El declive del ISIS abre la inc¨®gnita sobre la estrategia de Trump en Siria

El presidente Donald Trump, siempre cr¨ªtico con las aventuras militares en el extranjero de sus predecesores, se aproxima cada vez m¨¢s a un dilema. El declive territorial del Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas inglesas) abre la inc¨®gnita sobre cu¨¢l es la estrategia a medio y largo plazo de Estados Unidos en Siria. Trump ha mantenido la esencia de la campa?a militar de la Administraci¨®n de Barack Obama contra el grupo yihadista, pero en el terreno diplom¨¢tico ha titubeado sobre el futuro del dictador sirio, Bachar el Asad, que sale reforzado de la guerra civil, y ha abogado por cooperar con Rusia.

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El paisaje actual en el laberinto sirio, repleto de intereses y efectos entrecruzados, alimenta un sinf¨ªn de interrogantes. ?Romper¨¢ EE UU sus lazos con las milicias kurdas, como ha empezado a hacer para contentar a Turqu¨ªa, o avalar¨¢ que mantengan un control territorial? ?Reducir¨¢ el Pent¨¢gono su presencia militar, como hizo este lunes Rusia? ?Buscar¨¢ Trump su anhelada colaboraci¨®n con el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, principal valedor de El Asad (con el que se acaba de reunir en Siria) y guardi¨¢n de su supervivencia desde el inicio en 2015 de la campa?a militar rusa en el pa¨ªs ¨¢rabe?

¡°La gente cercana a Trump dice que no es ideol¨®gico, sino esencialmente pragm¨¢tico, lo que m¨¢s le importa es el ¨¦xito. Ahora mismo, el objetivo de Estados Unidos es limitar da?os en Siria¡±, dice en una entrevista en Washington el intelectual franc¨¦s Dominique Mo?si, analista del Institut Montaigne y cofundador del Instituto Franc¨¦s de Relaciones Internacionales.

El experto se pregunta si ese af¨¢n de evitar repercusiones negativas puede derivar en un acercamiento a Rusia o afectar al futuro de El Asad. Cree que la Administraci¨®n Trump a¨²n no tiene respuestas. No hay una hoja de ruta definida, como tampoco existe una doctrina exterior de Trump m¨¢s all¨¢ de fervores aislacionistas y de contundencia militar.

Dos d¨ªas antes de ordenar en abril un bombardeo contra el r¨¦gimen sirio en represalia por un ataque qu¨ªmico contra civiles, la Casa Blanca declin¨® pedir la salida de El Asad, rompiendo con la posici¨®n de la Administraci¨®n Obama. Tras la acci¨®n militar, y como repiti¨® recientemente la portavoz de Trump, se volvi¨® a reclamar la renuncia del presidente sirio aunque Washington no ha hecho ning¨²n movimiento en esa direcci¨®n y ha mantenido la lucha contra el ISIS como el pilar de su estrategia en Siria.

'Realpolitik'

Mo?si cree que la visi¨®n de EE UU sigue impregnada, como en los ¨²ltimos a?os, por aires de la realpolitik de Henry Kissinger, exsecretario de Estado y asesor en la sombra de Trump: empezar una negociaci¨®n sobre el futuro de Siria con El Asad en la mesa pero acabarla sin ¨¦l. El experto advierte, sin embargo, de que ese escenario es cada vez ¡°menos realista¡± y cree que El Asad probablemente seguir¨¢ en el poder ante la percepci¨®n de las grandes potencias de que, dada la amenaza terrorista, cualquier alternativa ser¨ªa peor.

El ocaso territorial del ISIS, tras tres a?os de campa?a militar liderada por EE UU, ha fortalecido al r¨¦gimen sirio y sus principales valedores (Rusia e Ir¨¢n), mientras que ha debilitado a¨²n m¨¢s a la amalgama de opositores moderados respaldados por Occidente. Desde la semana pasada, la ONU intenta en Suiza reactivar la incipiente b¨²squeda de una soluci¨®n diplom¨¢tica a seis a?os de sangrienta guerra civil, en la que han muerto m¨¢s de 340.000 personas y 11 millones han abandonado sus hogares.

¡°Rusia ha ganado esa batalla. Han restablecido cierto sentir de indispensabilidad, el concepto que estaba asociado a Am¨¦rica se est¨¢ ligeramente moviendo hacia Rusia en el caso de Oriente Pr¨®ximo¡±, concluye Mo?si.

Para Christopher Meserole, experto sobre Oriente Pr¨®ximo en Brookings Institution, un laboratorio de ideas en Washington, la baza militar le permite a EE UU mantener cierta influencia sobre el r¨¦gimen sirio. El Pent¨¢gono anunci¨® el pasado mi¨¦rcoles que tiene 2.000 soldados en Siria, cuatro veces que la cifra conocida p¨²blicamente, y dijo que seguir¨¢n en el pa¨ªs "el tiempo que sea necesario", evitando dar plazos. Trump dio plenos poderes en marzo a la c¨²pula militar para determinar el n¨²mero de efectivos. Su funci¨®n consiste en apoyar a las milicias contrarias al ISIS (enemigo en com¨²n de El Asad), pero son difusos los l¨ªmites sobre si pueden entrar en combate.

¡°Esas fuerzas dan a la Administraci¨®n Trump un asiento clave en la mesa durante las conversaciones de paz en Ginebra¡±, escribe Meserole en un correo. Cree que, aunque se ralentice la campa?a contra el ISIS, EE UU no reducir¨¢ el n¨²mero de militares sobre el terreno hasta que se logre una ¡°soluci¨®n diplom¨¢tica estable¡±.

Sin embargo, el experto advierte de que Trump persigue una compleja dualidad en la resoluci¨®n del polvor¨ªn sirio, en el que las potencias compiten por mantener sus esferas de influencia. Por un lado, Trump y Putin prefieren dejar a El Asad en el poder porque es una ¡°fuente de estabilidad contra el yihadismo¡±. Por otro, EE UU, a diferencia de Rusia, quiere al mismo tiempo rebajar la creciente influencia en la regi¨®n de Ir¨¢n y de sus milicias, que tambi¨¦n luchan contra el ISIS pero apoyan al r¨¦gimen sirio. ¡°Conseguir ambos objetivos ser¨¢ un dif¨ªcil acto de equilibrios y no est¨¢ claro que la Casa Blanca tenga las habilidades diplom¨¢ticas para lograrlo¡±, sostiene Meserole.