El ¡®bachaqueo¡¯ venezolano se instala en la frontera colombiana
Por el r¨ªo Arauca, que separa a los dos pa¨ªses, se mueve un amplio comercio que termina en las calles de Colombia. Los venezolanos regresan con productos de la canasta b¨¢sica
Las canoas cada vez se ven m¨¢s llenas. Los bachaqueros cruzan el r¨ªo Arauca varias veces al d¨ªa. En las barcas cargan naranjas, cebollas, tarros de mayonesa, pasta de tomate, cigarrillos, electrodom¨¦sticos, bolsas llenas de carne de res y de cerdo, cajas repletas de bol¨ªvares. Entre Arauca, en Colombia, y la poblaci¨®n venezolana El Amparo cruza de todo. Quienes llevan la mercanc¨ªa dicen que los mueve el hambre. En su pa¨ªs se conocen como bachaqueros a los revendedores de productos b¨¢sicos. En Arauca el t¨¦rmino ya es familiar, pero contrario a lo que sucede en el pa¨ªs vecino, a este lado de la frontera lo que ofrecen no es de primera necesidad y los precios est¨¢n por debajo del mercado local.
Lisbeth Colmenares ense?a sus pies para contar lo que pasa despu¨¦s de que descargan sus maletas en Colombia. Est¨¢n hinchados de tanto caminar. Desde hace un par de meses se baja de la canoa para recorrer las acaloradas calles de Arauca con una canasta de mercanc¨ªa en el hombro. ¡°Para esto hay que estar dispuesto a andar y andar, a que te digan no, a que te manden a la polic¨ªa¡±, dice. Tiene 28 a?os y dos hijos, a los que ha tenido que dejar en Barquisimeto mientras viaja a buscar comida. Siempre cruza el r¨ªo cargando algo. A Arauca llega con carteras, corta¨²?as, bol¨ªgrafos, lo que pueda comprar en su pa¨ªs para vender del otro lado. De regreso a Venezuela lleva un malet¨ªn con paquetes de arroz, az¨²car y botellas de aceite. ¡°Es dif¨ªcil ir casa por casa, siempre hay que explicar por qu¨¦ estamos aqu¨ª¡±. Pero en ese pueblo hay pocas dudas de qu¨¦ es lo que pasa al otro lado del r¨ªo.
Alba Pinilla es l¨ªder comunal de uno de los asentamientos que en los ¨²ltimos meses se ha llenado de venezolanos y la primera palabra que menciona cuando habla de las familias que ahora son parte de su vecindario es hambre. ¡°Ellos llegan con hambre. Traen cosas para vender porque es la ¨²nica forma de conseguir algo para hacer un mercado b¨¢sico, necesitan ayuda¡±. La oficina de Migraci¨®n registra en esa frontera el movimiento de 2.800 de ciudadanos venezolanos por d¨ªa. El dato corresponde solo a los que atraviesan el puente internacional Jos¨¦ Antonio P¨¢ez, el ¨²nico paso legal de los 40 que existen en esa zona y de los que no se tiene certeza de cu¨¢nta gente cruza. Seg¨²n datos oficiales, en Colombia hay 469.731 venezolanos, 170.000 entraron al pa¨ªs de forma irregular y a 97.667 ya se les cumpli¨® el tiempo de permanencia. En los 2.219 kil¨®metros que separa a ambos pa¨ªses, el l¨ªmite con Arauca est¨¢ marcado en su mayor¨ªa por agua.
Miguel Landaeta lleg¨® por el r¨ªo. Se ha hecho popular por el queso y el pescado que trae de su pa¨ªs. Aunque le va bien y casi siempre logra vender la mercanc¨ªa en menos de tres horas dice que no es suficiente para sostener a su familia. ¡°En el camino me toca dejar algo a la Guardia venezolana para que me dejen salir y estando ac¨¢ corro el riesgo de que la polic¨ªa me quite todo¡±. No es muy claro cuando explica de d¨®nde sale la mercanc¨ªa que vende y c¨®mo, si hay escasez, la consigue. "Todav¨ªa hay cositas, sobre todo de las que no son indispensables para vivir y eso es lo que traemos". Tampoco es claro cu¨¢l es el protocolo para la incautaci¨®n de contrabando, si es que as¨ª es que las autoridades catalogan el rebusque de estos ciudadanos. El pasado 18 de octubre, varios carros de la Polic¨ªa con uniformados armados arrasaron, sin mediar palabra, con los puestos de venta de carne y pescado que con el paso del tiempo han ido acomodando los venezolanos entre uno que otro nacional en la ribera del r¨ªo Arauca. ¡°Nos quitan unas cantidades de carne que no son nada comparado con el tr¨¢fico de ganado que existe¡±, dice uno de los vendedores que pide que no le tomen fotos y se niega a dar su nombre. Otro, de nacionalidad colombiana, reclama que no haya suficientes controles en la frontera y que las autoridades esperen a que los vendedores ya est¨¦n instalados en las calles para hacer presencia.
En junio pasado reapareci¨® despu¨¦s de nueve a?os un brote de fiebre aftosa en Colombia. El primer foco se registr¨® justamente en Arauca y seg¨²n el Ministerio de Agricultura se dio por unos bovinos procedentes de Venezuela. El Gobierno colombiano anunci¨® recompensas para los que den pistas sobre las estructuras del crimen organizado que -aseguran- est¨¢n detr¨¢s del contrabando de ganado. Mientras logran llegar a las mafias, miles de reses han sido sacrificadas. El problema parece estar lejos de terminar, se calcula que un novillo se vende en Venezuela a lo que equivalen 300.000 pesos colombianos (unos 100 d¨®lares), mientras de este lado de la frontera se comercializa en m¨¢s de dos millones de pesos (664 d¨®lares).
Los l¨ªderes y organizaciones de derechos humanos que han acompa?ado a los venezolanos no desconocen la necesidad de controlar el paso de mercanc¨ªa y de animales, pero piden mayor atenci¨®n a los gritos de auxilio de quienes cruzan la frontera con hambre. El gobernador de Arauca, Ricardo Alvarado, ha reconocido que no tienen la capacidad de responder ante la llegada de tantos migrantes y ha pedido ayuda al Gobierno central para afrontar ese desaf¨ªo. El presidente Juan Manuel Santos ha asegurado que existe un plan para aumentar recursos en las regiones ante la presencia inesperada de venezolanos.
La necesidad de esas ayudas se hace evidente en Arauca. En el asentamiento Brisas del Puente, a orillas de r¨ªo, viven m¨¢s de 200 familias. Hasta hace un par de a?os eran colombianos desplazados por la violencia, v¨ªctimas del conflicto que no les qued¨® m¨¢s remedio que refugiarse en casas de lata porque la guerra las sac¨® de sus fincas, pero ahora los ciudadanos del pa¨ªs vecino parecen ser mayor¨ªa. Durante los seis primeros meses del a?o, 690 venezolanos manifestaron tener como destino Arauca cuando entraron al pa¨ªs. Carolina Hidalgo fue una de ellas. Tiene 32 a?os, cinco hijos y un nieto. Trabaja cuidando motos cerca al mercado del pueblo. Est¨¢ de sol a sol tapando los asientos con cartones, cuidando las bolsas con el mercado a cambio de cualquier moneda. ¡°Al principio sent¨ª rechazo. Hay discriminaci¨®n, no nos ven con buenos ojos¡±. Repite lo que se escucha en todo el pueblo, que la situaci¨®n en su pa¨ªs es dif¨ªcil, que no tienen para comer, que no se consiguen los productos b¨¢sicos de la canasta familiar, que hay inseguridad. ¡°All¨¢ las cosas no se van a arreglar pronto, ten¨ªamos que salir, as¨ª nos tocara dejara nuestra casa¡±, dice con tristeza. Su vivienda era de ladrillo y cemento, en la que vive ahora es de latas, no tiene agua potable.
Alba Lizarazo, Personera de Cravo Norte, otro pueblo de esa regi¨®n, reconoce que Colombia no estaba preparada para recibir migrantes. ¡°No hay c¨®mo responderles". A su llegada masiva se suma la situaci¨®n de las personas que ya estaban ac¨¢ con necesidad de ayuda. ?scar Vanegas, personero de Puerto Rond¨®n, otra poblaci¨®n cercana, reitera la preocupaci¨®n de su colega. ¡°En las regiones estamos sufriendo el impacto. Hay una crisis humanitaria, no hay suficiente empleo, la red hospitalaria es insuficiente. Colombia necesita una pol¨ªtica para recibir migrantes¡±, reclama. El Consejo Noruego para los Refugiados y ACNUR han abierto sus puertas para asesorar a los venezolanos en los tr¨¢mites legales. Muchos no saben a d¨®nde acudir o a qu¨¦ tienen derecho.
Migraci¨®n dice que en esa regi¨®n 210 menores han sido registrados en el sistema educativo y que al menos 290 venezolanos han recibido atenci¨®n, pero las canoas siguen cruzando el r¨ªo repletas de gente y mercanc¨ªa y todav¨ªa hay pasos que ni las ONG han podido pisar. El Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), la guerrilla que avanza en un di¨¢logo con el Gobierno colombiano, tiene el dominio en algunos cruces. En abril, la prensa nacional registr¨® el secuestro de un comerciante a manos de ese grupo ilegal. La v¨ªctima, que despu¨¦s de dos meses logr¨® escapar, hab¨ªa llegado del estado Apure, Venezuela. Cinco meses despu¨¦s, dos ciudadanos de ese mismo pa¨ªs fueron asesinados. El ELN sigue mandando en la zona, incluso sobre el tr¨¢nsito de venezolanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.