Si aterroriza, ?por qu¨¦ no es terrorismo?
?Cu¨¢ndo una matanza es un acto terrorista? ?Qu¨¦ diferencia los ataques de Manhattan y Las Vegas?
El FBI pone de ejemplo al matrimonio Miller. Jerad y Amanda mataron el 8 de junio de 2014 a tres personas en Las Vegas. Primero entraron en una pizzer¨ªa donde almorzaban dos agentes de la polic¨ªa, Igor Soldo y Alyn Beck. Les tirotearon hasta acabar con su vida. En su huida, los Miller entraron en un centro comercial Walmart y empezaron a disparar. El joven Joseph Wilcox trat¨® de parar a Jerad sin darse cuenta de que iba acompa?ado de su mujer. Ella le mat¨®. Los Miller eran conocidos en las redes por sus proclamas antigubernamentales y conspiranoicas. Dejaron una nota en la pizzer¨ªa en la que anunciaban el inicio de la "revoluci¨®n". Era un mensaje para el entonces presidente Barack Obama, diana de su animadversi¨®n. Para el FBI esto es un ejemplo de "terrorismo nacional" ?Se podr¨ªa aplicar a la matanza en la iglesia baptista de Sutherland Springs (Texas) del domingo? ?Qu¨¦ le diferencia del ataque con una furgoneta en Manhattan en la fiesta de Halloween?
No hay una definici¨®n de terrorismo; hay muchas ¡ªni siquiera la ONU ha logrado encontrar la suya en 70 a?os de historia¡ª. Cada C¨®digo Penal tiene la suya y algunas se parecen. El estadounidense es m¨¢s parco que el franc¨¦s, que a su vez no dista mucho del espa?ol. Grosso modo, los analistas consultados coinciden en un requisito fundamental: la motivaci¨®n pol¨ªtica. "Un tiroteo masivo y un ataque terrorista son dos cosas muy diferentes", dice John Horgan, analista estadounidense de la Universidad de Georgia. "Podr¨ªamos pensar que son lo mismo porque el dolor, trauma y devastaci¨®n no son diferentes y las v¨ªctimas parecen [elegidas] al azar. Pero un tiroteo masivo sin motivaci¨®n pol¨ªtica no puede ser terrorismo".
El c¨®digo espa?ol
El c¨®digo penal espa?ol, reformado en 2015, incide tambi¨¦n en la finalidad del delito para su calificaci¨®n como "terrorista". Ser¨¢ as¨ª considerado cuando subvierta el orden constitucional, desestabilice las instituciones u obligue a los poderes p¨²blicos a hacer o no hacer algo; altere gravemente la paz p¨²blica; desestabilice una organizaci¨®n internacional, o provoque un estado de terror en la poblaci¨®n o parte de ella.
Devin Kelley, el atacante de?Sutherland Springs, mat¨® a 26 personas en su asalto a la ¨²nica iglesia baptista de la localidad. La definici¨®n de terrorismo del FBI dice que el atacante puede seguir ideolog¨ªas de naturaleza "pol¨ªtica, social, racial, medioambiental y religiosa". ?Ser¨ªa el motivo religioso el que sirvi¨® a Kelley? La investigaci¨®n ha puesto algo de luz a la matanza: lo hizo por venganza contra su suegra, que frecuentaba la iglesia. Fin del debate.
Otra cosa es la brutal masacre cometida por Stephen Paddock contra los asistentes a un concierto en Las Vegas el pasado 1 de octubre. Murieron 58 personas. De nuevo las im¨¢genes de terror, de dolor. Un ataque absolutamente indiscriminado: un hombre de 64 a?os disparando al azar con su fusil desde una habitaci¨®n de hotel. La mayor matanza de estas caracter¨ªsticas en EE UU. Pero no es, a tenor de las pesquisas, terrorista. El C¨®digo Penal estadounidense dice que un acto de terrorismo nacional debe pretender intimidar o coaccionar a la poblaci¨®n civil, influir en el Gobierno a trav¨¦s del asesinato, destrucci¨®n masiva o secuestro. Pese a la magnitud, la masacre de Paddock, del que apenas se sabe que jugaba mucho y se arm¨® hasta los dientes, no encaja en la lista de actos terroristas. "No hay motivaci¨®n pol¨ªtica", se?ala Mia M. Bloom, experta canadiense en terrorismo y autora del ensayo Morir matando: la seducci¨®n del terror suicida.?
La frontera entre el ataque y el atentado est¨¢ sin duda en la intenci¨®n y motivo y no en el modus operandi. El pasado 21 de agosto, pocos d¨ªas despu¨¦s del atentado con una furgoneta en La Rambla de Barcelona, un individuo embisti¨® con su veh¨ªculo dos paradas de autob¨²s en la ciudad de Marsella (Francia). Muri¨® una persona. Pero el autor del atropello ten¨ªa problemas psiqui¨¢tricos.?¡°No hay ning¨²n elemento que permita calificar este acto de terrorista¡±, dijo el fiscal Xavier Tarabeux. La responsabilidad penal se diluye en caso de un problema de salud mental.
El C¨®digo Penal franc¨¦s define por un lado "acto de terrorismo" como aquel que lleva a cabo un individuo o colectivo de forma intencionada con el objetivo de alterar el orden p¨²blico a trav¨¦s de intimidaci¨®n o terror; por otro, describe el "atentado" como un acto de violencia que pone en peligro las instituciones de la Rep¨²blica o la integridad territorial. Eso persegu¨ªa la c¨¦lula del Estado Isl¨¢mico (ISIS, en sus siglas en ingl¨¦s) que perpetr¨® los ataques simult¨¢neos en los que fueron asesinadas 130 personas el 13 de noviembre de 2015 en Par¨ªs. Eso y m¨¢s: castigar la colaboraci¨®n de Francia en la coalici¨®n antiyihadista, asesinar a los infieles, musulmanes entre ellos, que no siguen la ley isl¨¢mica a rajatabla...
M¨¢s cuestionable parec¨ªa la calificaci¨®n de terrorista de Yassin Salih, el hombre que decapit¨® a su jefe y atac¨® una empresa de gas cerca de Lyon en junio de 2015. Imit¨® el m¨¦todo ISIS, pero declar¨® tras su detenci¨®n que no ten¨ªa v¨ªnculos con el grupo y que hab¨ªa una disputa profesional. Una postura inusual entre los asesinos del grupo yihadista. Finalmente le imputaron un delito de asesinato con fines terroristas, pero se quit¨® la vida antes de su juicio. Otra rara avis entre los del ISIS.
"No hay consenso sobre la definici¨®n de terrorismo", explica el analista norteamericano Max Abrahms, "y no la habr¨¢ nunca por los Gobiernos usan el t¨¦rmino para deslegitimar a sus enemigos". Sobre esto, dos ejemplos recientes: el turco Recep Tayyip Erdogan y el sirio Bachar el Asad. Ambos han abusado del t¨¦rmino "terrorista" para definir elementos de la oposici¨®n. Y si bien esta pr¨¢ctica no se extiende a democracias asentadas, s¨ª contribuye a descargar paulatinamente la palabra terrorismo de su significado. Abrahms admite no obstante que entre acad¨¦micos hay mayor consenso que entre pol¨ªticos. "Definimos terrorismo", se?ala, "a partir de tres criterios: actos cometidos por actores no estatales contra objetivos civiles con alg¨²n tipo de objetivo pol¨ªtico".
Esta ¨²ltima parte, la motivaci¨®n pol¨ªtica, apunta Abrahms, es la que no ten¨ªa Kelley, el asesino de la iglesia baptista. "As¨ª que el acto", defiende, "aunque terror¨ªfico, no es terrorismo".
Pero s¨ª lo fue el de Sayfullo Saipov, el uzbeko de 29 a?os, autor de la muerte de ocho personas el pasado Halloween en Manhattan. Este consumidor voraz de propaganda yihadista dej¨® una nota en su veh¨ªculo en la que dec¨ªa actuar en nombre del ISIS. Precisamente el reconocimiento y la adhesi¨®n al grupo motivador es rasgo fundamental del acto terrorista.
Mia M. Bloom coincide en que sin motivaci¨®n pol¨ªtica solo hay "simple violencia". De nuevo, la intenci¨®n manda independientemente del escenario. Bloom, pone dos ejemplos muy diferentes: el asesinato de nueve afroamericanos a manos del supremacista Dylann Roof en junio de 2015 en una iglesia de Charleston (EEUU) y el ataque perpetrado por el americano-israel¨ª Baruch Goldstein en una mezquita de Hebr¨®n (Cisjordania) en febrero de 1994, con un balance de 29 palestinos muertos. El primero, Roof, fue condenado a muerte por cr¨ªmenes de odio. El segundo, Goldstein, muri¨® durante el ataque por los golpes de los supervivientes. Estaba vinculado al movimiento ultranacionalista Kach, a la postre considerado terrorista, y por esto, aunque de forma t¨ªmida en la prensa de la ¨¦poca, se ha a?adido a la lista de ataques terroristas jud¨ªos de envergadura.
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