Desorden bajo los cielos
Como sucede con varios pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, el 'caso Lava Jato' marca la agenda institucional y pol¨ªtica peruana
Como antigua sede del virreinato m¨¢s importante de Sudam¨¦rica, donde se cultiv¨® exhaustivamente el farise¨ªsmo, Lima tiene clases supuestamente dirigentes que saben por instinto c¨®mo lidiar con el esc¨¢ndalo. Es un asunto de memoria gen¨¦tica que la pr¨¢ctica de cada generaci¨®n transform¨® y puli¨® en un estilo distintivo.
Alfonso Quiroz fue un historiador que pocos a?os antes de su muerte temprana describi¨® en una larga investigaci¨®n hist¨®rica las claves singulares de la corrupci¨®n peruana. Su Corrupt Circles: A History of Unbounded Graft in Peru se public¨® en 2008 en Estados Unidos. La traducci¨®n al espa?ol apareci¨® poco despu¨¦s de su muerte, en 2013, como Historia de la corrupci¨®n en el Per¨², cuya documentada descripci¨®n del latrocinio ancestral que construy¨® buena parte de las genealog¨ªas que ayer y hoy circundan los poderes provoc¨® furias m¨¢s bien silenciosas.
Como sucede ahora con varios otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina ¡ªpero con particular intensidad en este¡ª, el "caso Lava Jato" marca la agenda institucional y pol¨ªtica del pa¨ªs. Los bien heredados y entrenados reflejos del encubrimiento fariseo se encuentran limitados esta vez por un factor quiz¨¢ decisivo: la fuente principal de informaci¨®n viene de fuera, de Brasil, donde los sobornadores en escala industrial de ayer se han obligado, bajo el riesgo de perder sus privilegios legales, a responder lo que sus fiscales decidan preguntarles sobre pasadas fechor¨ªas.
Pero la megadelaci¨®n corporativa de Odebrecht se inici¨® hace m¨¢s de un a?o y la temida avalancha de revelaciones no llega todav¨ªa con fuerza al Per¨² (ni, para el caso, a otras naciones latinoamericanas fuera de Brasil). Ha habido filtraciones y transmisi¨®n informativa oficial de alguna importancia, pero que esbozan todav¨ªa un panorama muy parcial e incompleto del cuadro global de corrupci¨®n.
La mayor parte de los fiscales que viajaba antes a Brasil en procura de informaci¨®n del 'caso Lava Jato' se olvidaba de preguntar por?Keiko Fujimori y Alan Garc¨ªa
Ese mapa en borrador de la corrupci¨®n y sus principales actores, coincidente con el que han trazado la mayor¨ªa de periodistas de investigaci¨®n, funcionarios con experiencia, pol¨ªticos veteranos y ciudadanos suspicaces, es sin duda mucho m¨¢s grave que el que esbozan los oficialmente inculpados hasta hoy. No es que, en la percepci¨®n que menciono, estos sean inocentes, sino que no son los protagonistas principales.
La mayor¨ªa est¨¢ convencida (y las encuestas lo expresan con claridad) de que virtualmente todos los pol¨ªticos importantes recibieron sobornos o por lo menos aportes ilegales de las empresas brasile?as y sus consorciadas nacionales. El problema, un a?o despu¨¦s del inicio de las confesiones de Odebrecht, es que en este caso parece que algunos son menos acusables que otros.
Los menos acusables son, por supuesto, los que mantienen poder y a la vez un coeficiente alto de intimidaci¨®n, que no siempre van juntos. Pedro Pablo Kuczynski, el actual presidente del Per¨², tiene, por ejemplo, un coeficiente de intimidaci¨®n cercano a cero. Su derrotada opositora, Keiko Fujimori, controla una disciplinada y agresiva mayor¨ªa en el Congreso. Su coeficiente es alto, sin sutilezas, y tanto el presidente como su primera ministra mantienen una relaci¨®n cuidadosamente sumisa con esa mayor¨ªa y su fruncida l¨ªder.
El expresidente Alan Garc¨ªa fue contundentemente derrotado en las elecciones pasadas y solo logr¨® una min¨²scula pero experimentada representaci¨®n parlamentaria. Su coeficiente es comparativamente alto porque su organizaci¨®n pol¨ªtica tiene mucha influencia fiscal y judicial, entre otros ¨¢mbitos. Se le adscribe, adem¨¢s, una buena memoria de agravios, excepto los muy contundentes. Con los autores de estos ¨²ltimos puede predecirse alianzas pol¨ªticas en futuros no tan lejanos.
Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos persiguieron a Garc¨ªa en los 90. Nadie lo dir¨ªa a juzgar por la deferencia casi reverencial con que fue recibido el lunes 11 en la llamada comisi¨®n investigadora del "caso Lava Jato" en el Congreso, controlada precisamente por la mayor¨ªa fujimorista.
Tanto Keiko Fujimori como Alan Garc¨ªa han sido hasta ahora los menos tocados por la investigaci¨®n de Lava Jato. La mayor parte de los fiscales que viajaba antes a Brasil en procura de informaci¨®n se olvidaba de preguntar por ellos. Hasta que uno, Jos¨¦ Domingo P¨¦rez, lo hizo hace poco en un interrogatorio a Marcelo Odebrecht en Curitiba. Tuvo respuestas interesantes que comenz¨® a investigar a su retorno en Per¨².
La respuesta del fujimorismo fue acusar constitucionalmente (con fines de destituci¨®n) al fiscal de la Naci¨®n, Pablo S¨¢nchez, por supuesta negligencia en la lucha anticorrupci¨®n. Como digo, las astucias ancestrales est¨¢n hasta en la memoria de los m¨¢s obtusos.
Pero el sorpresivo allanamiento que hizo el fiscal Jos¨¦ Domingo P¨¦rez la semana pasada a dos locales partidarios de Keiko Fujimori, en busca de documentaci¨®n escondida sobre aportes no declarados, alter¨® a todos. En el Per¨² se hace eso solo con los que tienen baj¨ªsimo el mentado coeficiente. Pero este fiscal se atrevi¨®. No solo los fujimoristas quedaron demudados, sino hasta el presidente Kuczynski (y su primera ministra) expresaron una tr¨¦mula discrepancia con la medida, antes de asegurarle p¨²blicamente a Keiko que ¨¦l no ten¨ªa ¡°nada, nada, nadita¡± que ver con la medida. Solo le falt¨® jurar ¡°por diosito¡±, a la usanza local.
En el escenario local de encubrimientos, los viejos controles pierden tracci¨®n e intentan recuperarla, antes de derrapar, con febriles intrigas y tinterilladas. El a?o termina con desorden bajo los cielos que augura interesantes relatos y, de repente, s¨²bitas revelaciones.
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