El xen¨®fobo y ultraderechista Jobbik cambia de piel para cazar votos

Uno de sus l¨ªderes pidi¨® que se hicieran listas de jud¨ªos. Otro escupi¨® sobre un recordatorio del Holocausto. Varios organizaron patrullas para ¡°cazar inmigrantes¡±. Contra los extranjeros. Anti-gitanos. Antisemita. As¨ª, con un ideario abiertamente xen¨®fobo, ha ido creciendo Jobbik hasta convertirse en la segunda fuerza pol¨ªtica en Hungr¨ªa. Pero el partido de ultraderecha radical, que durante a?os ha arrebatado votos a Fidesz, el partido del Gobierno, ha visto un hueco en el centro y est¨¢ a la caza de votos. Con un cambio de tono y un lavado de imagen, Jobbik ha aligerado su discurso hasta hacerlo m¨¢s moderado incluso que el de Viktor Orban. Los ¨²ltimos sondeos le dan el 20% de los sufragios.

Peter Jakab, cat¨®lico practicante de or¨ªgenes jud¨ªos representa bien a ese ala m¨¢s comedida y pulcra. El portavoz del partido (uno de ellos) y candidato por Miskolc, barba cuidada, vaqueros, camisa azul y chaqueta de cuero, se ha acercado a hablar con los ciudadanos en el distrito de Katowice, uno de los m¨¢s pobres del pa¨ªs. All¨ª, desgrana una de sus promesas estrella: la equiparaci¨®n de salarios p¨²blicos en todo el pa¨ªs. ¡°No puede ser que un cartero aqu¨ª cobre menos que otro a 100 kil¨®metros¡±, remarca. Su objetivo no solo es hacerse con los votantes conservadores molestos con Orb¨¢n. Con un programa electoral de corte muy social, Jobbik persigue tambi¨¦n a aquellos votantes de izquierda desanimados y hastiados de los partidos liberales de toda la vida. Como los vecinos de Katowice, obreros del metal que hace tiempo apostaron por el discurso populista de Orb¨¢n. Su l¨ªder, Gabor Vona, pedagogo, est¨¢ aplicando ahora el mismo modus operandi con el que fundo el partido: vio un hueco en la ultraderecha y lo captur¨®.

Jobbik cuenta adem¨¢s con apoyos poderosos. Uno de sus partidarios es el millonario Lajos Simicska, un empresario que ha pasado de ser uno de los mejores amigos y aliados de Orb¨¢n a uno de sus principales enemigos. Desde una disputa a¨²n poco clara entre ambos, Simicska se ha dedicado a apoyar al partido que m¨¢s amenaza al Fidesz. El magnate no s¨®lo ha aportado liquidez a la formaci¨®n pol¨ªtica, tambi¨¦n sus medios de comunicaci¨®n que, sobre todo en los ¨²ltimos meses, coincidiendo con la recta final de la campa?a, han publicado numerosos esc¨¢ndalos de corrupci¨®n de Fidesz e incluso del entorno personal del primer ministro.

Quiz¨¢ por eso, porque es una amenaza cada vez mayor para el Fidesz, el Gobierno ha intentado neutralizarle. En enero, la Auditor¨ªa del Estado sancion¨® a Jobbik por emprender supuestamente una campa?a publicitaria a precios m¨¢s bajos que los del mercado y finanzas opacas. No pasa despercibido que Simicska es due?o de una empresa de marquesinas y posee un buen n¨²mero de las vayas publicitarias que inundan las carreteras h¨²ngaras. El caso todav¨ªa no se ha resuelto y deja muchas dudas sobre qu¨¦ pasar¨¢ tras los comicios.

Mientras, Jobbik sigue present¨¢ndose con el lema que le hizo fuerte. La ¡°¨²nica alternativa contra Orb¨¢n¡±. El partido antes abiertamente xen¨®fobo ha alejado a sus miembros m¨¢s radicales. La mayor¨ªa de los ultras que permanecen entre sus filas se mantienen m¨¢s bien callados. ¡°Necesitan librarse de ese halo de racismo y ultraderecha, pero est¨¢ por ver si su movimiento hacia el centro es real o una estrategia electoral¡±, analiza Andras Biro-Nagy, del think tank' Policy Solutions.

No es el ¨²nico de la derecha m¨¢s radical en tratar de reinventarse. Antes ya lo hicieron el Frente Nacional de Marine Le Pen, en Francia, o el Partido de la Libertad de Austria, que tambi¨¦n han tratado de librarse de ese halo de antisemitismo. En Jobbik, el cambio de piel ha incluido no solo una moderaci¨®n de su discurso, tambi¨¦n, en parte, cierta disculpa con las declaraciones m¨¢s radicales que les hicieron conocidos (y temidos) fuera de Hungr¨ªa. Como aquella en la que?Marton Gyongyosi, uno de sus m¨¢s destacados diputados, propon¨ªa esas "listas de jud¨ªos" en el pa¨ªs que dijo supon¨ªan "un riesgo para la seguridad de Hungr¨ªa". La escandalosa declaraci¨®n, ha dicho despu¨¦s?Gyongyosi, fue "mala, incluso desastrosa".

¡°Jobbik nunca ha sido un partido xen¨®fobo. Quiz¨¢ lo eran algunos seguidores, o lo parec¨ªa. Pocos pero muy ruidosos. Ahora apoyan a Fidesz¡±, afirma tajante su portavoz. ¡°Nosotros queremos solucionar los verdaderos problemas, no hacer dinero; tampoco alimentar el discurso del odio¡±, afirma. Poco despu¨¦s, Jakab habla frente a un gran edificio gris en el que vive una mayor¨ªa de vecinos de etnia gitana. Ninguno se ha acercado a escuchar al candidato de Jobbik que afirma claramente en su mitin que los gitanos son un grave problema para la ciudad.