La foto del terror y la ridiculizaci¨®n de la tragedia
En 2017 han sido asesinados en Colombia alrededor de un centenar de l¨ªderes sociales
En menos de dos d¨ªas ocurrieron en Colombia dos hechos totalmente opuestos. Por un lado, el ministro de la Defensa, Luis Carlos Villegas, dijo que el asesinato de l¨ªderes sociales era producto de l¨ªos de faldas (infidelidades) y problemas a la hora de consumir alcohol. Por otro lado, solo unas horas despu¨¦s de lo manifestado por el ministro, sali¨® una fotograf¨ªa en la cual algunos l¨ªderes sociales de la regi¨®n del Urab¨¢ chocoano y antioque?o, al noroccidente del pa¨ªs, se tapaban la cara con m¨¢scaras para poder hacer las denuncias sobre despojo de tierras. De hecho, dos semanas antes de la foto, dos reclamantes de tierras hab¨ªan sido asesinados.
Los datos hablan por s¨ª solos: en el a?o 2017 han sido asesinados alrededor de un centenar de l¨ªderes sociales. Adem¨¢s, otros cerca de 200, han sido amenazados, obligados a salir de sus sitios de residencia y en otros casos han sufrido atentados. A pesar de esta tragedia, la discusi¨®n en Colombia se ha planteado en t¨¦rminos sem¨¢nticos: algunos l¨ªderes de opini¨®n y miembros del Gobierno han dicho que no todos los asesinados son l¨ªderes sociales y que adem¨¢s en ning¨²n caso se comprueba sistematicidad, pues los victimarios son diferentes. Seg¨²n ellos, no se podr¨ªa hablar de un plan orquestado por una estructura criminal. Por otro lado, organizaciones sociales han planteado la discusi¨®n en t¨¦rminos totalizantes, se habla de un gran plan paramilitar de exterminio, orquestado, o al menos ejecutado, con la complacencia y autoridades y funcionarios p¨²blicos.
Efectivamente, todo parece indicar que no es una sola organizaci¨®n criminal la que asesina l¨ªderes sociales. Estos han ca¨ªdo a manos del grupo posdesmovilizaci¨®n paramilitar del Clan del Golfo, tambi¨¦n a manos de la guerrilla del ELN, las disidencias de las FARC y grupos regionales que prestan servicios de seguridad privada. Sin embargo, llama la atenci¨®n que el perfil de los l¨ªderes asesinados es bastante similar. Son reclamantes de tierras o personas que lideran organizaciones de v¨ªctimas. Tambi¨¦n son l¨ªderes que aspiraban a competir en pol¨ªtica en las elecciones locales del 2019, o son presidentes o dirigentes de las Juntas de Acci¨®n Comunal (organizaciones sociales de base).
Todo parece indicar que existen personas en la legalidad que contratan a grupos criminales para que asesinen a estos l¨ªderes sociales, por ello no es la misma estructura criminal la que comete estos hechos. Por ejemplo, durante todo el conflicto armado colombiano, fueron despojadas m¨¢s de seis millones de hect¨¢reas de tierra, principalmente campesinos o peque?os propietarios perdieron su tierra, ahora en ¨¦pocas de paz, aspiran a recuperar lo que les fue robado, y por ese intento de reclamar, los est¨¢n matando. En el occidente colombiano, los l¨ªderes sociales que denuncian presencia de econom¨ªas ilegales tambi¨¦n son perseguidos. El municipio de Tumaco es un buen ejemplo. O los que intentan competir pol¨ªticamente con las viejas estructuras pol¨ªticas tambi¨¦n caen muertos.
Si bien casi en un 50% de los casos se han capturado a los autores materiales de los asesinatos, nada se sabe de los autores intelectuales, de hecho, en zonas como las del Urab¨¢, la impunidad es casi total.
En pleno siglo XXI, los l¨ªderes deben aparecer con m¨¢scaras ante una c¨¢mara de v¨ªdeo para reclamar sus tierras. Y a pesar de saber quienes fueron los despojadores no ocurre nada. Los que se quedaron con la tierra se amparan en la figura de ¡°terceros de buena fe¡±, es decir, agentes que se quedaron con la tierra despojada, pero que al momento de adquirirlas no sab¨ªan que estaban manchadas de sangre. Los paramilitares en muchas de las regiones colombianas crearon cadenas de patrimonio, con dos o tres due?os para lograr ¡°lavar¡± el despojo, en otros casos quemaron notarias. Adem¨¢s, recientemente el Congreso colombiano, cuando aprob¨® el modelo de justicia transicional, excluy¨® a los terceros de su comparecencia a la justicia. Al final, no solo no habr¨¢ reforma agraria, tampoco ni siquiera la mitad de la tierra despojada ser¨¢ devuelta. La banalizaci¨®n de la tragedia.
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