Sarkozy se enfrenta a otro juicio por corrupci¨®n y tr¨¢fico de influencias
El expresidente franc¨¦s se sentar¨¢ en el banquillo por el llamado caso de las escuchas, seg¨²n 'Le Monde'
La mara?a judicial atrapa cada d¨ªa m¨¢s a Nicolas Sarkozy. Una semana despu¨¦s de ser imputado por la supuesta financiaci¨®n de su campa?a de 2007 con dinero libio, los jueces decidieron sentar al expresidente franc¨¦s en el banquillo por corrupci¨®n y tr¨¢fico de influencias en el llamado caso de las escuchas. Sarkozy est¨¢ acusado de intentar obtener, en colaboraci¨®n con su abogado, informaci¨®n de un juez sobre otro caso de financiaci¨®n irregular en el que finalmente sali¨® absuelto.
La decisi¨®n de llevarle al Tribunal Correccional, revelada el jueves por Le Monde, representar¨¢, si se acaba celebrando, el segundo juicio para el expresidente. Los abogados de Sarkozy quieren recurrirla. A principios de 2017 los jueces anunciaron que le sentar¨ªan en el banquillo por la financiaci¨®n de la campa?a de 2012, el llamado caso Bygmalion. Todav¨ªa no hay fecha para el inicio de ninguno de los dos juicios. El antecesor y mentor pol¨ªtico de Sarkozy, Jacques Chirac, ha sido hasta ahora el ¨²nico presidente de la V Rep¨²blica juzgado. En 2012, cuando ya hab¨ªa abandonado el poder, fue condenado a dos a?os de prisi¨®n exentos de cumplimientos.
La acumulaci¨®n de imputaciones y juicios para Sarkozy erosiona todav¨ªa m¨¢s la reputaci¨®n del pol¨ªtico conservador, que gobern¨® Francia entre 2007 y 2012 y que, pese a estar oficialmente retirado, sigue ejerciendo un papel tutelar en la derecha de este pa¨ªs. Su curr¨ªculum judicial contrasta con la hoja impoluta, por ahora, de sus sucesores, Fran?ois Hollande y Emmanuel Macron, que emprendieron reformas con el fin de moralizar la vida p¨²blica.
El caso de las escuchas ¡ªtambi¨¦n llamado caso Paul Bismuth, por el pseud¨®nimo que Sarkozy usaba en las conversaciones telef¨®nicas con su abogado, Thierry Herzog¡ª es el v¨¦rtice en el en que confluyen dos de los casos clave que han perseguido a Sarkozy esto a?os. Uno es el caso Bettencourt, en el que Sarkozy era investigado por supuesto abuso de debilidad de la multimillonaria Liliane Bettencourt para obtener fondos para su segunda campa?a ¡ªque perdi¨® ante Hollande¡ª y por el que fue absuelto. El otro es el de los supuestos pagos del r¨¦gimen del dictador libio Moamar el Gadafi para financiar la campa?a que llev¨® a Sarkozy al Palacio del El¨ªseo en 2007.
En 2014, los jueces que investigaban la financiaci¨®n libia de la campa?a presidencial pincharon la l¨ªnea telef¨®nica oficial de Sarkozy, por entonces ya expresidente. Fue as¨ª como descubrieron que ¨¦l y su abogado, Herzog, usaban otra l¨ªnea extraoficial, tel¨¦fonos port¨¢tiles que los interlocutores usaban bajo una identidad falsa para sus conversaciones secretas. El nombre secreto del expresidente Sarkozy era Paul Bismuth. En estas escuchas, los investigadores descubrieron que Sarkozy y Herzog hablaban de c¨®mo obtener informaciones privilegiadas sobre un recurso en el Tribunal de Casaci¨®n en el marco del caso Bettencourt, y c¨®mo aprovecharse de la presencia en este tribunal del magistrado Gilbert Azibert, considerado pr¨®ximo al expresidente. Las conversaciones daban a entender que, a cambio de la ayuda de Azibert en aquel caso, el expresidente estar¨ªa dispuesto a ofrecerle un cargo en el Principado de M¨®naco.
La investigaci¨®n, que termin¨® en 2016, concluy¨® que Sarkozy y Herzog ¡°se beneficiaron de la presidencia de Gilbert Azibert dentro del Tribunal de Casaci¨®n¡±, seg¨²n la requisitoria de la Fiscal¨ªa Financiera Nacional, creado en 2013, bajo la presidencia de Hollande. ¡°Tambi¨¦n permiti¨® establecer que Gilbert Azibert supo sacar ventaja de la situaci¨®n, solicitando, y obteniendo, como recompensa y contrapartida, la intervenci¨®n de Nicolas Sarkozy para respaldar su candidatura para un cargo judicial en M¨®naco¡±. En este documento, citado por Le Monde, los magistrados de la Fiscal¨ªa Financiera Nacional comparaban las pr¨¢cticas del expresidente y de su abogado con las de ¡°delincuentes experimentados¡±. Ambos, junto a Azibert, deber¨¢n ser juzgados.
Por ahora Sarkozy no ha sido declarado culpable en ninguno de los casos citados, ni siquiera juzgado, pero su carrera desde que abandon¨® el El¨ªseo en 2012 ha sido un continuo goteo de acusaciones y revelaciones, una continua batalla pol¨ªtico-judicial que no ha terminado. Su ¨²ltimo intento de regresar a la primera fila de la pol¨ªtica fue en las primarias de Los Republicanos, el gran partido de la derecha francesa. Qued¨® eliminado en la primera vuelta, y uno de los argumentos de sus adversarios fue precisamente que alguien imputado en varios casos no era digno de aspirar y ocupar la funci¨®n presidencial.
El caso potencialmente m¨¢s grave para el expresidente es el del financiamiento libio. La semana pasada, tras 25 horas de declaraci¨®n bajo custodia policial, los jueces le imputaron por corrupci¨®n pasiva, financiaci¨®n ilegal de campa?a electoral y desv¨ªo de fondos p¨²blicos libios. Varios testimonios ¡ªdel entorno de Gadafi y de un intermediario franco-liban¨¦s-- y algunos documentos de origen libio¡ª coinciden en que Gadafi entreg¨® millones de euros a Sarkozy para su elecci¨®n en 2007. Las cifras mencionadas oscilan entre los 5 y los 50 millones de euros. Tras quedar en libertad, en una entrevista con la cadena TF1, el expresidente neg¨® con vehemencia las acusaciones y las atribuy¨® a un complot de la ¡°banda de Gadafi, que es una banda de asesinos¡±.
La gravedad de este caso va m¨¢s all¨¢ del propio Sarkozy, como ocurre con los otros, y afecta a la integridad de la democracia francesa: a la posibilidad ¡ªque por ahora nadie ha probado¡ª que una dictadura extranjera influyese en las elecciones de la llamada patria de los derechos humanos.
Entre estadista jubilado y boxeador de la pol¨ªtica
Seis a?os despu¨¦s de haber abandonado el Palacio del El¨ªseo, a Nicolas Sarkozy le cuesta encontrar su papel. Durante un tiempo pareci¨® que se retiraba. Despu¨¦s regres¨® a la escena para refundar su partido y aspirar de nuevo a la presidencia. Fracas¨®. Desde ese momento, a finales de 2016, ha intentado asumir el papel de jefe de Estado retirado: el pol¨ªtico experimentado que se sit¨²a por encima de la pelea partidista y prodiga consejos y advertencias a los pol¨ªticos m¨¢s j¨®venes que ¨¦l. Las ¨²ltimas noticias judiciales ¡ªmalas, para ¨¦l, pero no inesperadas¡ª han frustrado el intento de elevarse a la categor¨ªa de sabio estadista. En unos d¨ªas ¡ªdesde su detenci¨®n la semana pasada para que la polic¨ªa le interrogase sobre los supuestos pagos de la Libia de Gadafi a su campa?a¡ª ha vuelto a bajar al barro, con ataques virulentos a los adversarios y la denuncia de conspiraciones, en las que participan colaboradores y familiares de dictadores ya muertos, periodistas y jueces. Es un terreno en el que Sarkozy, un boxeador de la pol¨ªtica, luchador contracorriente y ajeno por su biograf¨ªa y educaci¨®n a los c¨ªrculos de la ¨¦lite francesa, no se siente inc¨®modo.
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