La nueva fiebre armament¨ªstica
El comercio de material militar nunca ha dejado de crecer, pero es ocultado por unos pa¨ªses con verg¨¹enza y exhibido por otros con orgullo
La hipocres¨ªa y la doble moral campan por todo el planeta al abordar la compraventa de armas. Tambi¨¦n en Espa?a, donde pocos saben que su pa¨ªs es la s¨¦ptima potencia exportadora de material militar con 200 empresas que emplean a 41.000 personas y facturan 9.600 millones. O quiz¨¢ prefieren no saberlo.
Eso le ocurre a Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez Santos, Kichi, dirigente de Podemos y alcalde de C¨¢diz, que se define como "pacifista", pero animaba el a?o pasado al rey Felipe VI a conseguir en Arabia Saud¨ª el contrato (ya suscrito hace unas semanas) para construir cinco fragatas por 2.000 millones en Puerto Real. "Somos pacifistas y estamos contra la guerra (¡), pero no creo que nadie que se oponga a contratos como el de Navantia y Arabia Saud¨ª gane las elecciones en C¨¢diz", se sinceraba el regidor.
Cuando a¨²n no ha finalizado la etapa b¨¦lica en Siria, Yemen, Mal¨ª o Libia, las grandes potencias han metido al resto de pa¨ªses en un nuevo periodo de rearme
Tampoco saben o quieren saber en qu¨¦ consiste la venta de armas los miles de catalanes que insultaron a Felipe VI en Barcelona en agosto precisamente por vender armas a Arabia Saud¨ª, el principal cliente de Espa?a fuera de la UE, pero nunca han salido a la calle para protestar contra ninguna de las 26 empresas que en Catalu?a fabrican material de guerra, emplean a 19.000 personas y facturan 2.900 millones, seg¨²n datos del Centre Del¨¤s d¡¯Estudis per la Pau.
El comercio de material militar, ocultado a veces con aparente verg¨¹enza ¡ªcomo en Espa?a¡ª o exhibido con orgullo ¡ªcomo en Francia, donde el peri¨®dico m¨¢s antiguo, Le Figaro, es propiedad del conglomerado armament¨ªstico Dassault¡ª, ha estado presente en toda la historia de la humanidad y no ha dejado de crecer desde que existen estad¨ªsticas.
Solo ha habido m¨ªnimos par¨¦ntesis. En el siglo pasado, por ejemplo, hubo unos a?os de retracci¨®n tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn en 1989. El ataque a las Torres Gemelas del 11-S, sin embargo, cort¨® de ra¨ªz aquella aparente tregua para dar paso a la guerra mundial contra el terrorismo, con el consiguiente refuerzo militar universal, y el estallido de decenas de sangrientos conflictos, sobre todo en Oriente Pr¨®ximo, Asia y ?frica.
Desde las invasiones de Afganist¨¢n en 2001 e Irak en 2003, derivadas del 11-S, las ventas de armas no han parado de crecer. Y cuando a¨²n no ha finalizado esa etapa b¨¦lica en Siria, Yemen, Mal¨ª o Libia, las grandes potencias han metido al resto de pa¨ªses en un nuevo periodo de rearme global del que solo escapan quienes no tienen dinero ni padrinos que les financien.
Son esas grandes potencias las promotoras de este mercado, como lo prueba su sistem¨¢tico rechazo a todo intento de frenar la desbocada carrera armament¨ªstica de la que resultan enormemente beneficiados como exportadores. As¨ª, Estados Unidos ¡ªprimer vendedor, que acumula el 34% de todas las exportaciones mundiales de armas¡ª abandon¨® en 2002 el Tratado sobre Misiles Antibal¨ªsticos (ABM) suscrito 30 a?os antes con la URSS para limitar la producci¨®n de armas destinadas a derribar cohetes con carga nuclear. Arranc¨® as¨ª la carrera de los escudos antimisiles. En 2013, la ONU aprob¨® el Tratado sobre el Comercio de Armas, pero Washington a¨²n no lo ha ratificado, como tampoco firm¨® la Convenci¨®n sobre la Prohibici¨®n de Minas Antipersonas, al igual que China, Rusia o India, primer importador mundial.
Las grandes potencias son las promotoras de este mercado, como lo prueba su sistem¨¢tico rechazo a todo intento de frenar la desbocada carrera
El ¨²ltimo ejemplo se produjo el a?o pasado, cuando todos los pa¨ªses con armas at¨®micas boicotearon el Tratado de Prohibici¨®n de Armas Nucleares, pese a que la amenaza nuclear ha vuelto al primer plano de la agenda mundial. Lo demuestra la locura del s¨¢trapa de Corea del Norte o el anuncio de Trump de fabricar bombas nucleares "peque?as", obviamente con la intenci¨®n de usarlas con menos condicionantes que en el caso de las grandes.
Como resultado de esta laxitud de las potencias, principales fabricantes de armamento, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU copan el 74% de las exportaciones, seg¨²n el ¨²ltimo informe anual del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigaci¨®n de la Paz (Sipri, por sus siglas en ingl¨¦s) de marzo pasado.
Cuatro hechos alimentan esta nueva fiebre por aumentar la factura militar. En primer lugar, la decisi¨®n de EE UU de abandonar su papel de gendarme del planeta, lo que ha originado una carrera armament¨ªstica en pa¨ªses protegidos hasta ahora bajo el paraguas de Washington. El caso m¨¢s claro es el de Arabia Saud¨ª, hoy segundo importador mundial, que ha incrementado sus compras en un 225% en el ¨²ltimo quinquenio y adem¨¢s financia las de otros, como es el caso de Egipto. Otro ejemplo es la UE, que acaba de dedicar por primera vez en su historia una partida de 13.000 millones al nuevo Fondo de Defensa, en buena parte dedicado al desarrollo de la industria militar.
El segundo factor es la irrupci¨®n de China como nuevo actor clave, convertido de la noche a la ma?ana en el quinto exportador mundial. Su principal cliente es Pakist¨¢n, seguido de Banglad¨¦s y Argelia, el pa¨ªs que importa la mitad de todo el armamento vendido a ?frica. Todo un dato sobre el temor del vecino de la ribera sur mediterr¨¢nea ante las nuevas amenazas ¡ªLibia y yihadismo subsahariano¡ª y su rivalidad hist¨®rica con Marruecos.
Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU copan el 74% de las exportaciones de armamento
El tercer factor es la aparici¨®n del nuevo peligro mundial, la ciberguerra, calificada ya en el Global Risks Report de Davos como la amenaza m¨¢s probable para todos. No ha hecho m¨¢s que empezar y ya vemos un gran ataque por trimestre. No se han salvado ni las grandes multinacionales (Apple, Orange, Sony, Yahoo¡), ni las elecciones de EE UU o Francia. La OTAN registra 500 ataques al mes. A los habituales ej¨¦rcitos de tierra, mar y aire, China ha sumado un gran ciberej¨¦rcito, que ser¨¢, dice el presidente, Xi Jinping, el que se enfrente a la verdadera guerra del futuro.
Y el cuarto elemento es la reactivaci¨®n del pulso entre las dos potencias cl¨¢sicas, EE UU y Rusia, al que ahora se suma China. Putin y Trump hacen obscenas exhibiciones de su armamento. De misiles "nucleares indetectables" ha presumido el primero, y de cohetes "bonitos, nuevos e inteligentes", el segundo. A la vez, Washington cita en su revisada Estrategia de Defensa Nacional la "competencia entre grandes poderes" como el principal objetivo de la seguridad nacional. Es decir, que Washington har¨¢ lo necesario para mantenerse como primera potencia, y eso pasa por rearmarse a¨²n m¨¢s. Trump, que dedica a defensa el 3,58% del PIB, ha decidido elevar la partida en 51.000 millones (un 9% m¨¢s). Solo ese aumento quintuplica el presupuesto espa?ol de defensa, que roza el 1% del PIB.
Intenta as¨ª el presidente de EE UU contrarrestar el avance militar de China, que por vez primera quiere ser protagonista militar mundial. Aupada ya al podio como segunda potencia global y con un presupuesto de 140.000 millones (1,5% del PIB) ¡ªel doble que Rusia, que dedica el 5,5% del PIB a armamento¡ª, China expande su poder¨ªo por vez primera a bases en el exterior, como la de Yibuti o las creadas en islas artificiales en el disputado Mar del Sur.
Conclusi¨®n: el mundo se est¨¢ armando a toda velocidad. ?Alguien puede sostener que as¨ª ser¨¢ m¨¢s seguro?
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