Izquierda, derecha y el embargo de la memoria
C¨®mo se silencian lo original y lo realmente nuevo en el Brasil actual para que los discursos manidos puedan mantenerse para ocupar el poder
Tras la condena de Luiz In¨¢cio Lula da Silva en segunda instancia, intelectuales bastante respetables defendieron, desde la izquierda, que, de nuevo, no era el momento de debatir los 13 a?os del Partido de los Trabajadores (PT) en el poder. La justificaci¨®n es que el momento exige que la izquierda y la centroizquierda se unan para enfrentarse a la derecha en nombre de la democracia. A la vez, desde la derecha, que tampoco est¨¢ cohesionada, Michel Temer, del Movimiento Democr¨¢tico Brasile?o (MDB), y las fuerzas que lo mantienen en el poder a pesar de las denuncias de corrupci¨®n (o debido a ellas) se han inventado una operaci¨®n militar en R¨ªo de Janeiro como lema popular para tener peso e influencia en las elecciones de 2018.
En un lado, se presenta una demanda para embargar la memoria. En el otro, se usa el marketing pol¨ªtico para silenciar las realidades, creando un espect¨¢culo. Al producirse como factoide, como ocurre con la intervenci¨®n federal en R¨ªo, el acto encubre el hecho. La seguridad es una cuesti¨®n urgente. Pero no se puede enfrentar sin admitir que la pol¨ªtica de "guerra contra las drogas", que ya ha sido abolida en lugares m¨¢s serios del planeta, es una parte determinante del aumento de la violencia.
En lugar de admitir el fracaso de la pol¨ªtica de ¡°guerra contra las drogas¡±, con la operaci¨®n militar Temer consolida la guerra tambi¨¦n como est¨¦tica
En vez de eso, al escoger una operaci¨®n militar, con soldados y tanques en las favelas y barrios pobres, la guerra tambi¨¦n se consolida como est¨¦tica. De espasmo en espasmo, toda la atenci¨®n y la energ¨ªa se desplazan tanto para construir el espect¨¢culo como para deconstruirlo, como se presenci¨® desde el anuncio de la operaci¨®n que acapar¨® la atenci¨®n de todo Brasil y la mayor parte de las noticias. Mientras tanto, el pa¨ªs se arruina un poco m¨¢s.
No pretendo usar m¨¢s p¨¢rrafos para analizar la intervenci¨®n federal en el estado de R¨ªo de Janeiro como forma de silenciar las causas reales de una violencia que est¨¢ destruyendo la vida de los m¨¢s pobres, en mayor n¨²mero la de los j¨®venes negros. Hay una cantidad considerable de an¨¢lisis consistentes en circulaci¨®n, producidos por gente que se dedica al tema hace muchos a?os. Mi objetivo en este art¨ªculo es analizar la forma de silenciar que se produce en la izquierda vinculada a Lula y al PT. Y como estas formas de silenciar, solo aparentemente polarizadas, se conectan y se confunden.
La reciente declaraci¨®n del comandante del Ej¨¦rcito ilumina la cuesti¨®n: el general Eduardo Villas B?as afirm¨®, el 19 de febrero, que los militares que actuar¨¢n en la intervenci¨®n de R¨ªo necesitan "garant¨ªas para actuar sin riesgo de que surja una nueva Comisi¨®n de la Verdad". ?Qu¨¦ significa esa declaraci¨®n? ?Que habr¨¢ torturas, secuestros y asesinatos de civiles en las favelas de R¨ªo de Janeiro como sucedi¨® durante la dictadura civil y militar (1964-1985)? ?Que el general quiere "garant¨ªas" para que las tropas puedan torturar, secuestrar y asesinar civiles en nombre del Estado, en la operaci¨®n de R¨ªo, sin tener que responder por ello? ?Que el general quiere incumplir la ley y oficializar el Estado de excepci¨®n?
La crisis de la democracia es global, pero hay algo de particular en la crisis de cada pa¨ªs. Ya escrib¨ª en un art¨ªculo anterior que creo que las ra¨ªces de la actual crisis democr¨¢tica en Brasil est¨¢n en el propio proceso de retomada de la democracia, tras 21 a?os de dictadura. Las ra¨ªces de la actual crisis brasile?a est¨¢n en el hecho de haber borrado los cr¨ªmenes del r¨¦gimen de excepci¨®n y de que los torturadores y asesinos a sueldo del Estado hayan quedado impunes.
Al retomar la democracia sin lidiar con los muertos y los desaparecidos de la dictadura civil y militar, Brasil sigui¨® adelante sin lidiar con el trauma. Un pa¨ªs que, para retomar la democracia, necesita esconder los esqueletos en el armario ¨Co en fosas clandestinas¨C es un pa¨ªs con una democracia deformada, en la que los uniformes son siempre un punto de inestabilidad que acecha la cotidianidad. Una democracia deformada est¨¢ abierta a m¨¢s deformaciones, como la historia superreciente de Brasil nos muestra con abundancia.
Una democracia que sobrepasa los 30 a?os sin lidiar con su pasado contiene un fuerte factor de desestabilizaci¨®n
La desmemoria no es un rasgo banal en la historia de Brasil. Suele defenderse con un "ahora no toca", "no es el momento", "despu¨¦s nos encargamos de eso". As¨ª fue con la Ley de Amnist¨ªa, de 1979, y todav¨ªa hoy algunos grupos de la sociedad luchan para que se revise con el objetivo de que se responsabilice de manera justa a los torturadores y asesinos del r¨¦gimen. El acto m¨¢s significativo para lidiar con la memoria del per¨ªodo de excepci¨®n fue justamente la Comisi¨®n de la Verdad sobre los cr¨ªmenes de la dictadura, que tanto preocupa al general, y la serie de movimientos que se generaron en torno a ella, como las Cl¨ªnicas del Testimonio que se abrieron en todo Brasil.
Sin embargo, ese proceso de producci¨®n y documentaci¨®n de la memoria sobre la dictadura fue interrumpido por el gobierno actual. El hecho de que la democracia en Brasil supere los 30 a?os sin que se haya lidiado con el pasado autoritario es un factor fuerte de desestabilizaci¨®n que suele minimizarse. Los efectos de borrar los hechos est¨¢n visibles hoy en las calles.
Brasil carece de una derecha con una postura responsable y con un proyecto consistente, capaz de pensar el pa¨ªs m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica rastrera de beneficios privados y enriquecimientos inmediatos. La derecha no est¨¢ cohesionada, pero en ella predomina el discurso rudo, que tiene lugar en las bancadas del Congreso del buey, la bala y la biblia, as¨ª como en las milicias de internet, su expresi¨®n m¨¢s ruidosa. La creaci¨®n de realidades falsas se ha impuesto como forma de operar, como, por ejemplo, la reciente difusi¨®n de que los espacios art¨ªsticos estaban tomados por ped¨®filos. En el caso de las milicias, el propio hecho de anunciar que son un grupo liberal es una falsificaci¨®n, ya que sus pr¨¢cticas contradicen los valores liberales m¨¢s b¨¢sicos.
La izquierda vinculada a Lula y al PT ha actuado para embargar la memoria
No obstante, en este momento llama la atenci¨®n la manera como la izquierda vinculada a Lula y a parte del PT ha actuado para embargar la memoria. Caminan en ese sentido los ataques a los que quieren reflexionar sobre los 13 a?os del PT en el poder, asociado ¨ªntimamente al PMDB a partir de la segunda legislatura del Lula, y el papel que desempe?an el partido, Lula y Dilma Rousseff en la actual situaci¨®n de Brasil.
Ning¨²n proyecto de izquierda o de centroizquierda para el pa¨ªs tiene sentido si, para mantenerse, tiene que borrar cap¨ªtulos de la historia. Por todas las razones y porque no se puede construir un proyecto responsable de pa¨ªs sin entender d¨®nde se fall¨®, y sin responsabilizarse en consecuencia por lo que se ocasion¨® con los errores cometidos. Hay que pensar en la hip¨®tesis de que, si tantos no hubieran callado tras la primera denuncia del caso mensal?o (caso de corrupci¨®n que implicaba al PT en la compra de votos de parlamentarios, que surgi¨® en la primera legislatura de Lula y en el que se condenaron a varios dirigentes del partido) y aplazado la cr¨ªtica y la autocr¨ªtica hasta un d¨ªa que nunca llega, los rumbos podr¨ªan haber sido otros tambi¨¦n para Lula, Dilma Rousseff y el PT.
La piedra que obstaculiza la operaci¨®n de borrar algunos hechos de la biograf¨ªa de Lula, Rousseff y el PT se llama Belo Monte
La piedra que obstaculiza la operaci¨®n de borrar algunos hechos de la biograf¨ªa de Lula, Rousseff y el PT se llama Belo Monte, una de las mayores obras del Programa de Aceleraci¨®n del Crecimiento (PAC). No es una piedra, sino millones de toneladas de acero y cemento en el r¨ªo Xing¨², en el estado de Par¨¢, bajo las cuales planea la sospecha de corrupci¨®n, investigada en la operaci¨®n Lava Jato. La forma como la central el¨¦ctrica sali¨® del papel, tras d¨¦cadas de resistencia de los pueblos ind¨ªgenas y de los movimientos sociales de la regi¨®n, es claramente sospechosa desde, por lo menos, la subasta p¨²blica, en 2010.
Pero, en esta ¨¢rea, la de la Lava Jato, siempre se puede negar y alegar inocencia para la opini¨®n p¨²blica. La forma y la rapidez con que el proceso judicial de Lula se ha llevado a cabo, en el caso del tr¨ªplex de Guaruj¨¢, la fragilidad de las pruebas y la conducta poco convencional de los jueces de la primera y segunda instancia, que opinaron antes de juzgar, conducen a dudas razonables sobre la legitimidad de las sentencias, confundiendo todav¨ªa m¨¢s el paisaje ya bastante nebuloso del Brasil actual.
En Belo Monte, sin embargo, las violaciones contra el medio ambiente y los derechos humanos, promovidas durante los gobiernos del PT, son literalmente visibles. Y bastante dif¨ªciles de explicar cuando un pol¨ªtico y un partido afirman que defienden al pueblo, y afirman que son perseguidos por defender al pueblo.
?C¨®mo explicar que miles de familias fueran expulsadas de sus casas, tierras e islas o "desplazadas forzosamente", sin ning¨²n tipo de asistencia jur¨ªdica, muchas firmando con el dedo papeles que eran incapaces de leer? ?C¨®mo explicar que las huelgas de los trabajadores de la central, al igual que las manifestaciones contra Belo Monte promovidas por ind¨ªgenas, ribeirinhos (ribere?os), pescadores, agricultores y habitantes de Altamira fueran reprimidas por la Fuerza Nacional durante el per¨ªodo en que el Partido de los Trabajadores estaba en el poder?
?C¨®mo explicar que el PT permitiera, cuando no apoyara, que la obligatoriedad de proteger a los pueblos ind¨ªgenas durante la construcci¨®n de la central y de mitigar sus efectos sobre el r¨ªo y la selva se desvirtuara en un flujo de mercanc¨ªas? ?Que las aldeas ind¨ªgenas, incluso las que hab¨ªan hecho contacto reciente con el hombre blanco, recibieran desde televisores hasta colchones, pasando por az¨²car y refrescos, produciendo lo que la Fiscal¨ªa denomin¨® "etnocidio" (muerte cultural), sin mencionar un aumento de m¨¢s del 100% en la desnutrici¨®n de ni?os ind¨ªgenas entre 2010 y 2012?
?C¨®mo explicar que la violencia urbana se ha disparado, en gran medida por el proceso de Belo Monte, y Altamira se ha convertido en el municipio con m¨¢s de 100.000 habitantes m¨¢s violento de Brasil, seg¨²n el Atlas de la Violencia de 2017, producido por el Instituto Econ¨®mico de Investigaci¨®n Aplicada y por el Foro Nacional de Seguridad P¨²blica? ?C¨®mo explicar que los barrios construidos para albergar a las familias expulsadas de sus casas no cumplen los requisitos m¨ªnimos determinados durante el proceso de licencia ambiental de la central y hoy se han convertido en los nuevos territorios de violencia de Altamira, con casas agrietadas y que se deterioran de forma acelerada?
Parte de la izquierda, que hist¨®ricamente lidera la lucha por los derechos humanos en Brasil, se call¨® ante las violaciones de derechos
?C¨®mo explicarlo?
No es de hoy que Belo Monte es una cantera entera en el camino del discurso de Lula, Dilma Rousseff y del PT. Pero parte significativa de la izquierda, que hist¨®ricamente lidera la lucha por los derechos humanos en Brasil, se call¨® ante lo que suced¨ªa ¨Cy sucede¨C en el Xing¨² por imposici¨®n de Belo Monte. En lugar de enfrentar las contradicciones, prefiri¨® callarse ante ellas, call¨¢ndolas. ?C¨®mo se llama esto desde el punto de vista de la ¨¦tica?
La derecha, por su parte, siempre apoy¨® la construcci¨®n de Belo Monte, como gran obra de infraestructura y oportunidad de negocios. Vale la pena no olvidar que el ex varias veces ministro de la dictadura Delfim Netto fue uno de los art¨ªfices de la subasta p¨²blica de la central. Belo Monte solo se convirti¨® en mala noticia para la mayor parte de la prensa cuando apareci¨® en las delaciones de la operaci¨®n Lava Jato y empez¨® a interesar que se debilitara el PT con vistas al impeachment de Dilma Rousseff.
Uno de los ¨²ltimos actos medi¨¢ticos de la expresidenta fue justamente inaugurar Belo Monte, lo que muestra el tama?o de la convicci¨®n que Dilma ten¨ªa en la construcci¨®n de la central. "Quiero decir que este emprendimiento de Belo Monte me enorgullece mucho por todos los beneficios sociales y ambientales que ha producido", pronunci¨®. Se cuestiona la hidroel¨¦ctrica por violar derechos humanos y ambientales en 24 demandas de la Fiscal¨ªa. Las violaciones por parte del Estado brasile?o en la construcci¨®n de la central est¨¢n siendo investigadas por la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos.
Aun as¨ª, Belo Monte se vende hoy como "hecho consumado". Con frecuencia, mencionar Belo Monte en espacios de la izquierda vinculada a Lula y al PT significa o¨ªr: "?Pero todav¨ªa este tema? Belo Monte ya ha pasado". La cuesti¨®n es: ?hecho consumado para qui¨¦n?
Para los afectados seguro que no. En este momento, Belo Monte se ha convertido en una cantera todav¨ªa mayor. Ser¨¢ interesante observar cu¨¢nto m¨¢s tendr¨¢ que crecer para que lo que sucedi¨® ¨Cy sucede¨C en el Xing¨² se vea finalmente en toda su proporci¨®n y significados.
?C¨®mo "el salvador de los pobres" produjo pobres?
En este momento, Belo Monte se ha convertido en una cantera mayor tambi¨¦n en el camino del discurso de Lula, porque cada vez es m¨¢s visible que la gigantesca obra del PAC produjo un contingente de pobres urbanos. El per¨ªodo en que el PT ocup¨® el poder fue decisivo para que una gran parte de los brasile?os, que ya estaban en las periferias, mejoraran de vida. Es un hecho. Sin embargo, en el Xing¨², y en otras regiones amaz¨®nicas, lo que sucedi¨® fue un proceso de conversi¨®n de pueblos tradicionales en pobres urbanos. Esto tambi¨¦n es un hecho, que he documentado desde el inicio del proceso.
De la misma forma que un hecho sustenta el discurso de Lula, Dilma y del PT, este otro hecho pone en duda el mismo discurso: ?c¨®mo "el salvador de los pobres" produjo pobres?
Al menos 378 familias de ribeirinhos del Xing¨² reivindican hoy que se cree un territorio colectivo para que puedan recuperar su forma de vida, destruida por Belo Monte. La mayor¨ªa de esas familias vive en la pobreza, algunas de ellas en la pobreza extrema. A principios de febrero, el Consejo Ribeirinho, que re¨²ne a los representantes las regiones del Xing¨² donde se produjeron desplazamientos de personas, estuvo en Brasilia para exigir la creaci¨®n del territorio y presentaron un mapa con la propuesta.
Al Consejo Ribeirinho lo apoyan y asesoran en su reivindicaci¨®n organizaciones como Xing¨² Vivo Para Siempre e Instituto Socioambiental, la Sociedad Brasile?a para el Progreso de la Ciencia, la Fiscal¨ªa Federal, la Defensor¨ªa P¨²blica de la Uni¨®n y el Consejo Nacional de Derechos Humanos, entre otros. Dos de los m¨¢s reputados antrop¨®logos del pa¨ªs, Manuela Carneiro da Cunha y Mauro de Almeida, mostraron tanto la legitimidad como la urgencia de que se cree este territorio colectivo durante un seminario en la Universidad de Brasilia, el 6 de febrero, en el que tambi¨¦n participaron la presidenta del Instituto Brasile?o del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables, Suely Ara¨²jo, y representantes de la Secretar¨ªa del Patrimonio de la Uni¨®n y de la Casa Civil (especie de Gabinete de la Presidencia de la Rep¨²blica).
Norte Energia, empresa concesionaria de Belo Monte, invit¨® al antrop¨®logo Jos¨¦ Augusto Laranjeiras Sampaio para que analizara la cuesti¨®n, y este fue enf¨¢tico al defender que los ribeirinhos tienen derecho a su forma de vida. El Gobierno y Norte Energia se comprometieron a estudiar la propuesta y a discutir una primera evaluaci¨®n de las ¨¢reas en marzo. La empresa tambi¨¦n se comprometi¨® a ofrecer a todas las familias reconocidas por el Consejo Ribeirinho un valor mensual de unos 900 reales (280 d¨®lares) para garantizar un sustento m¨ªnimo mientras no llega una soluci¨®n definitiva.
La duda es c¨®mo va a desarrollarse ese proceso con un consorcio que ha violado sistem¨¢ticamente los derechos humanos y ambientales al construir y operar la central y un gobierno del (P)MDB que forma parte de la arquitectura pol¨ªtica y econ¨®mica ¨Cy, se sospecha, de sobornos¨C que hizo posible la implantaci¨®n de Belo Monte. Se teme que la creciente tensi¨®n en la regi¨®n se est¨¦ conteniendo solo para que no genere malas noticias en a?o de elecciones y para que no aumente todav¨ªa m¨¢s el pasivo social, ambiental y jur¨ªdico de una central cuya posible venda lleg¨® a anunciarse en la prensa, informaci¨®n que los socios niegan.
El proyecto de privatizar Eletrobras, una de las empresas estatales que componen Norte Energia, tambi¨¦n podr¨ªa pesar en la actual postura conciliadora. Solo los pr¨®ximos cap¨ªtulos van a iluminar si existe una real disposici¨®n de crear un territorio ribeirinho, que depende tanto de que Norte Energia compre ¨¢reas de hacienda como de que la Uni¨®n destine tierras p¨²blicas.
"Quiero territorio para ser", dice la ribeirinha Rita Cavalcante
Para los ribeirinhos, no obstante, el ritmo del hambre no es el de la burocracia. Y la desesperaci¨®n aumenta d¨ªa a d¨ªa. "Quiero territorio para ser", afirm¨® la ribeirinha Rita Cavalcante en Brasilia, con el lenguaje de vastedad que caracteriza a este pueblo tradicional. Ella destaca as¨ª la diferencia entre tierra y territorio, la tierra vinculada al concepto de mercanc¨ªa, el territorio como identidad, como cuerpo, como indicaron los antrop¨®logos. Destaca tambi¨¦n la diferencia entre reasentar y reterritorializar, como mostr¨® la fiscal de la Rep¨²blica en Altamira, Thais Santi.
Los ribeirinhos son una cantera tanto en el camino de la derecha como de la izquierda vinculada a Lula, porque encarnan una forma de vida que se contrapone a "todo lo que est¨¢ ah¨ª". No es lo que ellos predican o defienden. Es otra cosa: ellos encarnan, viven. Uno de los pueblos menos comprendidos del pa¨ªs, los llamados "ribeirinhos" o "beiradeiros", palabra que personalmente prefiero, surgieron en los r¨ªos amaz¨®nicos con la explotaci¨®n del l¨¢tex para producir caucho.
La mayor¨ªa de los actuales ribeirinhos desciende de nordestinos pobres que fueron llevados a la Amazonia a finales del siglo XIX para que se convirtieran en seringueiros (extractores de l¨¢tex) y/o soldados del caucho, reclutados con el objetivo de extraer esa materia prima para los Estados Unidos, durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando la producci¨®n de caucho dej¨® de ser interesante para el mercado, por una raz¨®n u otra, fueron abandonados en la selva. All¨ª, muchos formaron familia con mujeres ind¨ªgenas, algunas robadas de las aldeas, y crearon una forma de vida diferente. A veces en una margen del r¨ªo, a veces en la otra.
Cuando los robos de tierras p¨²blicas por parte de grandes hacendados y empresas, apoyados por sicarios, se adentraron en la selva, muchos emigraron a las islas de los r¨ªos amaz¨®nicos, el ¨²ltimo reducto. Pescan, cazan, practican agricultura de subsistencia, hacen harina, rompen casta?as, recogen a?a¨ª, si interesa vuelven a extraer l¨¢tex, a veces buscan oro en los r¨ªos, algunos cr¨ªan cerdos o gallinas, las actividades var¨ªan con la ¨¦poca del a?o y tambi¨¦n con las demandas del mercado.
Viven con total concordia con la selva y el r¨ªo. He recogido varias definiciones de pobreza y de riqueza de los ribeirinhos a lo largo de los ¨²ltimos a?os. En s¨ªntesis: "ser rico es no necesitar dinero" y "ser pobre es no tener elecci¨®n". Y la elecci¨®n, en este caso, es bastante amplia, desde qu¨¦ comer y cu¨¢ndo trabajar hasta la libertad de moverse por el r¨ªo, pescando ahora en un lugar, ahora en otro, y pudiendo establecer su casa donde quieran. Esta forma de vida ha sido obstaculizada por las presiones econ¨®micas que se ciernen sobre la selva. Y, en el Xing¨², se ha agudizado con Belo Monte, la cat¨¢strofe que literalmente ha obstaculizado el r¨ªo y la libertad de ir y venir.
La libertad se ha enraizado en los ribeirinhos que ya nacieron en la selva, pero que cargan en el cuerpo una memoria transmitida oralmente que habla de siglos de yugo. Es com¨²n, al definirse como grupo identitario, que afirmen con orgullo: "Nunca nadie me ha dado ¨®rdenes". O: "Nunca he tenido un empleo". Trabajan mucho, pero con sus propios t¨¦rminos.
La forma de vida ribeirinha es revolucionaria en s¨ª misma, lo cual asusta a la derecha y tambi¨¦n a parte de la izquierda que ve el mundo en los t¨¦rminos del capital-trabajo
Es fundamental darse cuenta de que esta forma de vivir es revolucionaria en s¨ª misma, en la medida que se contrapone a una visi¨®n de mundo dominante, para muchos la ¨²nica. Y que ese ser/estar en el mundo no cabe en un partido y en un l¨ªder que solo consiguen ver la vida en los t¨¦rminos del capital y del trabajo.
Para parte de la izquierda, ser¨ªa suficiente un trabajo y una vivienda en un complejo social. Pero para los ribeirinhos, nada de eso tiene sentido. Y, para la derecha, la gente que no quiere tener ni trabajo ni jefe, pero que tampoco encaja en los moldes del emprendimiento, es peligros¨ªsima.
Sin caber en ninguna caja, los ribeirinhos, al igual que otros pueblos tradicionales, est¨¢n pagando un precio alto. Al reivindicar un territorio colectivo en Brasilia como reparaci¨®n de lo irreparable ¨Cla destrucci¨®n que Belo Monte ocasion¨® en sus vidas¨C, han provocado un movimiento gigante. Eran pobres, en el sentido que la mayor¨ªa de sus ascendientes eran nordestinos que hu¨ªan de la sequ¨ªa; crearon una vida diferente en la selva cuando los empleadores se fueron; y hoy se niegan a volver a ser pobres urbanos.
En resumen: hicieron una revoluci¨®n entera no contra, sino en los m¨¢rgenes del r¨ªo y al margen del Estado. ?C¨®mo el Estado y los campos pol¨ªticos van a lidiar con ellos cuando ya no puedan silenciarlos?
Los ribeirinhos hicieron una revoluci¨®n entera en los m¨¢rgenes del r¨ªo y al margen del Estado
Incluso como grupo identitario, los ribeirinhos encarnan un desaf¨ªo, en el sentido que su identidad es justamente ser entre mundos. Muchos son ind¨ªgenas, pero tambi¨¦n son otra cosa. Son agricultores y no lo son al mismo tiempo. Son eso y tambi¨¦n aquello. Son m¨²ltiples. Esa identidad caleidosc¨®pica y tambi¨¦n mutante es extremamente original. Y, como ninguna otra, responde a los desaf¨ªos de un mundo acechado por el cambio clim¨¢tico.
Toda esa originalidad creativa y creadora la niegan, cuando no la destruyen, tanto la derecha como la izquierda. Al colocar en evidencia contradicciones estructurales y se?alar las fisuras en los discursos y en la producci¨®n de la mitolog¨ªa pol¨ªtica, los polos se despolarizan para impedir que la presa se rompa. Pero, aunque Belo Monte permanezca todav¨ªa en pie en el Xing¨², esa otra presa ya se ha roto.
Cualquier impedimento a la producci¨®n de memoria sobre la vida vivida es, ya en su cierne, autoritario. No se puede afirmar que se defiende la democracia y, a la vez, defender la suspensi¨®n temporal de la memoria. No se puede aplazar la reflexi¨®n sobre los 13 a?os del PT en el poder sin tropezar con el l¨ªmite de la ¨¦tica, este, s¨ª, infranqueable. ?C¨®mo decirle a un ribeirinho, al que le quemaron o inundaron la casa y la isla y hoy vive con menos de dos reales (0,62 d¨®lares) al d¨ªa en la periferia urbana de la ciudad m¨¢s violenta del pa¨ªs que su historia, su dolor y su vida no importan, que no tiene un lugar en la historia, que no es el momento?
Hubo avances importantes en las pol¨ªticas p¨²blicas en ¨¢reas como la sanidad, la educaci¨®n y la cultura, se crearon cuotas raciales en las universidades, se ampli¨® el programa social Bolsa Familia y se aument¨® el salario m¨ªnimo interprofesional, entre otras conquistas. Pero tambi¨¦n hubo una visi¨®n de desarrollo mediocre y predadora, que masacr¨® la selva y los pueblos de la selva. Hubo corrupci¨®n. Y hubo Belo Monte, donde se dibujan todas las contradicciones de Lula, Dilma y el PT en el poder, al igual que el ADN de sus alianzas. No se puede recordar una parte y borrar la otra. Solo se puede seguir enfrentando las contradicciones.
Belo Monte es, cada d¨ªa m¨¢s, una cantera insalvable en el camino de quien desea embargar la memoria, como si fuera posible crear un proyecto de pa¨ªs sin lidiar con el pasado y con el presente. Los ribeirinhos del Xing¨² y de otros r¨ªos amaz¨®nicos amenazados por grandes obras de infraestructura y de miner¨ªa, por el robo de tierras p¨²blicas y por el avance de la frontera agropecuaria representan hoy, junto con los movimientos de los sintechos en las grandes ciudades, los pueblos ind¨ªgenas y los quilombolas, no solo la potencia de actuar de Brasil, sino la potencia de ser Brasiles, un pa¨ªs que solo puede existir en plural. Brasiles como entremundos tambi¨¦n.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - O avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos, y de la novela Uma duas. Web: desacontecimentos.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum. Facebook: @brumelianebrum.
Traducci¨®n: Meritxell Almarza.
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