necesidad de un proceso de justicia transicional. Ahora bien, la suya es una versi¨®n light. ¡°Se trata de que cada uno asuma sus responsabilidades y pida perd¨®n, como yo he hecho, para que podamos pasar p¨¢gina (...) Llevamos demasiados a?os con este tema¡±, sostiene este diplom¨¢tico de voz grave y pausada, fundador del nuevo partido Mubadara ("Iniciativa", en ¨¢rabe). ¡°En fin, si hay casos particulares, de familias afectadas de forma muy muy grave, pues quiz¨¢s s¨ª, pero eso no llevar¨¢ a nada¡±, responde a la pregunta de si cree necesario celebrar juicios.
El problema es que los casos de violaciones graves de derechos humanos no son precisamente pocos. En sus primeros dos a?os, la comisi¨®n de la verdad recibi¨® m¨¢s de 65.000 denuncias de abusos cometidos por el Estado, una verdadera anatom¨ªa del sufrimiento padecido por la sociedad tunecina durante d¨¦cadas. ¡°El mandato de la Instancia es muy ambicioso, por el periodo y el tipo de abusos que abarca, as¨ª como por sus objetivos¡±, opina Gantri, la representante del centro para la justicia transicional. La era que cubre la IVD arranca en 1955, en los albores de la independencia, e incluye el r¨¦gimen de Habib Bourguiba, el padre de la emancipaci¨®n de Francia. Su mandato tambi¨¦n incluye denuncias por privaci¨®n de derechos econ¨®micos y sociales y diversos tipos de fraude, sobre todo relacionados con la corrupci¨®n.
¡°Una de las principales innovaciones del proceso tunecino es la vinculaci¨®n que hace entre la corrupci¨®n y las violaciones de derechos humanos (...) porque el objetivo ¨²ltimo de Ben Al¨ª era enriquecerse¡±, comenta Sihem Ben Sedrine, una conocida opositora que ostenta? la presidencia de la Instancia de la Verdad y la Dignidad. De los dosieres presentados, casi un 25% est¨¢ relacionado con fraudes, una prueba m¨¢s de la naturaleza clept¨®crata del sistema creado por el tirano y su voraz clan familiar.
Tras la presentaci¨®n de cada dosier, un equipo de expertos verifica los hechos e investiga la identidad de los perpetradores. En los casos m¨¢s graves, la IVD puede recomendar su procesamiento en unos tribunales especiales. En el resto, goza de potestad para mediar entre v¨ªctimas y agresores, y proponer una sanci¨®n. Al final del proceso, el organismo establece una reparaci¨®n por parte del Estado, que puede ser no solo de tipo econ¨®mico, sino tambi¨¦n moral.
¡°Nuestra prioridad no es la persecuci¨®n individual del verdugo, sino mostrar el funcionamiento del sistema autoritario y desmantelarlo, permitiendo as¨ª la reconciliaci¨®n nacional¡±, apunta la presidenta de la IVD. Seg¨²n sus estatutos, la colaboraci¨®n de los perpetradores para esclarecer la verdad constituye un atenuante a la hora de fijar su castigo, pero no comporta autom¨¢ticamente un indulto, como suced¨ªa en la Comisi¨®n de la Verdad en Sud¨¢frica.
?La catarsis de las audiencias
Para cumplir su cometido de revelar un doloroso pasado oculto, la IVD ha organizado ya m¨¢s de una quincena de audiencias p¨²blicas en las que las v¨ªctimas relatan sus historias de humillaci¨®n y p¨¦rdida en directo, frente a las c¨¢maras de la televisi¨®n p¨²blica. La potente carga emocional de sus testimonios ha suscitado l¨¢grimas dentro de la sala, y una catarsis colectiva fuera de ella. ¡°Existe una percepci¨®n distinta antes y otra despu¨¦s de las audiencias. Han representado realmente un punto de inflexi¨®n en la percepci¨®n de la IVD¡±, reflexiona Gantri, la experta en justicia transicional.
Tan solo un peque?o porcentaje de v¨ªctimas comparecer¨¢ en las audiencias p¨²blicas, y su selecci¨®n responde a la voluntad de reflejar la pluralidad de familias pol¨ªticas represaliadas y del tipo de abusos cometidos, seg¨²n los organizadores. Estas sesiones no se hacen en el marco de juicios, pues los verdugos ni tan siquiera est¨¢n presentes. Su valor es el de dar la palabra a las v¨ªctimas para que revelen a la sociedad una realidad ocultada por un sistema totalitario. Es decir, ayudar a reescribir la historia del pa¨ªs.
¡°El d¨ªa de la sesi¨®n estaba muy nerviosa, pero tambi¨¦n orgullosa¡±, recuerda la viuda del sindicalista y activista islamista Matmaty, que particip¨® en una de las primeras sesiones dada la gravedad y repercusi¨®n medi¨¢tica de su caso. ¡°El d¨ªa siguiente, la gente en la calle se solidarizaba conmigo y me expresaba su apoyo por el caso de mi marido. Me dec¨ªan ¡®No nos pod¨ªamos ni imaginar lo que el r¨¦gimen hac¨ªa a la gente¡¯¡±, a?ade.
La mayor¨ªa de las v¨ªctimas ha preferido no mencionar por el nombre a sus agresores, algo que algunas han justificado en su voluntad de no estigmatizar a los hijos de los verdugos. Saben de lo que hablan, pues el r¨¦gimen sol¨ªa castigar a una familia entera con despidos e incluso con la privaci¨®n de la sanidad p¨²blica cuando uno de sus miembros ejerc¨ªa el activismo pol¨ªtico. ¡°Los tunecinos son un pueblo pac¨ªfico, que aborrece la violencia. En mis tratos con las v¨ªctimas, pocas veces he encontrado un deseo de venganza¡±, asevera en un franc¨¦s impoluto Ben Sedrine, la presidenta del organismo, que vivi¨® parte de su exilio en Barcelona.
La controversia
A pesar de sus nobles fines, la Instancia se ha visto envuelta en numerosos esc¨¢ndalos y controversias, buena parte de ellas a causa de un contexto pol¨ªtico cambiante. En las elecciones de 2014, las fuerzas del Gobierno tripartito que aprobaron la creaci¨®n del ente, liderado por los islamistas de Ennahda y formado por otros dos partidos socialdem¨®cratas, padecieron un fuerte retroceso. Entonces, ascendi¨® al poder Nid¨¢ Tunis, un partido antiislamista en el que se integran numerosos miembros del antiguo r¨¦gimen, y con pocas ganas de remover el pasado. ¡°El nuevo Gobierno es hostil a la IVD. Y aunque el equilibrio de fuerzas no permite desembarazarse de ella, s¨ª que permite debilitarla¡±, cree la polit¨®loga Olfa Lamloum.
¡°La instituci¨®n est¨¢ politizada. Sus miembros fueron elegidos en base a cuotas partidistas... y muchos tienen una mentalidad vengativa, quieren ajustar cuentas con el pasado. De ah¨ª nuestra posici¨®n cr¨ªtica¡±, se justifica Sofiane Teubal, presidente del grupo parlamentario de Nid¨¢ Tunis. La presidenta de la IVD, una mujer con un car¨¢cter tan fuerte a la que algunos incluso califican de autoritaria, se defiende: ¡°La pol¨ªtica se halla en el coraz¨®n de nuestro mandato, porque tratamos violaciones cometidas contra pol¨ªticos... ?Qu¨¦ quieren que haga si el 40% de las v¨ªctimas eran islamistas? ?Les he de decir que ellos no cuentan? A nosotros nos importa un bledo la ideolog¨ªa de las v¨ªctimas¡±.
Si bien la mayor¨ªa de instituciones p¨²blicas ha colaborado con la IVD, el Ministerio del Interior constituye una notable excepci¨®n. A pesar de que por ley est¨¢ obligado a poner a disposici¨®n de los expertos de la Instancia los archivos de la polic¨ªa pol¨ªtica de Ben Al¨ª, de momento, se niega a hacerlo. La actitud reticente de las fuerzas de seguridad, que no han sido reformadas tras la revoluci¨®n, dificulta y ralentiza el proceso de justicia transicional. Algunos observadores incluso creen que est¨¢ en peligro. Temen que ser¨¢ imposible llegar hasta el final en la investigaci¨®n de miles de dosieres y que los verdugos permanecer¨¢n impunes.
¡°Es fundamental que tengamos ¨¦xito en nuestra empresa (...) y as¨ª convertirnos en un modelo de futuro para el mundo ¨¢rabe, la regi¨®n del mundo donde hay m¨¢s tensiones violentas¡±, sugiere la presidenta de la IVD, una buena conocedora tambi¨¦n de la realidad espa?ola, ya que pas¨® parte de su exilio en Barcelona. ¡°El caso de Espa?a, que opt¨® por la amnesia colectiva en su transici¨®n, muestra que las cuestiones no resueltas acaban resurgiendo. Algunos de los m¨¢s graves problemas de la Espa?a actual, como la corrupci¨®n, derivan de no haber afrontado su pasado al haber extendido una sensaci¨®n de impunidad¡±, espeta, usando la misma ret¨®rica incisiva con la que azotaba a Ben Al¨ª.
Palabras como amnesia e impunidad son un tab¨² para las v¨ªctimas. ¡°Quiero que los juzguen, s¨ª, pero tambi¨¦n saber d¨®nde est¨¢ el cad¨¢ver de mi marido, poder hacerle un funeral digno, poder rezar frente a su tumba¡±, dice la se?ora Matmaty mientras sostiene el retrato de su marido, un hombre de mirada intensa y facciones angulosas. ¡°A¨²n conf¨ªo en conseguirlo gracias a la Instancia (...) que Dios se apiade de nosotros, y haga justicia a todos los oprimidos, a todos los m¨¢rtires¡±.