Balcedo, el sindicalista con Ferrari, mansiones y avi¨®n privado
Argentina, estupefacta con los bienes del l¨ªder de un min¨²sculo sindicato
Buena parte de los millonarios argentinos heredaron tierras o empresas de sus padres. Marcelo Balcedo hered¨® un peque?o sindicato en La Plata, el SOEME. Y lo utiliz¨® como cobertura para acumular una fortuna de origen dudoso que tiene descolocados a los argentinos desde que fue detenido en su mansi¨®n en Maldonado (Uruguay), en la exclusiva zona de Punta del Este. La justicia argentina pidi¨® esta semana a Uruguay la extradici¨®n para procesarlo por lavado de dinero y asociaci¨®n il¨ªcita e intentar recuperar parte del dinero robado.
Cada detalle de sus bienes, de su flota de 30 coches de lujo, capitaneada por un Ferrari y varios Porsche, de sus mansiones dentro y fuera de Argentina, del dinero en efectivo que le encontraron ¨Ccasi siete millones de d¨®lares- se convierte en pasto de las redes argentinas, y todos se preguntan c¨®mo es posible que un l¨ªder de un sindicato desconocido pueda acumular una fortuna de m¨¢s de 35 millones de d¨®lares.
La justicia apunta al narcotr¨¢fico, especialmente a sus v¨ªnculos con el clan de Los Monos, que controlaban Rosario, la ciudad de Messi, convertida en el punto negro del pa¨ªs por su posici¨®n estrat¨¦gica en el r¨ªo Paran¨¢, eje del tr¨¢fico desde Per¨², Paraguay y Brasil.
Pero este caso no es una historia m¨¢s de narcos. El esc¨¢ndalo se enmarca en la batalla de fondo que se vive en Argentina entre el Gobierno y los todopoderosos sindicatos. La indignaci¨®n que provoca esta vida de magnate de un sindicalista debilita la imagen de las centrales, ya muy cuestionadas por las enormes cantidades de dinero que manejan en hospitales, hoteles y empresas controladas directamente por ellos, un caso ¨²nico en Latinoam¨¦rica que explica buena parte de la historia reciente del pa¨ªs.
En Argentina todos se preguntan qui¨¦n ser¨¢ el siguiente sindicalista en caer
Los sindicatos han entendido el mensaje y amenazan al Gobierno de Mauricio Macri: "A los sindicatos los atacaron los militares, Alfons¨ªn, y De la R¨²a y no terminaron sus mandatos", lanz¨® Luis Barrionuevo, uno de los m¨¢s conocidos, famoso porque en los 90, en pleno menemismo dijo: "tenemos que tratar de no robar por lo menos dos a?os". "El Gobierno no se meti¨® contra el sindicalismo, sino contra la fortuna de los sindicalistas", le contest¨® tambi¨¦n con tono amenazante Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de Macri. En Argentina todos se preguntan qui¨¦n ser¨¢ el siguiente en caer. Los sindicalistas creen que el Gobierno les ataca porque la situaci¨®n econ¨®mica se puede complicar en los pr¨®ximos meses y necesita tener a toda la oposici¨®n debilitada.
El caso de Balcedo supera todos los anteriores esc¨¢ndalos. Hijo de un conocido l¨ªder sindical de La Plata, ciudad al sur de Buenos Aires y capital de la provincia, Marcelo quiso volar mucho m¨¢s alto que su padre. El progenitor, Antonio, empez¨® como ordenanza y escal¨® en el sindicalismo hasta tener su propia peque?a central. Al fin logr¨® dar el salto social: su hijo Marcelo se convirti¨® en ingeniero y ¨¦l lo mand¨® a estudiar un m¨¢ster en EEUU. El sindicato compr¨® un peri¨®dico gratuito, Hoy, con el que influ¨ªa en la pol¨ªtica de La Plata. Una pr¨¢ctica frecuente entre los sindicatos argentinos, hasta el punto de que P¨¢gina 12, el hist¨®rico medio de la izquierda, est¨¢ en manos del sindicato de porteros.
A los tiros
Cuando muri¨® su padre, en 2012, Marcelo decidi¨® heredar el sindicato, algo habitual. El caso m¨¢s conocido es de los Moyano, la familia sindical m¨¢s poderosa del pa¨ªs, que controla a los camioneros y est¨¢n en la mira del Gobierno. "Hubo resistencias, pero Balcedo entr¨® a los tiros", recuerda un sindicalista. Con armas y extorsiones apart¨® a rivales internos, logr¨® hacerse con el poder y empez¨® a construir su fortuna. En pocos a?os se hizo multimillonario. Viv¨ªa a caballo entre su mansi¨®n en Uruguay y La Plata, se trasladaba con un avi¨®n de superlujo que le costaba 60.000 d¨®lares al mes.
Su mujer se incrust¨® diamantes en los dientes y a su madre le regal¨® una mansi¨®n de tres millones de d¨®lares
Los sindicalistas consultados insisten en que no podr¨ªa acumular 35 millones de d¨®lares ni robando todo el dinero de su sindicato, por lo que tanto ellos como los jueces miran al tr¨¢fico de drogas como gran ingreso. De hecho, los detalles de su vida de magnate recuerdan mucho m¨¢s a un Pablo Escobar a peque?a escala que a un sindicalista. Le encontraron incluso un peque?o zoo ilegal en su mansi¨®n, al estilo del colombiano, pero m¨¢s modesto: guanacos, llamas, capibaras, ?and¨²es, loros ex¨®ticos.
Su mujer, una rubia oxigenada 21 a?os menor que ¨¦l, tambi¨¦n ten¨ªa gustos de narco: incluso se incrust¨® piedras preciosas en los dientes. Balcedo entr¨® en una espiral imparable que le ha llevado a la c¨¢rcel. Compr¨® casas y coches de lujo compulsivamente, hasta alcanzar los 30 veh¨ªculos y tres barcos. Todo sin testaferros, a su nombre. Tiene ocho casas, siete terrenos para construir, dos pisos en zonas de lujo y dos mansiones con terrenos de 90 hect¨¢reas. Y a su madre, que hab¨ªa vivido toda la vida en una modesta casa de La Plata, le regal¨® una mansi¨®n de tres millones de d¨®lares en Bariloche. Trataba de disimular todo como ganancias del sindicato, pero nada cuadraba. Hasta que un juez orden¨® su detenci¨®n mientras disfrutaba del verano de lujo en Punta del Este, con los otros millonarios. Otros sindicalistas con fortunas inexplicables esperan su turno. Hugo Moyano, el m¨¢s famoso y poderoso, antes aliado de Macri, le lanz¨® un aviso ante la posiblidad de que lo detengan: "Si tengo que ir preso, p¨®nganme al lado de la celda del padre de Macri". Habla de Franco, hoy de 85 a?os, uno de los empresarios m¨¢s ricos y pol¨¦micos del pa¨ªs, enriquecido en los 80 y los 90 con contactos estrechos con el poder. El mensaje era claro: si vamos a la c¨¢rcel, vamos todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.