La cadena de negligencias que result¨® en la muerte de la turista espa?ola en una favela de R¨ªo
La gu¨ªa no pregunt¨® por la violencia en la favela antes de poner a los espa?oles delante de un polic¨ªa que nunca deb¨ªa haber disparado
Mar¨ªa Esperanza Jim¨¦nez pag¨® 140 reales por el paseo que acab¨® con su vida. No llega a 37 euros, una parte diminuta de un viaje que la hab¨ªa llevado por Bogot¨¢, Buenos Aires y las Cataratas de Iguaz¨², y que deb¨ªa haber terminando en Per¨². Pero Mar¨ªa Esperanza, gaditana de 67 a?os, quer¨ªa conocer una favela de cerca. El ¨²ltimo d¨ªa, lleg¨®, con su hermano y su cu?ada, a R¨ªo de Janeiro; el domingo pactaron con?Ros?ngela Re?ones, la responsable de su agenda tur¨ªstica, una visita a una de las caracter¨ªsticas comunidades de chabolas de la ciudad. El conductor, un italiano llamado?Carlo Zaninetta, a¨²n recuerda que Esperanza era la que estaba ¡°m¨¢s emocionada¡± con el plan. Al menos eso es lo que le contar¨ªa a la polic¨ªa horas despu¨¦s, cuando ya todo hab¨ªa salido mal. El grupo hab¨ªa entrado en la favela de la Rocinha sin saber que las tensiones entre las autoridades y los narcotraficantes llevaban d¨ªas en un punto cr¨ªtico. No hab¨ªan obedecido al polic¨ªa que les orden¨® que detuvieran el veh¨ªculo. Hab¨ªan recibido tiros que nadie deb¨ªa haberles disparado. Y Mar¨ªa Esperanza Jim¨¦nez estaba muerta.
Solo entonces, cuando la historia hab¨ªa acabado en tragedia, la familia de la v¨ªctima descubri¨® que no hab¨ªan pisado una favela cualquiera. La Rocinha es, desde mediados de septiembre, un polvor¨ªn de polic¨ªas y un bando de narcotraficantes carcomido por las disputas, en el que los tiroteos han sustituido cualquier semblante de rutina conocida por sus habitantes. En aquel mes, la comunidad lleg¨® a estar cercada por el Ej¨¦rcito. Pero ni el conductor ni la gu¨ªa les alertaron sobre los riesgos. La gu¨ªa ¨Cque, seg¨²n le cont¨® a los agentes, empez¨® a llevar turistas a la Rocinha, una de las mayores favelas de Am¨¦rica Latina, en 2002¨C, no hab¨ªa vuelto desde el estallido de las tensiones. Seg¨²n recuerdan los turistas, solo les dijo que era "una comunidad grande y que a la gente le gusta conocerla". No le preguntaron m¨¢s.
Nadie, ni la gu¨ªa, conoc¨ªa la situaci¨®n en la favela
Ros?ngela Re?ones tambi¨¦n se call¨®, siempre seg¨²n los testimonios a la polic¨ªa, que el d¨ªa anterior le hab¨ªa preguntado a un agente de turismo local por el ambiente en la favela. Este le dijo que las cosas estaban tensas, pero que ¨¦l segu¨ªa organizando visitas y ella le tom¨® la palabra. Re?ones no pregunt¨® si la situaci¨®n hab¨ªa empeorado al d¨ªa siguiente: de haberlo hecho, hubiera descubierto que ya hab¨ªa habido un tiroteo del cual hab¨ªan salido tres heridos (dos polic¨ªas y un supuesto traficante), solo una hora antes de que un tiro acabase con la vida de Mar¨ªa Esperanza.
Pero la responsabilidad no acaba con ella. Ros?ngela es en realidad parte de una red de servicios tur¨ªsticos con una conexi¨®n casi fortuita con los gaditanos: ella realiza trabajos para una empresa de alquiler de coches, Carioca Rio Tour, que a su vez est¨¢ subcontratada por Brasil Operadora, la cual presta servicios para la agencia espa?ola Exoticca, responsable de organizar el viaje de Mar¨ªa Esperanza y sus familiares. Ellos alegan que no tienen nada que ver con la experiencia: "Nuestros clientes reservaron un viaje combinado a Argentina, Brasil y Per¨²", responden a este diario. "Ni Exoticca ni Brasil Operadora ofrecieron un paseo por la favela. Es m¨¢s, Brasil Operadora siempre nos desaconsej¨® realizar ese paseo precisamente por el riesgo que conlleva. Desconocemos la empresa Carioca Tour y desconocemos c¨®mo Mar¨ªa Esperanza y sus acompa?antes llegaron a esa excursi¨®n".
Sospechas de la polic¨ªa
Aquella ma?ana lluviosa hab¨ªa m¨¢s polic¨ªas de lo normal en la Rocinha, por causa del tiroteo. El grupo no sab¨ªa esto segundo, pero se reconfortaron al ver tantos agentes, les pareci¨® m¨¢s seguro. El conductor, Carlo Zaninetta, les dej¨® en la parte baja de la favela para que fueran a pie hasta lo alto. Despu¨¦s fue a buscarlos, para ahorrarles descender las empinadas cuestas del barrio bajo la lluvia. En el camino, le par¨® la polic¨ªa. Zaninetta dej¨® que los agentes revisaran el veh¨ªculo y ellos le dejaron ir en cuanto dijo que iba a recoger turistas. En realidad se quedaron vigilando el coche, tanto por radio como por WhatsApp, seg¨²n divulg¨® la TV Globo. Lo de los turistas pod¨ªa ser una excusa para transportar traficantes.
Cuando Zaninetta entro en el Largo do Boiadeiro (una regi¨®n comercial, pero tambi¨¦n un punto de venta de drogas), la polic¨ªa le orden¨® que se detuviese. ?l no lo hizo. El soldado Lu¨ªs Eduardo de Noronha dispar¨® al aire. El teniente Davi de Santos Ribeiro tambi¨¦n, y alcanz¨® al veh¨ªculo, dos veces. M¨¢s tarde dir¨ªa que en realidad estaba apuntando al suelo. Ambos fueron detenidos el mismo d¨ªa.
Nadie en el coche oy¨® o vio la orden. Solo supieron que algo no iba bien cuando oyeron el primer tiro. Despu¨¦s, otro y luego uno que hizo temblar el veh¨ªculo. La furgoneta blanca que ten¨ªan delante aceler¨®. El italiano, por instinto, tambi¨¦n. Unos 30 metros despu¨¦s cerca de 15 polic¨ªas lo detuvieron. ¡°?Sal del coche, hijo de puta, baja, baja!¡±, le gritaron. ¡°??Por qu¨¦ no has parado?! Est¨¢bamos corriendo detr¨¢s de ti para que parases!¡±. El hermano de Esperanza intent¨® salir del veh¨ªculo. Ella se cay¨® sobre el asiento. En el hospital Miguel Couto solo tuvieron que certificar la defunci¨®n. ¡°Fue una situaci¨®n realmente surrealista, sin ning¨²n sentido, estoy muy sacudido¡±, le cuenta el conductor al EL PA?S por escrito. Se niega a hablar m¨¢s sobre el caso.
El polic¨ªa no deber¨ªa haber disparado
Ning¨²n protocolo policial justifica actuar as¨ª. Esto no quiere decir que este comportamiento sea in¨¦dito en la polic¨ªa de R¨ªo de Janeiro: en octubre de 2015 mataron a dos chavales que pensaban que iban armados con un fusil cuando en realidad ten¨ªan un gato hidr¨¢ulico. La polic¨ªa sabe justificar estos incidentes. Por ejemplo, uno de sus portavoces, el Mayor Blaz, habl¨® de la "mala conducta" de sus colegas aquel lunes a?adiendo: "Reconocemos el ambiente de estr¨¦s en el que los polic¨ªas han vivido en los m¨¢s de 30 d¨ªas que llevan ocupando la Rocinha, sobre todo un d¨ªa en el que compa?eros suyos hab¨ªan sido heridos".
La Polic¨ªa Civil, responsable de la investigaci¨®n, lleg¨® a pedir la prisi¨®n preventiva del teniente que dispar¨® el tiro mortal, acus¨¢ndolo de homicidio intencionado pero un juez deneg¨® la orden. "El agente detenido tiene un expediente inmaculado, sin indicios de que si fuera suelto, reiterar¨ªa su comportamiento", aleg¨®. Solo pidi¨® que el agente saliera de las calles y se dedicase a tareas administrativas. Por ahora los dos agentes siguen presos, hasta que se resuelva otro de sus cr¨ªmenes en la Justicia militar: el disparar un arma de fuego en la v¨ªa p¨²blica.
La muerte de Esperanza es la cuarta de un turista extranjero en una favela de Rio en el ¨²ltimo a?o.
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