La visita del Papa a Chile se complica con m¨¢s violencia mapuche
Francisco lanza gestos a los mapuches y defiende su causa pero exige el fin de la violencia que "vuelve mentirosa la causa m¨¢s justa"
La visita del Papa a Chile, que hace semanas parec¨ªa un viaje sin mucha trascendencia, se complica a cada paso. Despu¨¦s de una intensa jornada en Santiago, dominada por los abusos sexuales en la Iglesia chilena, por los que Francisco pidi¨® perd¨®n, el segundo d¨ªa, en Temuco, la capital de la Araucan¨ªa y coraz¨®n del conflicto mapuche, tambi¨¦n se torci¨® por la quema de otras tres iglesias cat¨®licas y una evang¨¦lica protagonizada con toda probabilidad por grupos de este pueblo originario, el m¨¢s importante del pa¨ªs, que reclama estas tierras tanto en Chile como en Argentina desde que fue arrasado a finales del siglo XIX. Adem¨¢s otro grupo quem¨® tres helic¨®pteros en una empresa de la zona y otro que intent¨® cortar la carretera hiri¨® a un agente de bala en un enfrentamiento. Estos grupos reclaman la devoluci¨®n de tierras que ahora est¨¢n en manos privadas.
Los ataques incendiarios son frecuentes en la regi¨®n de La Araucan¨ªa, donde en los ¨²ltimos a?os se cuentan m¨¢s de cien atentados contra maquinaria forestal y templos religiosos, brotes de violencia en los que han muerto varios comuneros, polic¨ªas y agricultores. Tambi¨¦n han ca¨ªdo mapuches a manos de la polic¨ªa, el ¨²ltimo en Argentina, Rafael Nahuel, por un disparo. El conflicto enfrenta desde hace d¨¦cadas a las comunidades mapuches que reclaman tierras ancestrales con empresas forestales o agr¨ªcolas. Antes de la llegada de los conquistadores espa?oles en Chile en 1541, los mapuches ocupaban estas tierras desde el r¨ªo Biob¨ªo hasta 500 kil¨®metros m¨¢s al sur. A finales del siglo XIX, tanto en Chile como en Argentina se produjeron campa?as de conquista y exterminio y los mapuches perdieron todas sus tierras. Solo en Chile se calcula que murieron 10.000 de los 190.000 que hab¨ªa en 1881, cuando el Estado respondi¨® con crudeza a un levantamiento mapuche y entreg¨® sus tierras a colonos europeos.
Esta tensi¨®n y el miedo de Chile a un atentado contra el Papa provoc¨® que toda la zona de Temuco se volviera un terreno militarizado. Hasta 4.000 agentes se desplegaron para evitar que sucediera nada, y lograron que el recorrido del Papa fuera tranquilo pero a fuerza de desplegar un impresionante dispositivo. Desde el aterrizaje en el aeropuerto de Temuco hasta el aer¨®dromo de Maquehue, la carretera estaba rodeada de carabineros y veh¨ªculos blindados, los que lo convert¨ªa casi en una zona de guerra.
En este ambiente de gran tensi¨®n, el Papa ofreci¨® su multitudinaria misa en la zona m¨¢s pobre de Chile, en la que trat¨® de calmar los ¨¢nimos y ejercer de mediador entre los mapuches que reclaman sus tierras y el Estado chileno, que combate con dureza los ataques e incluso les ha aplicado la ley antiterrorista, algo que ha recibido el rechazo internacional. Francisco se coloc¨® claramente del lado de los derechos de los mapuches, y llen¨® la misa de gestos hacia ellos. Arranc¨® en su lengua, lo que provoc¨® un enorme aplauso, mientras un grupo de miembros de este pueblo originario con sus vestidos tradicionales cantaba y ofrec¨ªa una ceremonia en honor del Pont¨ªfice en medio de la misa. Y despu¨¦s se reuni¨®n con algunos de sus representantes. Pero a la vez que defend¨ªa su causa y su derecho a reclamar las tierras que le fueron arrebatadas a sus antepasados, les exig¨ªa que pongan fin a la violencia, aunque no hizo una menci¨®n expresa a la quema de iglesias.
El Papa puso al mismo nivel dos tipos de violencia: la del Estado que incumple las promesas hechas a los mapuches y la de los grupos que atacan y queman todo tipo de instalaciones, lo que en ocasiones ha provocado incluso muertos. Para buena parte de la opini¨®n p¨²blica chilena y argentina ¨Cel territorio reclamado est¨¢ en los dos pa¨ªses- estos son terroristas que hay que combatir con la mayor dureza. Para el Papa argentino son grupos que deben frenar ya la violencia pero que reclaman un derecho leg¨ªtimo y que deben ser escuchados.
Mi rechazo absoluto a los cobardes y violentos ataques ocurridos en el sur, en v¨ªsperas de la visita del Papa Francisco a La Araucania. Vamos a combatir el terrorismo con mayor voluntad y eficacia, para lo cual necesitaremos la colaboraci¨®n y unidad de todos los chilenos
— Sebastian Pi?era (@sebastianpinera) January 17, 2018
¡°Existen dos formas de violencia¡±, analiz¨® el Papa. ¡°En primer lugar, elaborar bellos acuerdos que nunca llegan a concretarse. Esto tambi¨¦n es violencia, porque frustra la esperanza. En segundo lugar, una cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucci¨®n que termina cobr¨¢ndose vidas humanas. No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro. La violencia termina volviendo mentirosa la causa m¨¢s justa¡±. Esta parte recibi¨® aplausos de las 150.000 personas reunidas en el aer¨®dromo de Maquehue, en buena parte miembros de la comunidad mapuche, aunque hab¨ªa cat¨®licos de todo el sur de Chile y tambi¨¦n de Argentina, venidos expresamente y liderados por un amigo del Papa, el activista Juan Grabois.
Los aplausos llegaron en estos momentos concretos pero en ninguna de las dos misas masivas del Papa se ha percibido un gran fervor con un personaje que en otros pa¨ªses genera una adhesi¨®n incondicional y se ha convertido en una estrella mundial. De hecho, pese a las miles de personas presentes en las dos grandes concentraciones, se pod¨ªan percibir importantes huecos en todas las zonas acotadas por la seguridad.
El Papa no evita ning¨²n tema delicado. De hecho, le hab¨ªan criticado por elegir este aer¨®dromo porque all¨ª, durante la dictadura de Pinochet, se detuvo y tortur¨® a unas 600 personas, y hubo varios desaparecidos a los que se les perdi¨® la pista en este centro de detenci¨®n. Francisco decidi¨® hablar del asunto directamente: ¡°Celebramos la eucarist¨ªa en este aer¨®dromo, en el cual tuvieron lugar graves violaciones de derechos humanos. Esta celebraci¨®n la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que llevan en sus espaldas el peso de tantas injusticias¡±.
Francisco logr¨® superar sin incidentes el momento m¨¢s delicado para la seguridad del viaje, pero esta visita parece cualquier cosa menos tranquila. El Vaticano confiaba en cerrar la pol¨¦mica sobre los abusos sexuales con la decisi¨®n del Papa de recibir en Santiago el martes a algunas v¨ªctimas de forma privada ¨Caunque no a los m¨¢s conocidos que le hab¨ªan pedido un encuentro-. Pero el incendio no se apaga. Sobre todo porque tiene un gran protagonista que se niega a adoptar un papel discreto: el obispo de Osorno, Juan Barros, acusado por las v¨ªctimas de encubrir los abusos del sacerdote Fernando Karadima.
El primer d¨ªa, minutos despu¨¦s de que el Papa, que siempre ha defendido la inocencia de Barros, dijera que sent¨ªa ¡°verg¨¹enza¡± por los abusos, Barros particip¨® como todos los dem¨¢s obispos en la misa multitudinaria en Santiago y fue el gran protagonista del d¨ªa con sus declaraciones a la prensa en las que insist¨ªa en que las v¨ªctimas que le acusan mienten. El segundo d¨ªa, Barros no se qued¨® en casa y viaj¨® en el mismo avi¨®n que la prensa chilena e internacional a Temuco, por lo que a la llegada se form¨® un enorme tumulto que lo convirti¨® de nuevo en protagonista. Los periodistas le preguntaban si era consciente de que con su presencia estaba hundiendo la visita del Papa y su mensaje a favor de las v¨ªctimas, pero Barros, cada vez m¨¢s nervioso y acorralado por las c¨¢maras ¨Cle pusieron seguridad para que pudiera esquivarlas- solo acertaba a decir que ¨¦l nunca presenci¨® los abusos mientras rogaba a los periodistas: ¡°les pido que me dejen tranquilo¡±. Finalmente, despu¨¦s de un rato de preguntas a gritos, carreras y una enorme tensi¨®n muy poco habitual en una visita del Papa, Barros pudo refugiarse entre los carabineros y esquivar a la prensa. Pero la pol¨¦mica no baja y emborrona una viaje que parec¨ªa tranquilo y se complica cada d¨ªa.
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