?Puede Gustavo Petro ser presidente de Colombia?
El candidato de la izquierda necesita cuatro millones de votos m¨¢s de los que obtuvo el 27 de mayo para competir con Duque
Gustavo Petro, candidato de Colombia Humana, obtuvo casi cinco millones de apoyos el pasado 27 de mayo. Iv¨¢n Duque, aspirante del Centro Democr¨¢tico, sac¨® un 50% m¨¢s: hasta siete y medio. Dependiendo siempre de la participaci¨®n, el umbral m¨ªnimo para asegurar la victoria en segunda vuelta se mover¨¢ entre los ocho y los diez millones de votantes. As¨ª que la primera campa?a netamente de izquierda que llega tan lejos en la historia de Colombia tiene un reto tan claro como complicado: ?de d¨®nde sacar¨¢ cuatro millones de votos extra?
La primera respuesta en la que todos piensan es ¡°de Sergio Fajardo¡±. La candidatura centrista obtuvo s¨®lo 300.000 sufragios menos que Petro. Ah¨ª est¨¢n los votos que completan la mayor¨ªa absoluta: esos cuatro millones que faltan. Quiz¨¢s por eso la ¨²ltima semana en el Twitter colombiano progresista ha consistido en una especie de mercado de apoyos, en los que eran los de Fajardo quienes se subastaban y se repart¨ªan entre Petro, la abstenci¨®n, el blanco y la indecisi¨®n.
Pero, ?cu¨¢ntos votos pueden viajar de una plataforma de izquierda anti-establishment hacia otra de centro reformista? A¨²n asumiendo que Petro ha iniciado un cierto viaje hacia la moderaci¨®n, precisamente destinado a ampliar su per¨ªmetro ideol¨®gico, no se trata de un camino con mucho recorrido. Por un lado, porque no parte de cero: fue guerrillero del M-19, senador, alcalde de Bogot¨¢ y dirigi¨® una plataforma con un tono n¨ªtidamente distinto de las propuestas moderadas. Por otro, porque no puede alejarse demasiado de la base que tanto le ha costado construir, y que ha sido precisamente la que le ha llevado a la segunda vuelta.
Precisamente en la exploraci¨®n de c¨®mo se ha compuesto esa base se encuentra una alternativa interesante para sumar votos. En las encuestas pre-electorales ve¨ªamos c¨®mo Gustavo Petro lograba un apoyo entre los estratos 1-2-3 que Fajardo ni siquiera rozaba.
La noche del 27 vino a confirmar que la candidatura del primero compensaba su ausencia de transversalidad ideol¨®gica con una capacidad de construir coaliciones socioecon¨®micamente diversas s¨®lo equiparable a la del propio Iv¨¢n Duque. Sus niveles de apoyo en cada municipio, departamento o regi¨®n no parecen depender especialmente de las condiciones estructurales del mismo.
Esto encierra una advertencia fundamental que, aunque parece obvia, a veces se nos olvida a los que vivimos pegados a la actualidad pol¨ªtica: Twitter no es siquiera remotamente representativo del mundo real. Es probable que las tasas de abstenci¨®n de los usuarios de la red sean mucho m¨¢s bajas que las del conjunto de la poblaci¨®n. As¨ª, si uno toma el debate entre votantes de Petro y de Fajardo como referente de hasta qu¨¦ punto puede Petro crecer, estar¨¢ cayendo en una de las falacias m¨¢s habituales del an¨¢lisis pol¨ªtico: pensar en los votantes como un sistema cerrado. La participaci¨®n en la primera vuelta fue inusitadamente elevada, es cierto. Pero, aun batiendo r¨¦cords, casi la mitad de los colombianos con derecho a voto no acudieron a las urnas. Ah¨ª es donde Petro tiene otro r¨ªo en el que pescar. No es descabellado que, igual que mucha gente pueda irse por el voto en blanco o incluso quedarse en casa porque no le convence ninguna de las dos alternativas, otros se vean llamados a votar precisamente porque la confrontaci¨®n que queda es una entre modelos de pa¨ªs diametralmente opuestos.
Si incluir a los excluidos est¨¢ en la base de la aproximaci¨®n de Petro a la competici¨®n pol¨ªtica, la palanca m¨¢s potente que tiene para lograrlo se encuentra precisamente en ese retrato de las dos Colombias enfrentadas. Ahora que el centro est¨¢ fuera del mapa, el ideal m¨¢ximo en la apuesta de Petro consiste en convencer a algunos de sus votantes, sacar a otros de la elecci¨®n e intentar que los resultados de la segunda vuelta se parezcan lo m¨¢ximo posible a los de 2014, o al plebiscito de 2016. En otras palabras: si algo puede llevar a Petro en volandas hasta los ocho, nueve o diez millones de votos es la capitalizaci¨®n del ¡°s¨ª¡±.
Es por eso que su campa?a se est¨¢ centrando cada vez m¨¢s en pintar la elecci¨®n entre ¨¦l y Duque como una decisi¨®n definitiva sobre la paz en Colombia. Lo cual, y esto es fundamental, funciona porque la divisi¨®n s¨ª/no, Santos/Zuluaga, anti-uribismo/uribismo contiene en s¨ª much¨ªsimo m¨¢s de lo que parece a simple vista. Es cierto que el debate en Colombia ya no va s¨®lo sobre los acuerdos de paz con las FARC. Ni siquiera es el tema central. Pero esta divisi¨®n coincide con otras muchas: ideol¨®gicas (ya se vio en el plebiscito, cuando la campa?a del ¡°no¡± tuvo que hablar de varias cosas para lograr la victoria), pero tambi¨¦n territoriales.
El pasado 27 de mayo, fue el porcentaje de voto recibido por Petro en cada municipio, y no el de Fajardo, el que m¨¢s claramente correlacion¨® con los apoyos que se fueron al ¡°s¨ª¡± en 2016. Ese es su punto de partida: recoger en las localidades donde esa mitad anti-uribista (a falta de un concepto mejor) domina las din¨¢micas de votaci¨®n. Eso quiere decir, por encima de todo, aparecer fuerte en la costa Caribe y en la regi¨®n del Pac¨ªfico. ?reas donde Fajardo estuvo bastante d¨¦bil (salvo en el interior del Valle del Cauca) en primera vuelta. De momento, la base sobre la que construir ya la tiene.
Hist¨®ricamente, eso s¨ª, esas regiones se han ganado con ayuda de las estructuras pol¨ªticas tradicionales. Unas con las que ahora mismo no cuenta Gustavo Petro. Por eso incluso esta v¨ªa, la m¨¢s prometedora, requiere de un esfuerzo tit¨¢nico: el de darle la vuelta a las maquinarias y lograr convencer a estos los votantes de que el mensaje anti-establecimiento de Petro es cre¨ªble.
Pero, la verdad, es probable que ni siquiera eso fuese suficiente: Petro necesitar¨ªa redondear la cifra con lo que pueda absorber en aquellas ¨¢reas que le son m¨¢s adversas, en el centro y el oriente del pa¨ªs. Para entender por qu¨¦ resulta ¨²til revisitar los resultados del actual presidente, Juan Manuel Santos, en 2014.
Entre primera y segunda vuelta, Santos creci¨® en sus feudos coste?os, es cierto. Pero tambi¨¦n necesit¨® a?adir apoyos en el coraz¨®n andino. Votos que al fin y al cabo tambi¨¦n contaron para vencer al uribismo.
Los sistemas de dos vueltas obligan a los candidatos a ser transversales. Los cuatro millones que le faltan a Gustavo Petro est¨¢n ah¨ª fuera. Ya tiene la transversalidad socioecon¨®mica, pero es probable que no le baste con eso. Para sumar, Petro tendr¨¢ que salir de su zona de confort ideol¨®gica y territorial.
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