¡®Emmanuel De Gaulle¡¯ en China
El presidente franc¨¦s sigue los pasos del fundador de la V Rep¨²blica con una pol¨ªtica que sit¨²a a Francia (y ahora a Europa) entre las dos potencias mundiales
Ni de izquierdas ni de derechas. As¨ª se describ¨ªa a s¨ª mismo Emmanuel Macron en la campa?a que le llev¨® a la victoria electoral en mayo de 2017. El eslogan tiene una traducci¨®n geopol¨ªtica. Ni Estados Unidos ni China. El presidente franc¨¦s se sit¨²a ¡ªa ¨¦l, a su pa¨ªs y a la Europa que pretende liderar¡ª en pie de igualdad y aparente equidistancia con las grandes potencias del siglo XXI, los Estados Unidos del inestable Donald Trump y la China autoritaria de Xi Jinping.
¡°Europa puede convertirse en la potencia econ¨®mica, social, ecol¨®gica y cient¨ªfica que podr¨¢ plantar cara a China, a Estados Unidos defendiendo los valores que nos han constituido y que son nuestra historia com¨²n¡±, dijo Macron en el discurso de fin de a?o. Dijo ¡°Europa¡± pero habr¨ªa podido decir ¡°Francia¡±. Hay un aire gaullista en el ¡°ni de izquierdas ni de derechas¡± de la campa?a y en el ¡°ni Estados Unidos ni China¡±, como lo hay en la ret¨®rica y el ceremonial que rodean estos d¨ªas la visita al gigante asi¨¢tico.
De Gaulle, que tambi¨¦n renegaba de las etiquetas de izquierda y derecha, imaginaba a Francia como una tercera fuerza entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, "capacitada para actuar por su cuenta en Europa y el mundo", como escribi¨® en sus Memorias; con suficiente autonom¨ªa, por ejemplo, para restablecer las relaciones diplom¨¢ticas con la China de Mao en enero de 1964 ante la irritaci¨®n de la Administraci¨®n Johnson.
Macron no es De Gaulle, y nuestro mundo no es el de la Guerra Fr¨ªa, pero la inspiraci¨®n no es un secreto. Incluso en la apariencia de equidistancia. Porque en las crisis graves, como la de los misiles cubanos en 1962, De Gaulle se aline¨® con Estados Unidos. Y los deseos de Macron de tener un papel relevante en el tablero internacional, no cuestionan su alineaci¨®n con Occidente.
Macron quiere una Francia fuerte en una Europa fuerte: el ¨²nico espacio desde el que puede proyectarse al mundo. La Revisi¨®n estrat¨¦gica de defensa y seguridad nacional de Macron y la Estrategia de seguridad nacional de Trump son documentos reveladores. Comparten el diagn¨®stico sobre un mundo inestable. Difieren en las recetas. Para uno, el multilateralismo; para el otro, la America first, Am¨¦rica primero.
Ah¨ª ve su espacio el presidente franc¨¦s, que se siente capaz de hacer o¨ªr su voz entre el bloque de los reg¨ªmenes autoritarios y el ruido y la furia de los Estados Unidos de Trump. Con una Alemania sin coalici¨®n, un Reino Unido atrapado en el laberinto de Brexit, Italia en la incertidumbre preelectoral y una Espa?a ensimismada y ausente, queda Macron, ¨²nico anclaje en medio de la confusi¨®n europea, ¨²nica voz audible. Lo es en Pr¨®ximo Oriente, en el cambio clim¨¢tico, e intentar serlo en Asia.
Macron se ha revelado como un especialista en elevar a Francia por encima de su peso real, como si fuera una potencia de primer orden, como si el mundo fuera un asunto de EE UU, China y Francia (y quiz¨¢ Rusia). Y actuar como si Francia influyese tanto ya es hacerlo un poco realidad. Puro De Gaulle.
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