Estados Unidos denuncia la ¡°limpieza ¨¦tnica¡± contra los rohingya en Myanmar
Tillerson sugiere la posibilidad de imponer sanciones a los responsables de las "horrendas atrocidades"
La pesadilla se repite. El mismo d¨ªa en que el general serbobosnio Ratko Mladic era condenado a cadena perpetua por genocidio, Estados Unidos consideraba como ¡°limpieza ¨¦tnica¡± las brutales matanzas perpetradas por los militares birmanos contra la etnia rohingya. Una sangr¨ªa que ha empujado a m¨¢s de 600.000 rohingyas a escapar del pa¨ªs y ha recordado algo tan antiguo como sabido: que la barbarie sigue viva.
La declaraci¨®n del Departamento de Estado, coincidente con la dada por la ONU hace un mes, llega despu¨¦s de la visita girada por su responsable, Rex Tillerson, a Myanmar (antigua Birmania). Ah¨ª, se reuni¨® con la erosionada l¨ªder civil, la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, y el jefe del Ej¨¦rcito, el general Min Aung Hlain. En un tono moderado, pidi¨® entonces una investigaci¨®n cre¨ªble y dej¨® la puerta abierta a sanciones econ¨®micas, aunque evit¨® entrar en las responsabilidades directas.
Una semana despu¨¦s, la Casa Blanca ha roto con su frialdad y en una dur¨ªsima nota entona un canto en favor de la etnia perseguida. ¡°La prueba de fuego para cualquier democracia es c¨®mo trata a su poblaci¨®n m¨¢s marginada y vulnerable, y eso son los rohingya. El Gobierno birmano y sus fuerzas de seguridad deben respetar los derechos humanos de todas las personas dentro de su territorio y exigir responsabilidades a todos los que no cumplan¡±, indica el Departamento de Estado.
Bajo esta perspectiva, Tillerson no deja de condenar los ataques de la guerrilla rohingya, el Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n de Rajine (ARSA, por sus siglas en ingl¨¦s), del pasado 25 de agosto, pero no acepta la reacci¨®n del ej¨¦rcito birmano. ¡°Ninguna provocaci¨®n puede justificar las horrendas atrocidades que han cometido. Estos abusos llevados a cabo por militares, fuerzas de seguridad y vigilantes locales han causado un sufrimiento inmenso y han forzado a miles de hombres, mujeres y ni?os a abandonar sus hogares y buscar refugio en Bangladesh. Est¨¢ claro que esta situaci¨®n en el norte de Rakhine constituye una limpieza ¨¦tnica contra los rohingya¡±.
Ante los desmanes, Estados Unidos exige responsabilidades, est¨¢ dispuesto a imponer sanciones por su cuenta y apoya la apertura de una investigaci¨®n "independiente y cre¨ªble". Todo ello no le impide lanzar un salvavidas al Gobierno civil de Aung San Suu Kyi, cuyo silencio ante las matanzas perpetradas por los militares han puesto en la picota internacional.
"Nos reafirmamos en nuestro apoyo de la exitosa transici¨®n democr¨¢tica y los esfuerzos del Gobierno por desarrollar reformas y traer la paz y la reconciliaci¨®n a la naci¨®n. Respaldamos los esfuerzos del Ejecutivo birmano para crear las condiciones necesarias para la vuelta a casa de los desplazados. Esta es una situaci¨®n dif¨ªcil y compleja; todas las partes deben trabajar juntas para lograr un progreso", se?ala el Departamento de Estado.
Las fuerzas de seguridad birmanas niegan haber matado a ¡°bengal¨ªes inocentes¡± y solo admiten la muerte de 376 ¡°terroristas¡± debido a los enfrentamientos con el Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n de Rajine. El pa¨ªs, de mayor¨ªa budista, no reconoce a los rohingya como una de sus 135 etnias oficiales y les considera inmigrantes bengal¨ªes, pese a llevar siglos viviendo en Birmania.
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