El reto de los refugiados que buscan trabajo en Alemania
Diversos programas estatales intentan fomentar la integraci¨®n laboral de los ciudadanos que han recibido protecci¨®n internacional, pero es m¨¢s dif¨ªcil de lo esperado
Da la impresi¨®n de que Hannah Hillebrand, de 29 a?os, est¨¢ en todas partes al mismo tiempo para echar una mano. Zabi se ha olvidado de a?adir az¨²car a la masa, Hassan pela las patatas calientes sin ponerse guantes, y Said, que tiene que filetear pescado, est¨¢ delante de la tabla de cortar sosteniendo el cuchillo equivocado.
Hillebrand ha estudiado Psicolog¨ªa y Cocina. Como directora del proyecto La Cantina de los Refugiados del barrio de Wilhelmsburg, en Hamburgo (Alemania), le pueden venir bien ambas titulaciones. Antes de su primer d¨ªa de trabajo con los refugiados se pas¨® tres meses escribiendo un voluminoso libro de recetas en el que incluy¨® tambi¨¦n todo lo que hay que saber sobre la cocina alemana. Ahora se da cuenta de que a sus alumnos ¡ªen la cocina hay seis chicos con chaquetas blancas de cocinero¡ª no les sirve pr¨¢cticamente de nada. Los textos son demasiado largos, y los t¨¦rminos t¨¦cnicos, demasiado extra?os. Tiene que empezar por lo m¨¢s b¨¢sico.
La Cantina de los Refugiados es uno de los muchos proyectos dedicados a proporcionar una formaci¨®n dual a los refugiados en Alemania. La asociaci¨®n Gastrolotsen de Hamburgo se ha especializado en cocineros y personal de servicio. Actualmente, los empresarios de la restauraci¨®n se quejan de la falta de trabajadores especializados. Los bajos salarios y los turnos espantan a muchos j¨®venes.?
Precisamente, el Estado quer¨ªa facilitar a las empresas la contrataci¨®n de refugiados. La idea era ayudar con dinero y asesoramiento a trav¨¦s de programas de promoci¨®n, como la formaci¨®n pr¨¢ctica con la colaboraci¨®n de una empresa. Se suprimi¨® el control de prioridad ¡ªel mecanismo por el cual los empleadores ten¨ªan que demostrar que el puesto no pod¨ªa ser cubierto por un alem¨¢n o extranjero con igual estatus jur¨ªdico y que la contrataci¨®n no tuviese impacto negativo en el mercado del trabajo¡ª, y ahora a los solicitantes de asilo les est¨¢ permitido trabajar en Alemania al poco de llegar. Lo cual, hasta el momento, no ha servido de mucho.?
Ya hay 400.000 empresas que han contratado refugiados, aunque en gran parte solo temporalmente, por ejemplo, con contratos en pr¨¢cticas. Las opiniones acerca de a qu¨¦ se debe exactamente que los refugiados y las empresas no acaben de encajar son diversas, pero no hay ninguna explicaci¨®n sencilla.?
Stephanie Anders, coordinadora de integraci¨®n de refugiados de la C¨¢mara de Comercio de Hamburgo, piensa que, en principio, la mayor¨ªa de las empresas no son reacias a contratarlos. Seg¨²n ella, casi todas las experiencias han sido positivas. A las compa?¨ªas les gusta tener personal en formaci¨®n con ganas de aprender. ¡°En los ¨²ltimos a?os, muchas empresas est¨¢n decepcionadas con los j¨®venes alemanes. Es verdad que tienen un t¨ªtulo, pero llegan al trabajo totalmente desganados¡±.
En Hamburgo, los participantes en el proyecto se encuentran ante los fogones llenos de motivaci¨®n. A pesar de ello, a veces no todo sale bien. Aref ya es capaz de preparar una buena ensalada de patata, pero cuando le piden que saque unas limas de la c¨¢mara frigor¨ªfica, no se mueve, sino que mira a Hillebrand con los ojos muy abiertos. No sabe qu¨¦ es una lima, pero tampoco se atreve a reconocerlo. La verdad es que la palabra hace tiempo que figura en el plan de estudios. ¡°Son como limones verdes¡±, le dice Hillebrand por fin.?
Un programa delicado
El joven desaparece en la c¨¢mara. Pasa un rato y sigue sin salir; al cabo de unos minutos, lo sigue otro participante. Sin ayuda, Aref no habr¨ªa encontrado las limas. ?Qu¨¦ hacer? ?Mostrarse dura o tolerante? Hillebrand tiene que decidir deprisa. Y eso que la tarea encomendada no es m¨¢s que una peque?a muestra de lo que esperar¨ªa al incipiente aprendiz en la cocina normal de un restaurante. En La Cantina de los Refugiados no se levanta la voz a nadie, ni nadie tiene que trabajar hasta bien entrada la noche. En esta formaci¨®n se utiliza el programa delicado.
The New Arrivals
Cuatro millones de inmigrantes han llegado a Espa?a en dos d¨¦cadas en avi¨®n, en patera o saltando la valla. M¨¢s de un mill¨®n de personas pidieron asilo en Europa en 2016. EL PA?S cuenta, en un proyecto de 500 d¨ªas con los diarios The Guardian, Der Spiegel y Le Monde, c¨®mo se adaptan estos nuevos europeos y c¨®mo Europa se adapta a ellos. Una mirada a un fen¨®meno que est¨¢ transformando Espa?a y el continente
Europa se encuentra ante una tarea colosal: integrar a millones de refugiados. ¡°Estoy nervioso porque tengo miedo de no entenderlo todo¡±, dice Said, un afgano de 24 a?os. Pronto empezar¨¢ unas pr¨¢cticas de seis semanas en un restaurante. Como muchos otros participantes, antes de La Cantina de los Refugiados nunca hab¨ªa estado en una cocina. En su pa¨ªs cocinaba su madre. La verdad es que ¨¦l nunca quiso ser cocinero.
Para muchos j¨®venes refugiados, un contrato de formaci¨®n supone la posibilidad de quedarse m¨¢s tiempo en Alemania. Desde agosto de 2016 est¨¢ en vigor en toda la Rep¨²blica la llamada ¡°normativa tres m¨¢s dos¡±, lo que significa tres a?os de formaci¨®n seguidos de dos de residencia asegurados. Ese es el objetivo de Said, Aref y sus compa?eros.
Algunos todav¨ªa no asisten con regularidad a un curso de idioma porque no tienen derecho a ello o no encuentran plaza. En las paredes de la cocina cuelgan multitud de notas adhesivas con palabras en alem¨¢n como ¡°interruptor¡±. Fue idea de los refugiados, explica Hillebrand. Solo que con eso no les basta si quieren aprender un oficio y tienen que asistir a una escuela profesional. Los aprendices de cocinero tienen que saber qu¨¦ es una granada y qu¨¦ es una espina de pescado. ?Y d¨®nde lo van a aprender? La mayor¨ªa de cursos de alem¨¢n no ense?an lenguaje t¨¦cnico.
La falta de conocimiento del idioma se suele alegar como una de las causas de que los refugiados no tengan contratos estables, se?ala Regina Flake, de la organizaci¨®n empresarial Instituto de la Econom¨ªa Alemana, quien ha preguntado a los empleadores sobre el tema. ¡°En las escuelas profesionales no hace falta saber leer y hablar. Lo importante es entender y escribir el examen en el tiempo que te dan para ello¡±.
Benjamin J¨¹rgens opina que, en parte, estos argumentos son una excusa. J¨¹rgens es cocinero profesional, ha trabajado 15 a?os en el sector de la restauraci¨®n y es fundador de la asociaci¨®n Gastrolotsen con el proyecto La Cantina de los Refugiados. Seg¨²n ¨¦l, tener a un refugiado de aprendiz significa que la forma de trabajar de la empresa tendr¨ªa que cambiar. Los jefes y los compa?eros deber¨ªan colaborar m¨¢s, y quiz¨¢ tambi¨¦n, de paso, ayudar un poco con el aprendizaje del alem¨¢n.
El proyecto La Cantina de los Refugiados prev¨¦ que a las 14 semanas en la cocina les sigan seis semanas de pr¨¢cticas. J¨¹rgens y Hillebrand han estado presentes en casi todas las entrevistas de los alumnos. ¡°Sin nosotros, la mayor¨ªa no tendr¨ªa ninguna posibilidad de entrar en la empresa¡±, asegura Hillebrand. ¡°Ni siquiera los escuchar¨ªan, aunque trabajen bien y sean muy cumplidores¡±.
Los promotores del programa han conseguido un puesto en pr¨¢cticas para todos los refugiados. Ambos act¨²an como interlocutores con las empresas y est¨¢n en contacto permanente con los alumnos. Eso tranquiliza a muchos jefes de cocina.
No obstante, hasta ahora solo uno de cada 14 participantes ha logrado acceder a un centro de formaci¨®n profesional. El balance de otros proyectos es similar: no pasan del ¨¦xito en casos puntuales. A pesar de todo, J¨¹rgens sigue teniendo fe en su idea. ¡°Sin formaci¨®n, la mayor¨ªa se quedar¨ªa toda la vida lavando platos o desempe?ando otros trabajos auxiliares¡±, concluye. ¡°Las capacidades de estas personas no se desarrollar¨ªan¡±.?
El proyecto?The New Arrivals?est¨¢ financiado por el European Journalism Centre con el apoyo de la Fundaci¨®n Bill & Melinda Gates.