Acoso sexual: la epidemia que persiste
En EE UU el concepto se acu?¨® en los setenta. Cuarenta a?os despu¨¦s, la sordidez de Hollywood recuerda que el abuso en el trabajo siguen vigente
¡°Las mujeres empiezan a denunciar el acoso sexual en el trabajo¡±. Este titular no corresponde a la campa?a de esta semana, por la que miles de personas han comenzado a escribir en las redes sociales un Yo tambi¨¦n (en ingl¨¦s, Me too) con el que declaran haber sido objeto de asedio. Se trata del titular de un art¨ªculo de The New York Times de 1975 en el que hablaba de una turbia costumbre que las profesionales sufr¨ªan en el mundo laboral, ese al que se estaban incorporando a espuertas. Contactos f¨ªsicos indeseados, proposiciones sexuales rechazadas pero reiteradas hasta la n¨¢usea o comentarios lascivos, todos ellos realizados desde el chantaje o el abuso de poder, eran din¨¢micas presentes desde antes, pero en EE UU cobraron carta de naturaleza en los setenta.
La profesora Mary Rowe,?ombusdsperson (defensora) del MIT (Cambridge, Massachusetts) en aquellos a?os, fue una de las primeras en usar el concepto, aunque el cu?o tambi¨¦n se le atribuye a la reportera Lin Farley, que entonces dirig¨ªa un programa de formaci¨®n para mujeres en el mundo laboral en la Universidad de Cornell (?taca, Nueva York). Farley concluy¨® que aquellas experiencias que le contaban respond¨ªan a un patr¨®n m¨¢s o menos com¨²n extendido a todos los sectores. ¡°Es una epidemia¡±, comentaba en aquel art¨ªculo del 75.
Esta semana era f¨¢cil pensar en la misma palabra: epidemia. El caso de Harvey Weinstein, el todopoderoso productor de cine que acaba de recibir un torrente de acusaciones de abusos de distinto grado, desde el acoso hasta la violaci¨®n, ha puesto en el centro de la actualidad ese viejo y turbio asunto del acoso. La lista de presuntas v¨ªctimas impacta, va de Mira Sorvino a Rosanna Arquette, pasando por Gwyneth Paltrow a Angelina Jolie. El domingo pasado, en plena tormenta por el esc¨¢ndalo, la actriz Alyssa Milano propuso en Twitter que toda persona que hubiera sufrido algo as¨ª en su vida escribiera en su perfil un ¡°Yo tambi¨¦n¡± y, de repente, las redes sociales se inundaron de testimonios.
La historia de Weinstein ha abierto una espita, pero no se puede decir siquiera que el tema estuviera dormido en Estados Unidos. El caso de Bill Cosby, al que decenas de mujeres han acusado, est¨¢ muy fresco: el juicio por el ¨²nico caso que le ha llevado a los tribunales se repetir¨¢ el pr¨®ximo abril.
El esc¨¢ndalo de la Fox tambi¨¦n estall¨® este a?o. The New York Times destap¨® que la cadena televisiva hab¨ªa estado pagando durante a?os cantidades millonarias a mujeres para silenciar denuncias de acoso contra su presidente, Roger Ailes, y su presentador estrella, Bill O¡¯Reilly. El primero, recientemente fallecido, acab¨® dimitiendo, y O¡¯Reilly fue despedido el pasado abril en medio de una fuga de anunciantes. De hecho, seg¨²n public¨® este s¨¢bado el Times, public¨® que el pasado febrero la Fox hab¨ªa decidido extender su contrato, un mes despu¨¦s de un acuerdo millonario con una trabajadora.
A estos episodios se suman los 20 empleados de Uber despedidos por acoso este verano o la reciente dimisi¨®n del jefe de Amazon Studios, Roy Price, por una acusaci¨®n de abuso. Ni siquiera esa campa?a del Me too es nueva, sino que rescata una iniciativa de 2006 de una mujer que buscaba visibilizar las agresiones sexuales.
Escasas denuncias
D¨ªas despu¨¦s de estallar el caso Weinstein, The Washington Post y la cadena ABC llevaron a cabo una encuesta en la que un tercio de mujeres afirmaba haber sido alguna vez objeto de insinuaciones sexuales no deseadas por parte de un superior o compa?ero de trabajo con poder sobre su puesto. Y, de este grupo, una tercera parte se?alaba que ese jefe o empleado hab¨ªa abusado de ellas. El mismo sondeo se?alaba que 6 de cada 10 mujeres que hab¨ªa sufrido ese asedio no lo hab¨ªan notificado a ning¨²n supervisor. Las afectadas declaraban sentirse intimidadas (el 60%), avergonzadas (el 31%) y, sobre todo, enfadadas (83%).
El acoso sexual en el trabajo es un asunto maldito: quien lo sufre siente muchos incentivos para callar y pocos para denunciar, quien lo conoce necesita fingir ignorancia para justificar su inacci¨®n o indiferencia, y quien lo comete suele disponer de una parcela de poder que le har¨¢ salir indemne. Los tres elementos se combinan perfectamente en esta s¨®rdida historia de Hollywood. El tiempo dir¨¢ si la fiebre de estos d¨ªas se convierte en una verdadera toma de conciencia, si las denuncias dejan de pasar sin pena ni gloria. Hace poco m¨¢s de un a?o, el actor Elijah Wood, que triunf¨® a los 18 a?os como int¨¦rprete de Frodo en El se?or de los anillos, denunci¨® un pacto de silencio sobre los abusos sexuales a ni?os. ¡°Los ped¨®filos son protegidos por figuras poderosas de la industria del cine¡±, clam¨®.
Weinstein ha desmentido las agresiones que le atribuyen, pero ha reconocido impl¨ªcitamente parte de las acusaciones de acoso (una grabaci¨®n recoge una de ellas). Se justific¨® diciendo que fue educado en los sesenta y los setenta, en una ¨¦poca en la que, argument¨®, la forma de comportarse era distinta de la de hoy. Su propia historia demuestra que se equivoca. Cuarenta a?os despu¨¦s, el acoso sigue pareciendo una epidemia
Harvey Weinstein, otro caso de silencio ¡®Spotlight¡¯
Tom Hanks, Ryan Gosling, Emma Thompson¡ Las celebridades han salido en masa a condenar el comportamiento de Harvey Weinstein, muchos de ellos asegurando que lo desconoc¨ªan, otros confirmando que se trataba de un secreto a voces (que dio incluso para algunos chistes en galas de cine). Pero son tantas las mujeres que lo acusan y que en su d¨ªa se lo relataron a sus compa?eros o amigos, que el n¨²mero de personas que con seguridad lo sab¨ªan resulta perturbador.
El caso, m¨¢s que revelar la existencia de acosadores de mujeres en el ecosistema laboral, ha encendido la alarma sobre el manto de silencio que cubri¨® la historia. Quentin Tarantino reconoci¨® este jueves su sentimiento de culpa en declaraciones a The New York Times. "Sab¨ªa lo suficiente como para haber hecho m¨¢s de lo que hice", dijo, y a?adi¨® que hab¨ªa "algo m¨¢s que los tradicionales rumores y los chismes habituales". Como en el caso de los abusos a ni?os en la Iglesia de Boston, destapado por The Boston Globe e inmortalizado en la pel¨ªcula Spotlight, el centro de noticia estaba en la complicidad institucionalizada.
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