La guerra no es el final
La batalla comercial entre China y EE UU obliga a Europa a tomar posiciones, en un escenario condicionado por la regulaci¨®n que prepara sobre el sector tecnol¨®gico
Una de las principales razones por las que la crisis financiera internacional que estall¨® en 2008 no sigui¨® los pasos de la Gran Depresi¨®n de los a?os treinta es porque, a diferencia de entonces, las autoridades mundiales se comprometieron a evitar entrar en una espiral proteccionista como v¨ªa para salir de la recesi¨®n. Ahora, una vez que los n¨²meros rojos han quedado atr¨¢s pero con las heridas de la crisis a¨²n muy presentes, la Casa Blanca ha hecho sonar los tambores proteccionistas, en un movimiento por ahora contenido pero de consecuencias imprevisibles.
Estados Unidos se ha embarcado en una guerra tarifaria para defenderse de un entramado de acuerdos comerciales que considera injusto, pero con el foco puesto especialmente en China. Pek¨ªn no ha dudado en responder de inmediato, en un ojo por ojo de incierto final. De momento, los estadounidenses ya pagan un 12% m¨¢s cuando van a comprar una lavadora.
Esta antesala de guerra comercial tiene, adem¨¢s, un fuerte impacto sobre otros pa¨ªses de la cadena de valor global, sobre todo las peque?as econom¨ªas del sudeste asi¨¢tico. Pero no solo. Un estudio de la gestora AllianceBernstein se?ala que las compa?¨ªas m¨¢s afectadas por los aranceles chinos a la importaci¨®n de coches estadounidenses ser¨¢n las alemanas BMW y Mercedes-Benz, que desde sus plantas de EE UU mandan cada a?o 89.000 y 65.000 veh¨ªculos, respectivamente, al mercado chino. El inter¨¦s europeo en este conflicto es m¨¢s que evidente.
Por eso China ha pedido a la Uni¨®n Europea que se sume a su denuncia contra EE UU ante la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC). Si Europa quiere que sus productos ocupen el espacio que puedan dejar las exportaciones estadounidenses en el mercado chino, deber¨¢ apoyar a Pek¨ªn ante las instituciones internacionales. Pero Washington tambi¨¦n ha desplegado su propia estrategia frente a Bruselas. Donald Trump eximi¨® temporalmente a la UE de los aranceles al acero y al aluminio bajo la condici¨®n de recabar su apoyo en la batalla de la Casa Blanca contra los abusos de China en materia de propiedad intelectual, fiel al manual descrito en su libro The Art of the deal (El arte del acuerdo) de golpear primero y negociar despu¨¦s.
En el empe?o de las dos mayores econom¨ªas mundiales en poner de su lado a la UE, el tama?o de la econom¨ªa europea sin duda importa. Pero la regulaci¨®n que prepara la Comisi¨®n Europea sobre el sector tecnol¨®gico, tambi¨¦n. Es ah¨ª donde EE UU y China se juegan el dominio futuro de la econom¨ªa mundial y el ¨¢mbito en el que Europa est¨¢ adoptando una posici¨®n de liderazgo global a la hora de legislar sobre la fiscalidad que hay que aplicar a la actividad comercial por Internet y las garant¨ªas sobre el manejo del big data.
Ian Bremmer, de la consultora Eurasia Group, aseguraba esta semana que si fuera una guerra comercial, no tendr¨ªamos ninguna duda de ello. Pero en este caso, la guerra, como la muerte seg¨²n dec¨ªa San Agust¨ªn de Hipona, no es el final.
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