Un Xi reforzado advierte a Taiw¨¢n contra veleidades independentistas
El presidente chino cierra con un discurso nacionalista la sesi¨®n legislativa anual que le ha encumbrado
Reforzado en el poder, autorizado para permanecer en ¨¦l mientras quiera, rodeado de un elenco de fieles. El presidente Xi Jinping emerge como un l¨ªder formidable de la asamblea legislativa anual china, clausurada este martes tras quince d¨ªas que han marcado un profundo cambio en el sistema de mando del pa¨ªs. Y, en su discurso de cierre, el jefe de Estado quiso motivar a sus ciudadanos con un mensaje de corte nacionalista, en el que lanz¨® una seria advertencia a Taiw¨¢n, la isla que considera parte inalienable de su territorio: ¡°China aplastar¨¢ cualquier intento de separar nuestro territorio¡±.
A lo largo de 15 d¨ªas, la Asamblea Nacional Popular (ANP) ha sido, sobre todo, el espect¨¢culo de Xi, convertido en el hombre m¨¢s poderoso de su pa¨ªs en d¨¦cadas. Los diputados, en este Legislativo sin autonom¨ªa real, han abolido los l¨ªmites de tiempo a su mandato; han aprobado una nueva y poderosa Comisi¨®n Nacional de Supervisi¨®n, que estar¨¢ encabezada por uno de sus grandes aliados; han dado el visto bueno a una reforma del Gobierno que desv¨ªa poder del Ejecutivo hacia el Partido Comunista y han renovado por unanimidad el mandato del presidente y jefe de la Comisi¨®n Militar Central para al menos cinco a?os m¨¢s.
Algunos legisladores han llegado a ser captados por las c¨¢maras llorando de emoci¨®n durante las sesiones. Otros han aplaudido vivamente las intervenciones del presidente. Un enorme contraste con el trato al primer ministro, Li Keqiang, otrora n¨²mero dos y que, como el resto del Ejecutivo, ha visto su papel dr¨¢sticamente recortado. Li no fue reelegido sino hasta el d¨ªa despu¨¦s de Xi y el nuevo vicepresidente, Wang Qishan, junto con otros cargos m¨¢s ¡°segundones¡±. En la rueda de prensa tras la clausura de la ANP, la ¨²nica que ofrece en todo el a?o, apenas sonaron unos pocos aplausos dispersos de los funcionarios, a diferencia de otras ocasiones previas en las que su entrada fue similar a la de una estrella de rock.
La ¨²nica estrella ahora es Xi. El presidente quiso enviar un mensaje contundente como broche final a sus quince d¨ªas de encumbramiento. Un mensaje que ilusionara a sus ciudadanos - ¡°el pueblo chino ha sido siempre indomable y persistente, tenemos el esp¨ªritu de luchar contra nuestros enemigos hasta el final¡±-, que reiterara su gran principio de mando - ¡°la Historia ha demostrado, y seguir¨¢ demostrando, que solo el socialismo puede salvar China¡±- , y que lanzara una advertencia inequ¨ªvoca: ¡°Todos los actos y triqui?uelas para separar el pa¨ªs est¨¢n abocados al fracaso, ser¨¢n condenados por el pueblo y castigados por la Historia¡±.
La advertencia est¨¢ dirigida, sobre todo, al territorio aut¨®nomo de Hong Kong, donde una nueva generaci¨®n de j¨®venes pol¨ªticos abandera la identidad propia de la excolonia brit¨¢nica, y a la isla autogobernada de Taiw¨¢n, sobre la que China nunca ha renunciado al uso de la fuerza para controlarla. Los lazos con Taipei se han enfriado desde la llegada al poder hace dos a?os de la presidenta Tsai Ing-wen, del Partido Democr¨¢tico Progresista. Pek¨ªn sospecha que Tsai pueda querer empujar a la isla a una declaraci¨®n de independencia, aunque la presidenta sostiene que apoya la situaci¨®n actual.
La semana pasada, Washington incurri¨® en la ira de Pek¨ªn al aprobar una nueva ley que facilita los viajes de funcionarios estadounidenses a la isla para reunirse con pol¨ªticos locales y viceversa. Estados Unidos, como la mayor¨ªa de los pa¨ªses del mundo, no mantiene relaciones diplom¨¢ticas formales con Taipei. Pero s¨ª est¨¢ obligado, por ley, a defenderla de un posible ataque de China.
Llov¨ªa sobre mojado: el presidente de EE UU, Donald Trump, ya toc¨® uno de los puntos m¨¢s sensibles para China cuando, antes de jurar su cargo en enero del a?o pasado, habl¨® por tel¨¦fono con Tsai. Aquel acto desencaden¨® una fuerte tensi¨®n diplom¨¢tica que solo termin¨® de cerrarse meses despu¨¦s, con la primera reuni¨®n entre Trump y Xi en Florida.
Xi ha dejado claro que, no obstante, su aspiraci¨®n no se limita a simplemente evitar injerencias extranjeras, reales o percibidas, en la relaci¨®n entre ambos lados del estrecho de Formosa. Su voluntad, ha indicado en el discurso, es una ¡°reunificaci¨®n pac¨ªfica¡± entre China y la isla.
Una unificaci¨®n que pocos desean, seg¨²n las encuestas, entre los 23 millones de taiwaneses. Pero conseguirla siempre ha sido uno de los objetivos declarados de Pek¨ªn: por las buenas o por las malas, pues China nunca ha renunciado a hacerse con el control de la isla mediante el uso de las armas. Previamente, se hab¨ªa quedado en una mera declaraci¨®n de principios. Pero, enunciada por uno de los hombres m¨¢s poderosos de la Tierra, esa declaraci¨®n de principios adquiere un tono diferente.??
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