Trump da su respaldo a las protestas populares en Ir¨¢n
El presidente de EE UU ataca con dureza al r¨¦gimen de los ayatol¨¢s y cuestiona el acuerdo nuclear
Donald Trump ha vuelto a jugar con fuego en Ir¨¢n. A diferencia de la elusiva actitud mantenida por Barack Obama en las masivas revueltas de 2009, el actual presidente de Estados Unidos se ha lanzado de cuerpo entero en apoyo de las protestas que estremecen desde hace una semana al pa¨ªs. En un escenario con 21 muertos y una fuerte incertidumbre, Trump ha aprovechado para atacar con dureza al r¨¦gimen de los ayatol¨¢s y poner en la picota el acuerdo nuclear. Un paso que le devuelve a su posici¨®n de partida con Ir¨¢n, al tiempo que amenaza disparar la represi¨®n y echar por tierra un pacto que frenaba la escalada at¨®mica en la regi¨®n m¨¢s explosiva del planeta.
La tormenta que sacude Ir¨¢n le ha brindado la oportunidad a Trump de regresar a una de sus trincheras preferidas. Tras unos primeros d¨ªas de titubeos, el martes por la ma?ana el presidente de EE UU decidi¨® poner rumbo de colisi¨®n. ¡°El pueblo de Ir¨¢n est¨¢ finalmente actuando contra el brutal y corrupto r¨¦gimen. Todo el dinero que el presidente Obama les dio de forma alocada ha ido al terrorismo y a sus bolsillos. La gente tiene poca comida, mucha inflaci¨®n y carece de derechos humanos. ?Estados Unidos est¨¢ vigilando!¡±, tuite¨®.
A la se?al de Trump, su Administraci¨®n sali¨® en tromba. La embajadora ante la ONU, Nikki Haley, exigi¨® ¡°no repetir el error de 2009¡± y, despu¨¦s de pedir una reuni¨®n del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, record¨® que ¡°el pueblo iran¨ª est¨¢ gritando por su libertad¡±. Asimismo, el Departamento de Estado conmin¨® a Teher¨¢n a no limitar el uso de Telegram e Instagram, las dos redes m¨¢s usadas por los manifestantes, y la portavoz de la Casa Blanca, Sara Huckabee Sanders, aprovech¨® para culpar al r¨¦gimen de la ola de descontento social. ¡°Est¨¢n gastando los recursos en expandir el terrorismo fuera, antes que en asegurar la prosperidad en casa. Los precios de las bienes b¨¢sicos y del combustible no dejan de subir, mientras que la Guardia Revolucionaria gasta la riqueza de la naci¨®n en grupos extremistas for¨¢neos y, de paso, se lucra¡±, afirm¨® Sanders.
La maniobra le permite a Trump cumplir con una de sus obsesiones pol¨ªticas: alejarse de todo aquello que huela a Obama. En 2009, cuando se desataron las protestas por un supuesto fraude electoral en la reelecci¨®n de Mahmud Ahmadineyad, la Casa Blanca dio la espalda a los manifestantes. Este desapego ante un movimiento masivo y con fuertes anclajes en las ¨¦lites moderadas iran¨ªes desat¨® las iras de los republicanos estadounidenses. Ahora, el presidente ha decidido apostar por la revuelta. Es una jugada arriesgada. Da argumentos al r¨¦gimen para culpar al enemigo exterior de las protestas y, como destacan los expertos, dif¨ªcilmente lograr¨¢ recabar simpat¨ªas en un pa¨ªs que ha sentido la inmensa humillaci¨®n del veto migratorio. Pero tiene un sentido estrat¨¦gico: ofrece a Trump una v¨ªa para acabar con el acuerdo nuclear de 2015. Un paso que no se atrevi¨® a dar en octubre pasado y que, en este momento, es m¨¢s posible que nunca.
El pacto limitaba el programa at¨®mico iran¨ª a cambio del levantamiento de sanciones econ¨®micas. Saludado como un logro del multilateralismo, Trump prometi¨® liquidarlo nada m¨¢s llegase al poder, aunque ante la resistencia de su gabinete, opt¨® finalmente por una soluci¨®n intermedia. No lo valid¨®, pero en octubre lo envi¨® al Congreso para que este impusiera nuevas limitaciones, especialmente al programa bal¨ªstico iran¨ª. Las C¨¢maras, sin embargo, han evitado la espinosa cuesti¨®n y han devuelto el texto sin tocarlo a la mesa del presidente, quien tiene que decidir otra vez su futuro a finales de mes. ¡°Si el r¨¦gimen sigue matando gente en las calles, cuando llegue el momento de prorrogarlo, es dif¨ªcil pensar que lo har¨¢¡±, ha se?alado un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional. La amenaza es clara, y el juego, peligroso.
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