La adicci¨®n al carb¨®n ensucia la imagen de Alemania
Una veintena de habitantes de un pueblo del Este del pa¨ªs resiste al avance de una mina de lignito, una de las principales fuentes de energ¨ªa del pa¨ªs
Los irreductibles habitantes de P?delwitz no est¨¢n solos. Su rechazo a la quema masiva de carb¨®n la comparte gran parte de una Uni¨®n Europea decidida a dar la espalda a esta fuente de energ¨ªa. A¨²n as¨ª, su lucha tiene pocos visos de prosperar en Alemania, un pa¨ªs adicto al carb¨®n contaminante y barato, que alimenta su industria y ensucia su imagen de l¨ªder global contra el cambio clim¨¢tico. C¨®mo acometer la transici¨®n a una econom¨ªa libre de carb¨®n y cumplir con los objetivos de reducci¨®n de CO2 se ha convertido en uno de los grandes en las negociaciones para formar Gobierno en Berl¨ªn.
Alemania, el mayor productor de la UE de carb¨®n, mantiene una pol¨ªtica energ¨¦tica de doble cara. Por un lado ha decretado el cierre de todas las centrales nucleares del pa¨ªs y ha puesto en pie la llamada revoluci¨®n energ¨¦tica con un apoyo descomunal a las renovables ?¡ª36% de la producci¨®n, pero a la vez ha sido incapaz de poner coto al carb¨®n, su gran fuente de emisiones contaminantes, del que obtiene el 40% de su electricidad¡ª.
P?delwitz es uno de los pueblos fantasma que salpican el mapa del pa¨ªs y cuya supervivencia corre serio peligro, porque se asienta sobre un yacimiento de lignito, un tipo de carb¨®n mineral muy contaminante. ¡°Futuro en lugar de lignito¡±, se lee en una de las pancartas que cuelgan en los edificios de un pueblo, en el que ahora quedan 28 personas de las 130 que viv¨ªan hace apenas tres a?os. Los que se han ido, lo han hecho despu¨¦s de cobrar la compensaci¨®n de la empresa minera. Los que quedan, viven rodeados de espectaculares minas a cielo abierto.
Thilo Kraneis lleg¨® aqu¨ª en 1982, desplazado de otro pueblo comido por el carb¨®n y ha decidido resistir. No es ning¨²n ecologista urbanita ni un experto en pol¨ªtica ambiental. Es un trabajador del metal que quiere salvar su pueblo. Kraneis no entiende c¨®mo Alemania es capaz de destrozar lugares como P?delwitz para producir electricidad parte de la cual luego exporta. Berl¨ªn recaud¨® el a?o pasado 1.300 millones de euros en exportaciones de electricidad, principalmente a Austria, Francia, Holanda y Suiza.
A¨²n as¨ª, Kraneis no pierde la esperanza. ¡°La gente empieza a despertar y a darse cuenta del da?o que hace el carb¨®n¡±. Aunque este obrero del metal explica tambi¨¦n que uno de los problemas es que para los que crecieron en la RDA, protestar y oponerse a las directrices oficiales es algo ajeno a su cultura pol¨ªtica.
En la casa comunal del pueblo cuelga un mapa en el que se ven las aldeas que han ido desapareciendo y marcadas tambi¨¦n las que desaparecer¨¢n. La transformaci¨®n es brutal. En tiempos de la RDA, esta fue una zona estrat¨¦gica crucial, porque por aqu¨ª pasaba la l¨ªnea de tren que utilizaba el Ej¨¦rcito ruso para llegar a Alemania. Ahora, nadie parece lamentar la suerte de P?delwitz.
Un paseo por el pueblo basta para comprender que la resistencia es la raz¨®n de ser de los que han decidido quedarse. Una gran cruz de madera amarilla, s¨ªmbolo de la que fue la lucha ciudadana contra la energ¨ªa nuclear, est¨¢ plantada en un jard¨ªn junto a la iglesia. Dentro, en el atrio de la capilla, cuelgan carteles contra la mina. En el camposanto, el traslado de los cuerpos enterrados se ha convertido otro frente de batalla. El cura, que apoya al frente antimina, no ve con buenos ojos que se los lleven.
En general, la sensaci¨®n que desprende este lugar es extra?a. Las autoridades quieren evitar la imagen de abandono y que los v¨¢ndalos se hagan con el pueblo y por eso las cortinas todav¨ªa cuelgan en las casas vac¨ªas y los setos est¨¢n perfectamente recortados. Es como si de un d¨ªa para otro los habitantes hubieran salido corriendo y no hubieran vuelto.
Pocos kil¨®metros m¨¢s all¨¢ se encuentra Neukieritzsch, algo as¨ª como la cabeza de comarca. Su alcalde, Thomas Hellriegel, del partido de centro-derecha (CDU) de la canciller Merkel representa la otra cara de la moneda de los irreductibles de P?delwitz. Y una, probablemente m¨¢s representativa en esta zona minera, en la que el carb¨®n no es algo de lo que avergonzarse, sino que por el contrario significa prosperidad. ¡°Es una parte muy importante de nuestra econom¨ªa y una fuente crucial de ingresos de los impuestos¡±, explica Hellriegel en su despacho del consistorio. El regidor asegura con orgullo que este a?o, en la zona se ha quemado 40 d¨ªas m¨¢s de carb¨®n a pleno rendimiento que el anterior. ¡°?Aire sucio? Qu¨¦ va, est¨¢ limp¨ªsimo comparado con los tiempos de la RDA¡±.
Hellriegel plantea adem¨¢s dos asuntos que est¨¢n sobre la mesa de los pol¨ªticos y tambi¨¦n en boca de muchos alemanes de a pie. Primero, que a su juicio no es justo que el Este de Alemania tenga que sacrificar empleos de la mina, cuando las principales reducciones en gases contaminantes que ha logrado Alemania desde 1990 se deben principalmente al cierre de la industria pesada en la antigua RDA. Ahora, unos 2.500 puestos de trabajo dependen del carb¨®n en esta regi¨®n, hasta 20.000 en todo el pa¨ªs.
Esta es una de las zonas del Este de Alemania en las que los j¨®venes con posibilidades de prosperar emigran a las ciudades y muchos de los que se quedan canalizan su descontento apoyando a la extrema derecha. Alternativa por Alemania (Afd), que hace alarde de su negacionismo clim¨¢tico?es aqu¨ª la segunda fuerza m¨¢s votada, con un 28% de los votos.
Habla tambi¨¦n Hellriegel de c¨®mo la decisi¨®n de la canciller, Angela Merkel, de echar el cierre definitivo a todas las centrales nucleares del pa¨ªs en 2022 a ra¨ªz del desastre de Fukushima complica la transici¨®n del carb¨®n. ¡°Solo con las renovables no es suficiente, la industria necesita energ¨ªa a buen precio y que est¨¦ disponible llueva o salga el sol¡±.
Sus argumentos no los comparten sin embargo numerosos expertos y tampoco Oliver Krischer, vicepresidente del grupo de Los Verdes en el Parlamento alem¨¢n. ¡°La del carb¨®n es una discusi¨®n emocional, no es racional. Hay otros sectores industriales que tienen muchos m¨¢s empleados, pero no tienen tanto poder como el minero¡±, sostiene. Para Krischer, un c¨®ctel energ¨¦tico exclusivamente renovable es posible en Alemania.
Acuerdo de coalici¨®n
Los c¨¢lculos del Agora Energiewende, un destacado instituto especializado en energ¨ªa, coinciden en que la eliminaci¨®n progresiva del carb¨®n hasta su eliminaci¨®n total en 2040 es posible. En Agora explican adem¨¢s, que incluso en los d¨ªas m¨¢s oscuros y menos ventosos, solo la mitad de la capacidad de las plantas de gas de Alemania se ponen a funcionar. ¡°Seg¨²n nuestros c¨¢lculos, cuando la ¨²ltima central nuclear haya echado el cierre, se podr¨ªan sustituir al instante con la capacidad existente de gas¡±, sostiene Christoph Podewils, portavoz de Agora, quien a?ade que una subida del precio de las emisiones en el sistema europeo (ETS) podr¨ªa propiciar el cambio definitivo.
Cuesti¨®n de tiempo
La tendencia global hacia una extinci¨®n paulatina del carb¨®n se perfila como una tendencia irreversible. En la pasada cumbre de Naciones Unidas celebrada en noviembre en Bonn, 25 pa¨ªses se aliaron, entre ellos Reino Unido, Francia, Canad¨¢ e Italia para erradicar el carb¨®n en 2030. Alemania no figuraba en la lista.
Oliver Krischer, vicepresidente de Los Verdes en el Parlamento alem¨¢n explica que el caso alem¨¢n es m¨¢s complicado que el franc¨¦s o el brit¨¢nico porque all¨ª la proporci¨®n de carb¨®n es menor y porque Alemania ha decidido acabar con la energ¨ªa nuclear. A¨²n as¨ª cree que. ¡°Para lograr los objetivos de 2020 [un 40% de reducci¨®n de emisiones de CO2 comparado con los niveles de 1990] est¨¢ claro que es necesario reducir dr¨¢sticamente el carb¨®n. Los pol¨ªticos alemanes saben que es una cuesti¨®n de tiempo y por lo tanto, lo mejor es empezar a aplicar alternativas lo antes posible¡±.
Todos estos argumentos y cifras servir¨¢n de base para redactar la letra peque?a del posible acuerdo de Gobierno que estos d¨ªas se negocia en Berl¨ªn y que tanto los irreductibles de P?delwitz como empresarios y legisladores de media Europa siguen con atenci¨®n. De momento, el texto del preacuerdo de gran coalici¨®n rubricado el pasado viernes indica que redactar¨¢n ¡°un plan para la reducci¨®n gradual del carb¨®n que incluya una fecha de cierre total¡± as¨ª como las correspondientes medidas para asegurar el apoyo econ¨®mico a las regiones afectadas. ¡°Alemania ha tomado decisiones muy importantes con la nuclear y las renovables. Si ahora se atreven con el carb¨®n, ser¨¢ un ejemplo global de lo que una gran econom¨ªa mundial es capaz de hacer¡±, estima Mahi Sideridou, directora de la plataforma europea M¨¢s all¨¢ del carb¨®n.
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