S¨ªntomas de deshielo en ¡°el lugar m¨¢s peligroso del mundo¡±
La Zona Desmilitarizada de las dos Coreas, que Bill Clinton defini¨® como la m¨¢s expuesta del planeta, es un recuerdo constante de que ambos pa¨ªses est¨¢n a¨²n t¨¦cnicamente en guerra
Tel¨¦fonos que no contestan desde hace cinco a?os y mensajes que se comunican a gritos o por meg¨¢fono. Agujeros de bala que se?alan el lugar donde hace solo tres meses un soldado norcoreano fue tiroteado por los suyos cuando desertaba. Una zona en blanco en los mapas y en los GPS. En el ?rea de Seguridad Conjunta de Panmunjom, en la Zona Desmilitarizada (DMZ) que separa a las dos Coreas, la Guerra Fr¨ªa a¨²n es una experiencia diaria; y nada es m¨¢s bienvenido que un deshielo, por fr¨¢gil que sea, entre los dos pa¨ªses.
A poco m¨¢s de tres horas de carretera, en Pyeongchang, en el Sur, las dos Coreas se esfuerzan por transmitir al mundo un mensaje de unidad. Ambas desfilaron juntas en la inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno. El apret¨®n de manos entre el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y Kim Yo-jong, la hermana del l¨ªder norcoreano Kim Jong-un, durante aquella ceremonia el viernes pasado dio la vuelta al mundo.
En este lugar, que el presidente Bill Clinton calific¨® en 1993 como ¡°el lugar m¨¢s peligroso del mundo¡±, la atm¨®sfera es muy diferente. En la DMZ, una franja de cuatro kil¨®metros de ancho por 245 de largo que divide la pen¨ªnsula coreana a lo largo del paralelo 38, las alambradas y las torres de vigilancia son un recuerdo constante de que los dos pa¨ªses siguen a¨²n t¨¦cnicamente en guerra.
El silencio reina entre las casetas azules instaladas sobre la l¨ªnea de demarcaci¨®n de Panmunjom. Espartanamente decoradas, su funci¨®n es alojar las ahora infrecuentes conversaciones militares entre los dos bandos. Una hilera de cemento se?ala la frontera entre las dos Coreas. Del lado del sur, la Casa de la Libertad ¡ªdonde los representantes del sur esperan antes de una reuni¨®n el norte¡ª y una hilera de soldados norcoreanos fuertemente pertrechados y de gafas oscuras. En el norte, la mole del Panmungak ¡ªel edificio de espera para las delegaciones antes de las reuniones con el sur¡ª y el silencio. All¨ª no se ve un alma.
¡°Estamos aqu¨ª para mantener en calma una de las zonas m¨¢s militarizadas del mundo¡±, explica el comandante de la Marina canadiense Robert Watt, de la comisi¨®n encargada de supervisar el armisticio dentro del Mando de Naciones Unidas, que con EE UU al frente, tiene como misi¨®n defender a Corea del Sur. ¡°Nos tomamos la amenaza con realismo. El enemigo ha demostrado que est¨¢ dispuesto a usar la violencia. Pero vemos el ?rea de Seguridad Conjunta como un lugar para facilitar el di¨¢logo¡±.
Un di¨¢logo siempre complicado, y para el que muchas veces hay que buscar soluciones creativas. Aunque existe una l¨ªnea telef¨®nica para comunicar incidentes y avisos, Corea del Norte dej¨® de contestar a las llamadas en 2013. Ahora, cada vez que hace falta transmitir un aviso ¡ª¡°por ejemplo, que vamos a mandar helic¨®pteros para apagar un incendio en la DMZ y no les disparen¡±, explica Watt¡ª, los representantes del Mando de la ONU llegan a la l¨ªnea de demarcaci¨®n y transmiten el recado a viva voz, o con un meg¨¢fono. Los norcoreanos se limitan a grabar la escena en v¨ªdeo. A veces responden mediante un anuncio en el peri¨®dico. Otras, simplemente haciendo lo que se les ha pedido. ¡°No es ideal, pero es una manera indirecta de comunicarnos¡±, cuenta el militar.
A algunos centenares de metros, en el Checkpoint N¨²mero 3, llega otro tipo de comunicaci¨®n norcoreana. El viento transporta la m¨²sica de propaganda que se emite desde Kijongdong, la aldea falsa ¡ªnadie vive all¨ª¡ª construida para persuadir a los surcoreanos de que se fuguen al norte. Una gigantesca bandera de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Popular de Corea ¡ªel nombre oficial de ese pa¨ªs¡ª ondea sobre un m¨¢stil de 160 metros de altura. Al fondo, el complejo industrial de Kaesong, una iniciativa conjunta de los dos pa¨ªses que Se¨²l clausur¨® tras la cuarta prueba nuclear norcoreana. En esos montes se esconde la artiller¨ªa que, en caso de conflicto, lanzar¨ªa una lluvia de misiles sobre Se¨²l y los 26 millones de habitantes de su ¨¢rea metropolitana.
Vigilar esta zona es complicado. Los mojones que se?alan la l¨ªnea de demarcaci¨®n han desaparecido en su mayor¨ªa. En 2015, unas minas norcoreanas hirieron gravemente a dos soldados del sur que patrullaban el ¨¢rea.
El puente de No Retorno, donde despu¨¦s de la guerra los dos bandos intercambiaron prisioneros, fue escenario en noviembre de la espectacular deserci¨®n del soldado norcoreano Oh Chong-song, que lo cruz¨® en un todoterreno a toda velocidad. Cuando el veh¨ªculo se atasc¨®, continu¨® a pie entre las r¨¢fagas de disparos de sus compa?eros. Alcanzado por cinco impactos de bala, sus compa?eros le dieron por muerto. Una unidad surcoreana le rescat¨® y fue evacuado a Se¨²l, donde contra los pron¨®sticos iniciales ha logrado recuperarse de sus heridas. Un pil¨®n cercano muestra agujeros de aquellas balas.
Aquel incidente represent¨® el punto m¨¢s bajo en las relaciones intercoreanas el a?o pasado. Entonces parec¨ªa impensable un deshielo tan r¨¢pido. Pero la participaci¨®n del Norte en las Olimpiadas del Sur ha marcado un punto de inflexi¨®n.
¡°Todo el mundo tiene la sensaci¨®n ¡ªaunque puede ser algo subjetivo¡ª de que la tensi¨®n ha disminuido. Todo el mundo ve los Juegos Ol¨ªmpicos como algo positivo, y tiene ganas de una etapa pac¨ªfica¡±, se?ala el general suizo Patrick Gauchat, de la Comisi¨®n Supervisora de Pa¨ªses Neutrales que vigila el armisticio.
Este fin de semana, Corea del Norte ha invitado a Moon a visitar Pyongyang. La tregua ol¨ªmpica se consolida. Aunque persisten las dudas acerca de si durar¨¢, o cu¨¢nto. La desconfianza sigue siendo enorme entre los dos pa¨ªses, y una vez concluyan los Juegos Ol¨ªmpicos y los Paral¨ªmpicos, est¨¢n previstas nuevas maniobras militares conjuntas de Corea del Sur y Estados Unidos, a las que el Norte suele responder con pruebas de armamento.
Pero por el momento, la DMZ disfruta de este periodo de relajaci¨®n. Y en el caso de que regresen las tensiones, Watt las pone en perspectiva: por muy g¨¦lidas que sean las relaciones, siempre es preferible el hielo a una guerra que dej¨® cuatro millones de muertos en tres a?os. ¡°El peor d¨ªa del armisticio siempre es mejor que el mejor d¨ªa de la guerra¡±, recuerda.
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