Los que empujan para que Serbia sea europea
El apoyo del 47% de la poblaci¨®n a la entrada del pa¨ªs en la UE muestra una modernizaci¨®n creciente de la sociedad, aunque tan lenta que a veces cuesta apreciarla
En el U-Turn, un pub abierto en una antigua f¨¢brica de cerveza de Belgrado, la gente se lo est¨¢ pasando bien. Un DJ con sombrero pincha en un rinc¨®n de este local de ladrillo y viejas ventanas de madera. Le rodean artistas, publicistas, editores y arquitectos que leen a Erlend Loe y Andy Weir, escuchan podcasts de Radio Lab y amueblan sus apartamentos en Ikea. J¨®venes serbios, ni?os durante la guerra, que no cargan sobre los hombros con las atrocidades del pasado y tienen la mirada puesta en Europa.
Serbia tiene todas las papeletas para ser el pr¨®ximo pa¨ªs que ingrese en la Uni¨®n Europea como miembro de pleno derecho. El pol¨ªtico que lidera la adhesi¨®n, el presidente Aleksander Vucic, no necesit¨® ir a una segunda vuelta en las elecciones de abril para refrendar su victoria presidencial; su triunfo fue aplastante. En un intento de modernizar el pa¨ªs y emitir se?ales positivas hacia Bruselas, nombr¨® despu¨¦s primera ministra a Ana Brnavic, europe¨ªsta convencida y primera l¨ªder abiertamente gay en un pa¨ªs del Este.
Las encuestas respaldan la aventura. El 47% de los ciudadanos apoya la entrada en el bloque, frente a un 29% que se opone, seg¨²n un sondeo de la oficina de integraci¨®n de Serbia en la UE. Ese sondeo tiene otro dato m¨¢s escondido que resulta tambi¨¦n interesante: el 25%, el mayor n¨²mero en este caso, cree que Rusia es el mayor benefactor del pa¨ªs desde el a?o 2000, lo que no es cierto. Los miembros de la UE han sido los mayores donantes con diferencia, con una inversi¨®n de 2.700 millones de euros. M¨¢s: las inversiones de empresas europeas (12.700 millones) superan por siete las rusas (1.600).
Natasa Dragojlovic, de 43 a?os, cree que, si uno se para a mirar un instante, Serbia est¨¢ transform¨¢ndose aunque tan lentamente que en ocasiones es dif¨ªcil de apreciar. No se trata de una foto fija aunque lo parezca. ¡°Somos una sociedad muy conservadora y eso hace que cualquier cambio lleve mucho tiempo. Pero cr¨¦ame, estamos constante evoluci¨®n¡±, a?ade Dragojlovic, coordinadora de NCEU, una plataforma ciudadana que participa en el proceso de negociaci¨®n entre Belgrado y Bruselas.
Ella cree que todav¨ªa hay mucho que avanzar en cuanto a libertad de prensa (apenas hay medios cr¨ªticos con el Gobierno) o el combate contra la corrupci¨®n, por poner dos ejemplos, pero atisba resquicios por los que las opiniones de la sociedad civil se est¨¢n colando en las discusiones del poder. ¡°Por primera vez nos escuchan. Si tenemos una cr¨ªtica sobre algo concreto se nos tiene en cuenta. Esto hace unos a?os era impensable¡±, hace balance.
Hay quien cree que Serbia debe caminar decidida hacia Bruselas pero ven conveniente que la UE tambi¨¦n d¨¦ pasos decisivos, incluso antes de cumplir todos los requisitos. Un desarrollo de la naci¨®n por ¨®smosis. En caso contrario el proceso podr¨ªa alargarse en exceso y desgastar hasta a los m¨¢s entusiastas. ¡°No estaremos preparados a corto plazo. La UE tiene que meternos dentro y desde ah¨ª finiquitar¨ªamos las reformas¡±, opina Vladimir Peric, un activista y estudiante de doctorado de Ciencias Pol¨ªticas que aparece de vez en cuando en la prensa serbia por sus batallas judiciales con el Gobierno.
Peric, de 36 a?os, est¨¢ procesado por pasearse por Belgrado con una pancarta y un meg¨¢fono llamando dictador al presidente Vucic. Ve en esta causa una persecuci¨®n judicial por sus ideas, lo que a su juicio habla de la mala calidad de la libertad de expresi¨®n en Serbia, algo que solo se puede solucionar, explica, con m¨¢s democracia y apertura. Dice que no tiene dinero para pagar la multa en caso de que lo condenen y lo m¨¢s probable es que acabe en prisi¨®n. Es europe¨ªsta pese a que su abuelo pele¨® fusil con fusil junto a los rusos durante la Segunda Guerra Mundial. ?No hay una contradicci¨®n aqu¨ª? ¡°No, mi familia siempre lucha por la libertad, no importa de qu¨¦ lado. Y ese ideal ahora es europeo¡±, responde.
Aunque a ¨¦l no le ocurre, una parte del pa¨ªs parece inmerso en una paradoja, sobre todo los m¨¢s j¨®venes. Al 42% le gustar¨ªa ver implementado el sistema pol¨ªtico del ruso Vlad¨ªmir Putin en su pa¨ªs, seg¨²n una encuesta de Euro-Atlantic Estudies (CEAS), pero a la vez el 70% elige Estados Unidos o Europa como el lugar ideal donde vivir. Dos tensiones latentes, por un lado el ideal de una autocracia, una naci¨®n con grandes l¨ªderes de tintes mesi¨¢nicos; y por el otro la democratizaci¨®n de la sociedad y el Estado de derecho.
El propio Vucic, amigo de Putin, podr¨ªa parecer dudoso entre Bruselas y Mosc¨², una ambig¨¹edad que a veces le han reprochado los l¨ªderes europeos, pero sus declaraciones y las reformas emprendidas para cumplir con los est¨¢ndares de la Uni¨®n van en una ¨²nica direcci¨®n. Ministro durante el ¨²ltimo Gobierno de Slobodan Milosevic, el antiguo dictador que condujo a su pa¨ªs a la guerra, de joven fue un ultranacionalista serbio empapado de ret¨®rica b¨¦lica y patriotera. Cre¨® un partido m¨¢s moderado, aunque conservador en su esencia, y comenz¨® un viraje personal y pol¨ªtico que parece destinado a finalizar en Bruselas. Su meta es conseguir acceder al club de los Veintisiete en 2022, aunque l¨ªderes europeos ven 2025 como una fecha m¨¢s realista.
Algunos analistas pol¨ªticos consideran que el presidente hace un doble juego. Abraza los valores europeos, se muestra como un reformador, y a la vez, de puertas para dentro, ense?a al nacionalista serbio que le hace tan popular. La semana pasada, Vucic critic¨® la condena por genocidio de los musulmanes de Bosnia de Ratko Mladic, y al mismo tiempo pidi¨® a los serbios que miren al futuro y no se lamenten m¨¢s sobre lo que ocurri¨® en el pasado. En ning¨²n momento lament¨® lo ocurrido.
¡°El Parlamento est¨¢ lleno de gente que estuvo con Milosevic¡±, dice Gavrilo Vucetic, un estudiante de cine y televisi¨®n de 21 a?os. Est¨¢ acusado, junto a Pavle Terzic, de 22, alumno de arte dram¨¢tico, de organizar las protestas ¡°ilegales¡± contra la victoria de Vucic en abril, que sacaron a miles de personas a la calle en Belgrado. Son una especie de h¨¦roes locales que han desafiado al sistema, al que consideran ¡°una dictadura¡±. Vucetic explica que cuando nacieron estaban inmersos en una guerra traum¨¢tica y, ahora que se han hecho mayores, viven en una naci¨®n donde los salarios no son buenos (menos de 300 euros el m¨ªnimo), el enchufismo prevalece en la Administraci¨®n p¨²blica y la ¨²nica salida, en ocasiones, es emigrar.
Vucetic no es partidario de ingresar en la UE, Terzic s¨ª. Una de las dudas que ambos arrastran es si en el club de Bruselas les mirar¨¢n mal, como los ¨²nicos b¨¢rbaros culpables de lo que ocurri¨® en los noventa en los Balcanes. Pero pens¨¢ndolo mejor, dicen, es hora de borrar esos fantasmas y buscar una reconciliaci¨®n. Para eso, creen, los j¨®venes, como ellos o los que bailan en el U-Turn, tienen que tener su espacio y que su palabra se tenga en cuenta. Algo se est¨¢ moviendo en Serbia, aunque a simple vista no se vea.
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