Periodismo contra el silencio
Los colegas del periodista Javier Valdez, gran cronista de la violencia en Sinaloa asesinado hace un a?o, reviven los riesgos que enfrentan en uno de los Estados m¨¢s peligrosos de M¨¦xico
En la calle iluminada por el incesante sol de mayo dos polic¨ªas caminan de un lado a otro. Est¨¢n a las afueras de las oficinas del semanario R¨ªodoce, ubicadas en la tercera planta de un edificio de fachada gris en una c¨¦ntrica colonia de Culiac¨¢n, la capital de Sinaloa. Frente al inmueble, bajo la abundante sombra de unos ¨¢rboles, hay una patrulla estacionada que lleva casi un a?o ah¨ª. Desde que mataron al periodista Javier Valdez C¨¢rdenas. Los cristales y el cofre del coche lucen cubiertos de polvo. En la acera de enfrente, los uniformados caminan agobiados intentando consumir las horas que parecen interminables por el calor.
Para entrar a las oficinas del semanario hay que subir unas escaleras y tocar un timbre. En la peque?a recepci¨®n una pantalla muestra las im¨¢genes que captan las c¨¢maras de vigilancia instaladas alrededor del edificio durante las 24 horas del d¨ªa. A un lado del monitor hay un tel¨¦fono y un ejemplar de R¨ªodoce que se titula: ¡°Querido Javier, ellos te mataron¡±. En la redacci¨®n uno de los reporteros realiza una llamada telef¨®nica y otro de ellos revisa su correo en la computadora.
En esta redacci¨®n con la alegr¨ªa consumida desde el 15 de mayo de 2017, los reporteros intentan realizar sus actividades con normalidad. Estos primeros d¨ªas de mayo les han reforzado la seguridad. Tras la detenci¨®n de uno de los supuestos homicidas del periodista, se instal¨® una patrulla m¨¢s en la entrada del edificio y sumaron personal a la vigilancia. Pese al acecho policial, los integrantes de R¨ªodoce parecen recobrar el optimismo con los primeros avances en la investigaci¨®n del crimen que ha presentado la Fiscal¨ªa.
Desde hace 15 a?os R¨ªodoce se ha caracterizado por ser un semanario con contenido cr¨ªtico y portadas audaces. Ismael Boj¨®rquez, director de la publicaci¨®n, cuenta que en el ¨²ltimo a?o han reflexionado qu¨¦ se hizo mal o qu¨¦ fall¨® en la cobertura, pero siguen apost¨¢ndole al mismo contenido. ¡°La l¨ªnea editorial es sustancialmente la misma, no hemos cambiado pr¨¢cticamente nada. Los temas son los mismos, las portadas siguen teniendo el mismo sentido, no nos inhibimos, pero s¨ª tenemos m¨¢s cuidado a la hora de tomar una decisi¨®n editorial¡±, reafirma.
En la redacci¨®n que comanda siempre ha habido una batalla constante contra la autocensura, dice Boj¨®rquez, pero han buscado tener claro hasta qu¨¦ punto se puede ajustar una l¨ªnea editorial para no caer en el silencio. ¡°Si t¨² antes de pensar en el lector piensas en el narco o el criminal que va a leer la noticia, ya perdiste la batalla porque ellos ya se metieron a tu redacci¨®n¡±, acota. La portada de la ¨²ltima edici¨®n de abril, donde aparecen las fotos de los tres asesinos materiales de Valdez, fue complicada, dice Boj¨®rquez. "No somos nosotros los que estamos diciendo que ellos lo mataron, fue la Fiscal¨ªa", reitera con severidad.
El objetivo de la publicaci¨®n era se?alar a los atacantes de Javier, dice Andr¨¦s Villarreal, jefe de informaci¨®n del semanario. "Creo que logramos un equilibrio: entre ser duros y sentimentales", a?ade. Villarreal, un hombre de temple sereno, ha tenido que coordinar a un convulsionado equipo de reporteros en el ¨²ltimo a?o. Se han seguido tocando los temas de narcotr¨¢fico y se han intensificado los reportajes sobre corrupci¨®n, explica. "Pero mentir¨ªamos si dij¨¦ramos que todo sigue igual. A la hora de revisar las piezas, ahora hay que tener m¨¢s cuidado y ver qu¨¦ posibles repercusiones pueden tener", expone.
Javier Valdez fue ejecutado de 12 disparos el pasado 15 de mayo en Culiac¨¢n. Seg¨²n la Fiscal¨ªa tres hombres lo persiguieron desde que sali¨® del semanario y le cerraron el paso metros m¨¢s adelante para bajarlo del coche y dispararle en medio de la calle, a plena luz del d¨ªa. El asesinato de Valdez, conocido internacionalmente por sus cr¨®nicas y reportajes donde contaba la violencia del narcotr¨¢fico que azota a Sinaloa, conmocion¨® al gremio period¨ªstico en M¨¦xico. Los primeros avances en la investigaci¨®n apuntan a que su homicidio tiene que ver con sus art¨ªculos publicados.
Una lucha contra el silencio
Ernesto Mart¨ªnez Cervantes ha pasado los ¨²ltimos 15 a?os de su vida dedicado a las coberturas policiales en Sinaloa, cuna del narcotr¨¢fico en M¨¦xico y basti¨®n de una de las organizaciones criminales m¨¢s peligrosas: el Cartel de Sinaloa. El Pepis, como le llaman, cuenta que tras la muerte de Valdez reforzaron la protecci¨®n personal en las coberturas diarias. "Nos fijamos bien en no adjetivar ni recargarse a un solo lado", explica. Tampoco publica nombres de criminales ni grupos a los que pertenecen. "No damos nuestros n¨²meros de tel¨¦fono, cambiamos de rutas todos los d¨ªas y le prohibimos a nuestra familia dar informaci¨®n personal", agrega.
Mart¨ªnez, que actualmente trabaja en la radio de mayor audiencia en Sinaloa: L¨ªnea Directa, fue raptado por hombres armados en una ocasi¨®n. El hecho no tuvo consecuencias porque a los minutos lo liberaron. "Nos toc¨® una etapa hist¨®rica que fue la narcoguerra. En ese inter nos acostumbramos a trabajar en medio de la violencia y tuvimos que autoprotegernos", cuenta. Tras vivir esa ¨¢lgida etapa los periodistas pensaron que hab¨ªan sobrevivido a lo peor, pero el homicidio de Valdez les dej¨® de ense?anza que siempre hay que estar alerta. "Cuando minimizamos el peligro de la pugna de Los D¨¢maso contra El Chapo, nos dimos cuenta que fue mucho peor porque nos mataron a un gran periodista", lamenta.
Miriam Ram¨ªrez tiene cuatro a?os y medio trabajando en el semanario R¨ªodoce. Sus coberturas van desde temas de finanzas p¨²blicas hasta reportajes de investigaci¨®n sobre la corrupci¨®n en el Gobierno estatal. "Son funcionarios y rentan al Gobierno", se titula uno de los textos donde expone el conflicto de inter¨¦s de los servidores p¨²blicos de la administraci¨®n actual. A partir del crimen de su compa?ero y amigo, ha rele¨ªdo sus publicaciones. Los textos que ha escrito en el ¨²ltimo a?o han implicado un proceso riguroso, donde cada l¨ªnea est¨¢ sustentada en un dato o un documento. "No podemos equivocarnos", sentencia.
La reportera ha pasado los ¨²ltimos d¨ªas realizando llamadas para terminar de cuadrar las actividades por el primer aniversario luctuoso de Javier, que reunir¨¢ a casi un centenar de periodistas de diversas partes del pa¨ªs en Culiac¨¢n. "Fue un a?o muy dif¨ªcil, hubo momentos donde cualquier hecho violento ajeno a m¨ª: una balacera o un asesinato, me afectaba demasiado", cuenta. Hubo que cambiar rutinas y combinar el periodismo con el activismo. "Estoy convencida que Sinaloa requiere que hagamos investigaciones para dar a conocer la situaci¨®n que se vive. Es riesgoso, pero hay una convicci¨®n por hacer esto", afirma.
Hubo un cambio notable en el quehacer period¨ªstico en Sinaloa, sentencia Alejandro Sicairos, un periodista veterano y l¨ªder de la organizaci¨®n de reporteros locales 7 de junio. "S¨ª hubo un amedrentamiento generalizado y un (alto) nivel de intimidaci¨®n". El tema de la delincuencia organizada casi ha desaparecido de las portadas, excepto las noticias que provienen de agencias o notas elementales como la extradici¨®n de El Chapo Guzm¨¢n. "Se instal¨® en el gremio un sentimiento de p¨¦rdida, de impotencia, confusi¨®n y desamparo porque no sabemos en qu¨¦ terreno estamos plantados. Sentimos que el narco, la corrupci¨®n y la pol¨ªtica significan un riesgo", explica.
El narcotr¨¢fico se ha vuelto para el periodismo un tema que atrae y genera audiencia, pero tambi¨¦n es una trampa. En Estados como Sinaloa, donde existe una relaci¨®n del narco con la pol¨ªtica, la autocensura se vuelve una cuesti¨®n de sobrevivencia, donde dejar de publicar no tiene nada que ver con el miedo o la cobard¨ªa, expone. "Es sobrevivencia porque tienes que saber en qu¨¦ contexto est¨¢s haciendo periodismo y hasta que nivel tienes las libertades o las garant¨ªas para hacerlo", sostiene este hombre que tambi¨¦n fue uno de los fundadores de R¨ªodoce.
Para Griselda Triana, viuda de Valdez, la mejor decisi¨®n que pudo haber tomado R¨ªodoce es seguir haciendo periodismo. Con sus publicaciones las personas que mandaron callar a Javier se han dado cuenta que perdieron la batalla para silenciarlo. ¡°Es dif¨ªcil cambiar la l¨ªnea editorial cuando est¨¢s en la cuna del narcotr¨¢fico y cuando la violencia organizada impone las reglas de una forma de vida que nosotros no queremos ni buscamos¡±, asegura. La misi¨®n de su esposo, dice, era escribir, y la mejor forma de honrarlo es que el periodismo independiente y cr¨ªtico siga vigente hasta en las regiones m¨¢s complicadas del pa¨ªs.
Las agresiones contra los periodistas en M¨¦xico quedan en la impunidad
El sexenio de Enrique Pe?a Nieto pasar¨¢ a la historia como el m¨¢s violento para los periodistas. Los datos recabados s¨®lo por la Fiscal¨ªa para la atenci¨®n de delitos cometidos contra la Libertad de Expresi¨®n (Feadle) revelan que en lo que va de esta administraci¨®n se han iniciado 729 expedientes por agresiones a periodistas y medios de comunicaci¨®n. En el sexenio anterior de Felipe Calder¨®n las indagatorias sumaron 344 en seis a?os. Este sexenio, que a¨²n no termina, ha superado los hechos violentos.
La impunidad tambi¨¦n ha prevalecido. Pese a que se han iniciado 729 investigaciones, s¨®lo 96 casos han llegado ante un juez y s¨®lo en dos expedientes se ha dictado sentencia, seg¨²n datos de la Feadle. A la par de estas cifras, Art¨ªculo 19, una organizaci¨®n que defiende la libertad de expresi¨®n en el mundo, ha documentado el asesinato de 115 periodistas en M¨¦xico desde el a?o 2000. De estos, 42 se han registrado en el actual mandado de Pe?a Nieto. El estado con el mayor n¨²mero de homicidios es Veracruz.
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