Arabia Saud¨ª reabre los cines con ¡®Black Panther¡¯
Tras el lanzamiento por invitaci¨®n, las entradas para el pase del viernes pueden comprarse en internet
Cuando este mi¨¦rcoles se han apagado las luces de la sala en el Centro Financiero Rey Abdal¨¢ de Riad, los asistentes a la proyecci¨®n de Black Panther se han convertido en testigos del primer pase comercial de una pel¨ªcula en Arabia Saud¨ª desde hace 35 a?os. La esperada inauguraci¨®n de los cines, anunciada hace apenas cuatro meses por el ministro de Cultura, se presenta como parte de la apertura social que impulsa el pr¨ªncipe Mohamed Bin Salm¨¢n, heredero y hombre fuerte del reino. Es tambi¨¦n una medida pol¨ªtica y econ¨®mica. Queda por ver si hombres y mujeres podr¨¢n sentarse juntos o se mantendr¨¢ la segregaci¨®n.
La sesi¨®n de esta noche ha sido un avance al que s¨®lo pod¨ªa asistirse por invitaci¨®n. Pero las entradas para el primer pase abierto al p¨²blico el pr¨®ximo viernes pueden adquirirse ya en Internet, seg¨²n ha anunciado Adam Aron, el director ejecutivo de AMC Entertainment, la multinacional que ha obtenido la primera licencia de exhibici¨®n.Por supuesto, nadie duda de que las pel¨ªculas pasar¨¢n la censura y de que, como ocurre en otros pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo, no habr¨¢ sexo ni tacos en las pantallas. Las autoridades todav¨ªa tienen que aclarar sin embargo si, como en cafeter¨ªas y restaurantes, se establecer¨¢n zonas separadas para hombres solos y familias.
Aunque s¨®lo los m¨¢s mayores recordar¨¢n la experiencia (y notar¨¢n el cambio de precio de 5 a 50 r¨ªales), no es la primera vez que se inaugura un cine en la capital saud¨ª. Hasta principios de los a?os ochenta del siglo pasado los clubs deportivos Al Hillal, Al Naser o Al Shabab ten¨ªan salas; y lo mismo suced¨ªa en Yeddah, a orillas del mar Rojo, o en la Provincia Oriental, donde se abrieron las primeras con la llegada de los t¨¦cnicos estadounidenses de Aramco. Fue a ra¨ªz del giro conservador que se produjo tras los incidentes de 1979 (la toma de La Meca y la revoluci¨®n iran¨ª) cuando los cl¨¦rigos ultras lograron que se cerraran.
Como con la prohibici¨®n de que las mujeres conduzcan, los gobernantes saud¨ªes justificaban la ausencia de cines por el car¨¢cter conservador de la poblaci¨®n. Sin embargo, la tecnolog¨ªa hace mucho tiempo que dej¨® caduco ese argumento. Primero, fue el jugoso mercado negro de los v¨ªdeos; ahora dos tercios de los usuarios de internet ven filmes online de forma regular. Eso por no hablar de que hasta la compa?¨ªa a¨¦rea de bandera, Saudia, proyecta pel¨ªculas en sus vuelos y que en los ¨²ltimos a?os se han organizado festivales de cine. Adem¨¢s, los aficionados llevan a?os viajando a Dub¨¢i y Bahr¨¦in para ver los grandes ¨¦xitos de Hollywood.
En realidad era el poder otorgado a los ulemas, a cambio de que legitimaran el poder de la familia real, lo que manten¨ªa el anacronismo. S¨®lo en el Afganist¨¢n de los talibanes exist¨ªa un veto similar al cine (que tambi¨¦n se extend¨ªa a la televisi¨®n). El recelo del estamento religioso no ha desaparecido. A principios del a?o pasado, el gran muft¨ª, Abdelaziz al Sheikh, alert¨® a la familia real sobre los peligros del cine y los conciertos con un significativo "no abran la puerta al diablo", en referencia a la mezcla de sexos que tanto temen los cl¨¦rigos.
Pero a diferencia del pasado, las palabras de Al Sheikh no han frenado el proyecto. El cambio de paradigma impuesto por la ca¨ªda del precio del petr¨®leo desde 2014, ha obligado al nuevo l¨ªder saud¨ª a emprender reformas econ¨®micas largamente pendientes. Ahora bien, el fin del Estado de bienestar (que garantizaba un empleo en el sector p¨²blico, educaci¨®n, sanidad y vivienda gratuitas, y combustibles subvencionados) rompe el pacto entre la familia real y sus gobernados. A falta de una participaci¨®n pol¨ªtica que ni se plantea, MBS, como se conoce al heredero, se ha inspirado en el modelo del vecino Dub¨¢i y ha optado por ofrecer a los saud¨ªes (dos tercios de los cuales son menores de 30 a?os) m¨¢s libertades sociales, mal que le pese al estamento religioso.
El c¨¢lculo es tambi¨¦n econ¨®mico. Uno de los objetivos de su programa de reformas Visi¨®n 2030 es conseguir que gran parte del dinero que los saud¨ªes se gastan en vacaciones y diversi¨®n fuera del pa¨ªs (24.000 millones de euros en 2017, casi un 5 % del PIB) se quede en el Reino del Desierto. Significativamente, el primer cine que se abre en Riad de la mano del gigante del sector AMC Entertainment es propiedad del fondo soberano saud¨ª PIF, que sin duda espera llevarse una parte de las ganancias. Y estas se esperan jugosas en un mercado virgen que los analistas han valorado en 800 millones de euros. As¨ª que no sorprende que otros operadores como el europeo Vue, los regionales Vox y Cinescape o la cadena de lujo iPic tambi¨¦n planeen abrir salas en los pr¨®ximos meses.
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