Haider al Abadi, el hombre del momento
El primer ministro de Irak recibe un respaldo generalizado por la lucha contra el ISIS y su pol¨ªtica integradora
Pocos apostaban por Haider al Abadi cuando en agosto de 2014, apenas dos meses despu¨¦s de la ofensiva rel¨¢mpago del Estado Isl¨¢mico (ISIS, en sus siglas en ingl¨¦s), recibi¨® el encargo de formar Gobierno en Irak. Tres a?os m¨¢s tarde, sin embargo, ha conseguido lo que parec¨ªa imposible. Ha reconstruido las Fuerzas Armadas, echado a los yihadistas de las regiones de las que se apoderaron entonces y, como guinda, acaba de recuperar los territorios disputados con Kurdist¨¢n y que las tropas de esa regi¨®n aut¨®noma controlaban como resultado de aquel caos. El primer ministro iraqu¨ª es el hombre del momento.
¡°Al Abadi ha conseguido convertirse en un l¨ªder nacional¡±, resume un embajador europeo. Pero el aplauso no llega s¨®lo desde las canciller¨ªas occidentales, deseosas de cerrar el dosier iraqu¨ª casi 15 a?os despu¨¦s de que el derribo de Sadam Husein precipitara al pa¨ªs en el abismo.
En este Irak fracturado por l¨ªneas ¨¦tnicas y sectarias que surgi¨® despu¨¦s de 35 a?os de dictadura baazista, el trabajo de Al Abadi (un musulm¨¢n chi¨ª) ha generado un inusual consenso. ¡°Su forma de hacer las cosas ha ayudado a recuperar Mosul y Kirkuk. Su pol¨ªtica transmite a los iraqu¨ªes la idea de que trabaja para todos. Ha sido una gran diferencia con [Nuri] Al Maliki¡±, concede nada menos que Hamed al Mutlaq, un influyente diputado del bloque sun¨ª que hace apenas dos a?os despotricaba contra el sectarismo gubernamental.
La comparaci¨®n con su predecesor es constante. Aunque ambos pertenecen al mismo partido, el islamista chi¨ª Dawa, la imagen generalizada es que ¡°Al Maliki abri¨® las puertas al sectarismo y Al Abadi las ha cerrado¡±. La necesidad de dejar atr¨¢s las divisiones era especialmente urgente para recuperar a la comunidad sun¨ª, que se sinti¨® alienada por el ascenso al poder de la mayor¨ªa chi¨ª.
Ingeniero de formaci¨®n, Al Abadi (Bagdad, 1952) se doctor¨® en la Universidad de Manchester, donde se implic¨® activamente en Dawa (ilegalizado en Irak) hasta entrar en su ejecutiva. Eso motiv¨® que el Gobierno iraqu¨ª le retirara el pasaporte en 1983. Para entonces, dos de sus hermanos hab¨ªan sido ejecutados y un tercero encarcelado por pertenecer a dicho partido. A su regreso en 2003, particip¨® en el Gobierno provisional y en 2006 entr¨® en el Parlamento. Tras los comicios de 2014, fue elegido vicepresidente de la C¨¢mara. Apenas ejerci¨® un mes antes de convertirse en primer ministro.
El ISIS controlaba un tercio de Irak ante la huida en desbandada de las fuerzas de seguridad; el humillado Ej¨¦rcito rezumaba soldados fantasma, y el orgullo iraqu¨ª estaba por los suelos. Contra todo pron¨®stico, y con una enorme perseverancia, aquel hombre chaparrete y de aspecto bonach¨®n iba a lograr removilizar a decenas de miles de uniformados con la ayuda de aliados tan dispares como Ir¨¢n, el vecino chi¨ª, y Estados Unidos, que acept¨® equipar y entrenar a las tropas.
Con evidente satisfacci¨®n, pero siempre contenido, Al Abadi ha ido anunciando uno tras otro los sucesivos ¨¦xitos del Ej¨¦rcito iraqu¨ª sobre el ISIS. Cambiando el traje y la corbata por el uniforme que le identifica como comandante jefe de las Fuerzas Armadas, ha arengado a las tropas para infundirles ¨¢nimo. Pero sobre todo, ha enfatizado la unidad de todas las comunidades y nombrado oficiales sun¨ªes. A la vez, ha limitado los excesos de las milicias chi¨ªes poniendo las Unidades de Movilizaci¨®n Popular (que tambi¨¦n incluyen algunos grupos sun¨ªes, turcomanos y de otras minor¨ªas) bajo su f¨¦rula.
¡°Es el ¨²nico hombre que ahora puede unirnos a todos¡±, sentencia Karim al Nuri, el portavoz de la Organizaci¨®n Badr, el partido que cuenta con la mayor milicia.
Los seguidores de Muqtada al Sadr, uno de los grupos que m¨¢s dolores de cabeza le han dado en el Parlamento, subrayan en el papel de la C¨¢mara como fuente de las ¡°¨®rdenes que Al Abadi ha seguido¡±. No obstante, Jumaah Albhadili, diputado sadrista y miembro del Comit¨¦ de Integridad, reconoce los esfuerzos del primer ministro ¡°en la lucha contra la corrupci¨®n¡± y en mejorar la econom¨ªa. ¡°Ha hecho Irak m¨¢s aceptable para otros pa¨ªses y eso facilita que ahora nos ayuden¡±, destaca en referencia al reciente acercamiento a Arabia Saud¨ª.
Su estilo suave tambi¨¦n le ha granjeado algunas cr¨ªticas. El programa sat¨ªrico El show de Albasheer le ha apodado Bob Esponja, por el popular dibujo animado. La broma le hizo gracia, seg¨²n su oficina de prensa, lo que dice mucho de su sentido del humor. Le va a hacer falta para mantener el temple ante los enormes retos de la reconstrucci¨®n y el retorno de los desplazados. De su soluci¨®n depende que no se revierta todo lo que ha logrado.
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