El primer ministro de Irak quiere a las milicias bajo control estatal
Concluida la guerra contra el ISIS, esas fuerzas se niegan a perder el poder que ganaron combati¨¦ndolo
Tras la guerra contra el Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s), el primer ministro de Irak, Haider al Abadi, se enfrenta ahora al reto de meter el genio de las milicias dentro de la botella del control estatal. Nadie cuestiona la ayuda que las Unidades de Movilizaci¨®n Popular (UMP) han prestado al Ej¨¦rcito y las fuerzas antiterroristas en la recuperaci¨®n del territorio. Sin embargo, concluida esa misi¨®n, no hay unanimidad sobre el futuro de dichos grupos, algunos de los cuales han adquirido enorme poder e influencia pol¨ªtica. Al Abadi intenta transformar sus lealtades partidistas en nacionales.
¡°El Gobierno est¨¢ trabajando para organizar las UMP de acuerdo con el marco legal del Estado y poner todas las armas bajo el control de este¡±, anunci¨® Al Abadi el pasado 15 de diciembre. Poco antes, hab¨ªa recibido el espaldarazo del gran ayatol¨¢ Ali Sistani, la m¨¢xima autoridad religiosa de los chi¨ªes de Irak. A trav¨¦s de su portavoz, Sistani hab¨ªa aconsejado ¡°la integraci¨®n de los voluntarios¡± para que ¡°no sean explotados con objetivos pol¨ªticos¡±. Las palabras del cl¨¦rigo son importantes porque fue un edicto religioso suyo el que dio lugar a la formaci¨®n de las milicias.
A principios de junio de 2014, cuando el ISIS lleg¨® hasta apenas 60 kil¨®metros de Bagdad, Sistani emiti¨® una fetua instando a los iraqu¨ªes a tomar las armas para frenar el avance de los extremistas. Miles de ciudadanos se presentaron voluntarios, pero en lugar de unirse a un Ej¨¦rcito que estaba en entredicho por la desbandada de sus soldados, se organizaron en milicias, la mayor¨ªa asociadas con grupos pol¨ªticos chi¨ªes y financiadas por Ir¨¢n. Aunque fueron clave para dar la vuelta al sentimiento de impotencia inicial, los excesos de algunos de sus miembros en las regiones liberadas las convirtieron en un arma de doble filo que amenazaba con agravar la brecha sectaria.
En un primer intento de poner orden a la proliferaci¨®n de grupos, Al Abadi, que es tambi¨¦n el comandante jefe de las Fuerzas Armadas de Irak, convirti¨® las milicias en parte integrante de los cuerpos de defensa del pa¨ªs a finales de 2016, sin precisar su cometido. El Estado se hizo cargo de los sueldos de sus miembros, que en la actualidad suman 120.000 efectivos. Aunque nominalmente pasaron a obedecerle, nunca han sido una unidad estructurada.
Ya hace meses que en Irak se debate cu¨¢l va a ser el destino de estas fuerzas. L¨ªderes sun¨ªes y kurdos han pedido al primer ministro que las disuelva, ya que las responsabilizan de cometer abusos contra sus comunidades. ¡°Las UMP se crearon ante una emergencia. Deben acabar con el fin de la lucha contra el ISIS. Algunas est¨¢n vinculadas a Ir¨¢n. Adem¨¢s, hay muchas armas fuera del control del Gobierno y eso afecta a la estabilidad¡±, declaraba a EL PA?S Hamed al Mutlaq, un influyente diputado del bloque sun¨ª, el pasado octubre.
Sin embargo, Karim al Nuri, el portavoz de la Organizaci¨®n Badr, el partido que cuenta con la mayor milicia (la Brigada Badr), discrepaba. ¡°El fin del ISIS no significa el fin del terrorismo. Es preferible que estas fuerzas entrenadas permanezcan bajo la supervisi¨®n del Gobierno a que vayan por libre. Por eso defendimos su integraci¨®n en la defensa nacional¡±, explic¨®. ¡°Obedecemos al primer ministro, si no estar¨ªamos fuera de la ley¡±, insist¨ªa.
En cambio, los dirigentes de las milicias m¨¢s poderosas se muestran renuentes a perder la influencia que han alcanzado, e incluso en alg¨²n caso han llegado a decir que no obedecer¨¢n las ¨®rdenes del Gobierno iraqu¨ª. M¨¢s all¨¢ de la resistencia pol¨ªtica a la disoluci¨®n de las milicias, el problema es que no hay alternativas de empleo para sus miembros. De ah¨ª que Al Abadi est¨¦ intentando que las distintas facciones acepten integrarse de manera m¨¢s formal en las estructuras de la defensa nacional.
Desde mediados de mes pasado, la Organizaci¨®n Badr y la Liga de los Justos (Asaib Ahl al Haq) (afiliadas con Ir¨¢n) han proclamado que se desvinculan de sus respectivas milicias y que entregan efectivos y armas al comandante jefe. Con anterioridad, Muqtada al Sadr anunci¨® la disoluci¨®n de sus Brigadas de la Paz. Los analistas se muestran esc¨¦pticos. Ven un mero gesto de sus l¨ªderes ante las pr¨®ximas elecciones, a las que no pueden concurrir grupos armados. ¡°Es un desaf¨ªo para Al Abadi integrar estas fuerzas y transformar sus lealtades pol¨ªticas en nacionales¡±, escribe Ali Mamouri en Al Monitor.
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