¡°Ahora hay m¨¢s racismo en Hungr¨ªa¡±
S¨®lo el 1,5% de la poblaci¨®n en el pa¨ªs del este es extranjera, la mayor¨ªa europeos. Muchos de quienes no lo son tienen miedo de ataques xen¨®fobos tras el endurecimiento del discurso pol¨ªtico
Mumman suele decir que, en todos los pa¨ªses, hay gente buena y mala. ?l ha conocido a muchos de cada bando. Este afgano de 47 a?os se ha recorrido media Europa huyendo de los conflictos de su pa¨ªs: Suecia, Noruega, Alemania, Austria. ¡°Incluso he vivido un tiempo en Rusia y en Ucrania¡±, resume encogi¨¦ndose de hombros. En su pa¨ªs era electricista pero desde que lleg¨® a Hungr¨ªa hace cinco a?os trabaja en un restaurante de comida ¨¦tnica en el centro de Budapest.
Entre esa gente buena est¨¢n sus clientes habituales, dice. Entre los malos, aquellos que han llegado a increparle cuando paseaba con su esposa y su hija, de 17 a?os, por otra zona de Budapest mucho menos multicultural (si es que se puede considerar as¨ª) que el centro. ¡°Ya sabes, la pol¨ªtica¡¡±, trata de atajar. Reconoce que se ha sentido atacado por los discursos pol¨ªticos de partidos como el Fidesz y Jobbik (que te¨®ricamente ha abandonado ese ideario), que han clamado contra los inmigrantes musulmanes. Tiene miedo. De hablar, de ser identificado, de que tomen represalias en su contra. Pero su mayor temor es que su hija, que va al instituto, y su esposa, sufran alg¨²n ataque cuando est¨¦n solas.
La propaganda xen¨®foba inunda los medios h¨²ngaros, la mayor¨ªa controlados por el Gobierno del ultranacionalista Viktor Orb¨¢n o por alguno de sus aliados. ¡°Medios que frecuentemente difunden noticias enga?osas u orientadas para alimentar la campa?a ultranacionalista y xen¨®foba del Gobierno¡±, critica Todos Gardos, de Human Right Watch (HRW), que recuerda que en Hungr¨ªa ya se han vivido actos violentos xen¨®fobos contra la poblaci¨®n de etnia gitana, unos 800.000.
En Hungr¨ªa viven alrededor de 30.000 musulmanes, la mayor¨ªa llegados al pa¨ªs tras la Segunda Guerra Mundial. Uno de ellos es el iraqu¨ª Tarek, que lleva siete a?os en Hungr¨ªa. Lleg¨® con su esposa y sus tres hijos acompa?ando a su hermano mayor, padre de cuatro. ¡°Los dos tenemos trabajo, pero estamos pensando en mudarnos a Alemania¡±, cuenta. Sostiene que en Budapest, una ciudad de 1,7 millones de habitantes y con mucho turismo, no se sienten particularmente se?alados. Asegura que las cosas han cambiado mucho desde que, hace tres a?os, al principio de la crisis migratoria, muchos h¨²ngaros se volcasen en ayudar a quienes llegaban al pa¨ªs europeo huyendo de la guerra. ¡°Ahora hay m¨¢s racismo¡±, afirma.
¡°Hungr¨ªa, como ya ha alertado la ONU, no es un pa¨ªs seguro para los solicitantes de asilo, que viven devoluciones en caliente masivas y detenciones sistem¨¢ticas e ilegales, en condiciones absolutamente inadecuadas¡±, denuncia Gabor Gyulai, experto del Comit¨¦ Helsinki, una ONG que asiste legalmente a los demandantes de asilo. Su entidad tambi¨¦n est¨¢ bajo el ataque de Fidesz, por dos razones: su trabajo con los asilados y por la democracia y que es beneficiaria de fondos de la fundaci¨®n de George Soros, el magnate estadounidense de origen h¨²ngaro a quien Orb¨¢n ha convertido en su enemigo. ¡°Lo que est¨¢ pasando en este pa¨ªs es una de las m¨¢s graves violaciones de derechos de la Europa contempor¨¢nea¡±, afirma.
Las detenciones sistem¨¢ticas y arbitrarias son, seg¨²n la legislaci¨®n europea, ilegales. Las llamadas devoluciones en caliente tambi¨¦n lo son, ha advertido la ONU. Pese a todo Hungr¨ªa, que hace tiempo blind¨® sus fronteras con vallas electrificadas y concertinas de alambre ¡ªque ha reclamado a la UE que pague, al menos una parte¡ª, lejos de ablandar su pol¨ªtica migratoria la ha endurecido. Este jueves, el Comit¨¦ de Derechos Humanos de la ONU denunci¨® al antiguo pa¨ªs comunista por esas devoluciones y por su pol¨ªtica de detenci¨®n a los migrantes y solicitantes de asilo en centros de internamiento. Los confinamientos indefinidos, como prev¨¦ la nueva ley h¨²ngara y como ya se est¨¢ poniendo en pr¨¢ctica, son ilegales.
La ONU, que ha alertado de las condiciones de estos centros de detenci¨®n, sobre todo aquellos instalados en la zona fronteriza en casetas de obra, ha instado a Hungr¨ªa a reformar sus leyes. Pero si Orb¨¢n ha puesto en la diana a Soros, que en su ¨¦poca estudiantil fue su benefactor, la ONU, cada vez m¨¢s cr¨ªtica con sus pol¨ªticas, se ha convertido en los ¨²ltimos meses en elector de sus ataques.
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