El r¨¦gimen egipcio convoca elecciones pero no admite oposici¨®n
El ex primer ministro Ahmed Shafiq no concurrir¨¢ en unos comicios fijados para finales de marzo tras recibir fuertes presiones
Pocas horas antes de que la Junta Electoral anunciara la fecha de las pr¨®ximas elecciones presidenciales en Egipto, cuya primera vuelta tendr¨¢ lugar entre el 26 y el 28 de marzo, el aspirante declarado de mayor entidad decidi¨® lanzar la toalla. Ahmed Shafiq, el ex primer ministro de Mubarak que ya concurri¨® a los comicios de 2012, se ha retirado de la cursa electoral tras haber recibido fuertes presiones. As¨ª pues, con la oposici¨®n entre rejas, procesada o intimidada, el camino del presidente Abdelfatt¨¢ Al Sisi hacia la reelecci¨®n se presenta completamente llano. Aunque el mariscal no ha anunciado a¨²n su intenci¨®n de concurrir en los comicios, nadie duda en el valle del Nilo que dar¨¢ el paso durante los pr¨®ximos d¨ªas.
Desde el golpe de Estado de 2013, el r¨¦gimen egipcio ha ido laminando cualquier tipo de oposici¨®n. Los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista que venci¨® en todas las elecciones libres despu¨¦s de la revoluci¨®n, se hallan descabezados, con sus principales l¨ªderes cumpliendo largu¨ªsimas condenas la c¨¢rcel, incluido el expresidente Mohamed Morsi, o bien en el exilio. No lejos de sus celdas, en la temible prisi¨®n de Tora, languidecen los activistas que lideraron la pac¨ªfica revoluci¨®n de 2011 contra Hosni Mubarak, como Alaa Abdelfat¨¢ o Ahmed Duma. El m¨¢s c¨¦lebre de aquellos movimientos juveniles, el 6 de Abril, act¨²a hoy en la clandestinidad despu¨¦s de ser declarada ¡°organizaci¨®n terrorista¡±.
Neutralizadas las dos principales fuerzas pol¨ªticas del Egipto postrrevolucionario, el m¨¢s serio adversario que se pod¨ªa erigir frente Al Sisi era alg¨²n vestigio pol¨ªtico de la era Mubarak sin el estigma de la corrupci¨®n. Con el pa¨ªs padeciendo un dur¨ªsimo programa econ¨®mico de ajuste estructural, una represi¨®n pol¨ªtica sin precedentes y el azote despiadado del terrorismo yihadista, la nostalgia de la dictadura estable y limitada de Mubarak cotiza al alza.
Por eso, la candidatura de Ahmed Shafiq, que en 2012 recab¨® m¨¢s de 12 millones de votos ¡ªun 49% del electorado¡ª pod¨ªa constituir un peligro. General retirado y de ideolog¨ªa conservadora, apelaba al mismo electorado que Al Sisi. "Shafiq representa al "estado profundo" del r¨¦gimen Mubarak, que quer¨ªa aprovechar la desafecci¨®n con las pol¨ªticas de Al Sisi para defender sus intereses", apunta Ahmed al-Bakry, un analista de tendencia islamista.
¡°Me he dado cuenta de que no soy la persona ideal para liderar los asuntos del Estado ... No participar¨¦ en las elecciones de 2018¡±, rezaba el tuit con el que este veterano oficial de las Fuerzas A¨¦reas se retractaba de sus ambiciones presidenciales hechas p¨²blicas hace tan solo un mes. Entre estas dos fechas, ocurri¨® un atribulado y confuso retorno a El Cairo m¨¢s propio de una telenovela de Ramad¨¢n.
Shafiq fue deportado a principios de diciembre de los Emiratos ?rabes, un fiel aliado de Al Sisi, y luego ha estado retenido durante varias semanas en un hotel de lujo de la capital egipcia. Si bien el propio pol¨ªtico, de 76 a?os, neg¨® en una llamada telef¨®nica a un programa de televisi¨®n estar ¡°secuestrado¡±, como aseguraba su entorno, parece evidente que fue sometido a una fuerte presi¨®n para forzarlo a retirar su candidatura. La estrategia ha funcionado.
La candidatura progresista, tambi¨¦n desarbolada
El ¨²nico reducto de oposici¨®n permitido en el Egipto de Al Sisi, si bien con un papel m¨¢s bien testimonial, es la llamada ¡°Alianza 25-30¡±, un bloque parlamentario formado por una veintena de diputados independientes de tendencia liberal o progresista. A este grupo pretende representar el abogado de izquierdas Jaled Al¨ª, cuya fama despunt¨® el a?o pasado tras liderar una infructuosa batalla para evitar la impopular cesi¨®n a Arabia Saud¨ª de dos islas del mar Rojo bajo soberan¨ªa egipcia.
Sin embargo, tan pronto como Al¨ª se perfil¨® como presidenciable, la Fiscal¨ªa le acus¨® de haber realizado un gesto obsceno despu¨¦s de recibir un fallo favorable en el caso de las islas. En septiembre, fue condenado a tres meses de c¨¢rcel, y su apelaci¨®n se ha aplazado hasta el mes de marzo, por lo que su condici¨®n actual de convicto le impedir¨¢ concurrir en los comicios. El cuadro de aspirantes represaliados se cierra con Ahmed Konsowa, un oficial de bajo rango sentenciado a seis a?os de c¨¢rcel tras colgar un v¨ªdeo en el que anunciaba su deseo de saltar al ruedo electoral.
El af¨¢n del r¨¦gimen egipcio por evitar cualquier desaf¨ªo en las urnas contrasta con su actitud en 2014, en las que particip¨® el pol¨ªtico nasserista Hamdin Sabbahi, que hab¨ªa sido el tercer aspirante m¨¢s votado en las anteriores elecciones, detr¨¢s de Morsi y Shafiq. "Permitieron la candidatura de Sabahi porque entonces necesitaban mantener entre una parte del electorado la ficci¨®n de que la revoluci¨®n continuaba viva", comenta al-Bakry.
En parte, este cambio de actitud responde al hecho de que el entonces candidato Al Sisi gozaba de una verdadera popularidad en un amplio sector de la sociedad egipcia, hoy desenga?ada por sus promesas incumplidas. Pero aquellas elecciones no fueron libres, y Sabbahi padeci¨® una furibunda campa?a de desprestigio por parte de los medios oficialistas parecida a la orquestrada recientemente contra Shafiq. El r¨¦gimen se siente tan d¨¦bil que esta vez prefiere una farsa electoral sin figurantes de post¨ªn.
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