Miraos en el espejo
La fragmentaci¨®n econ¨®mica de la era de la crisis ha derivado en una m¨²ltiple (e in¨¦dita) amenaza divisoria de la Uni¨®n
En la superficie, todo parece jugar a favor. Europa hace pi?a ante las asechanzas comerciales de Donald Trump, aunque con una relativa salvedad italiana. Reafirma la lucha contra el cambio clim¨¢tico y a favor de la distensi¨®n con Ir¨¢n. Sigue firme contra las intervenciones militares, digitales y de espionaje de Vlad¨ªmir Putin, aunque con la relativa salvedad italiana. Y los Veintisiete han alcanzado un incre¨ªble e imprevisto nivel de cohesi¨®n frente a la suicida escapada de Reino Unido.
Esa fortaleza proviene del triunfo de una primavera. Tormentosa, pero indudable. Pol¨ªtica, porque a diferencia de EE UU, los populismos ¡ªa excepci¨®n de la salvedad de Italia, a medias de Austria¡ª han sido electoralmente derrotados. Econ¨®mica, porque llevamos cuatro a?os largos de crecimiento econ¨®mico sostenido. Social, porque las encuestas ¡ªcomo el ¨²ltimo Eurobar¨®metro¡ª acreditan una renacida fortaleza europe¨ªsta en todas partes, con la salvedad italiana. Y, sin embargo, las dos asignaturas pendientes para la cumbre de final de junio (inmigraci¨®n, reforzamiento del euro) parecen cada d¨ªa m¨¢s y m¨¢s escarpadas. Quiz¨¢ porque en la superficie el populismo no triunf¨®, pero se ha enquistado por debajo en algunos partidos tradicionales, a los que horada con su ponzo?a ideol¨®gica antiliberal.
Nos escandaliza la pinza de los extremismos italianos coligados, la ¨²nica realmente abiertamente triunfadora en las urnas. Pero ya hace tiempo, es un ejemplo, que el peque?o y liberal¨ªsimo pa¨ªs de Borgen huele a podrido: en Dinamarca se recortan las ayudas a los refugiados, se piden cuotas restrictivas a los inmigrantes (cierta supuesta izquierda), se propugna disparar a las pateras (la ultraderecha), se anhelan los controles fronterizos. Quiz¨¢ ocurre tambi¨¦n que las secuelas sociales de la crisis se desperdigan a ritmo lento, con retraso: la frustraci¨®n aspiracional de la perjudicada clase media, antes solidaria y ahora (temblemos) introspectiva; la falta de horizontes para las clases trabajadoras abocadas al precariado y la desigualdad como consecuencia del exceso austeritario; el desgaste de una izquierda convencional que debi¨® priorizar (por minoritaria) c¨®mo minimizar la recesi¨®n, en vez de combatirla; la fisura (o ruptura) del contrato social de los 30 a?os gloriosos, que cohonestaba un capitalismo de rostro humano con el m¨¢s generoso Estado del bienestar de la historia.
As¨ª que la fragmentaci¨®n econ¨®mica de la era de la crisis ha derivado en una m¨²ltiple (e in¨¦dita) amenaza divisoria de la Uni¨®n. Hay un frente nacionalista xen¨®fobo e iliberal apalancado en los socios orientales postsovi¨¦ticos (aunque no solo en ellos); hay un bloque n¨®rdico encabezado por Holanda que denigra la recuperaci¨®n de la solidaridad Norte/Sur (y la arquitectura de la uni¨®n monetaria ante pr¨®ximas recesiones); hay un clamor transversal reaccionario en pro del ego¨ªsmo, contra los fugitivos africanos de la pobreza.
Y, sin embargo, la partida frente a la reacci¨®n, el populismo iliberal, la eurohostilidad y la endogamia nacional no est¨¢ perdida. Porque seguramente por vez primera, los Gobiernos de los Veintisiete deben ser transparentes, responsables, y mirarse ante el espejo. ?Por qu¨¦? Porque el envite proteccionista de Donald Trump les obliga a definirse sobre la necesidad de aumentar su apuesta por la defensa com¨²n (y el comercio, y la fiscalidad a las tecnol¨®gicas, y tantas otras cosas). Porque la crisis humanitaria mediterr¨¢nea les conmina a elegir entre la represi¨®n y el fomento del crecimiento econ¨®mico subsahariano. Porque la pr¨®xima ¡ªaunque no sea inmediata¡ª normalizaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria (el fin del expansionismo y los tipos cero) reclama pol¨ªticas presupuestarias que la compensen.
Un pa¨ªs ¨²ltimamente perif¨¦rico tiene cartas para este pulso: la defensa de la cohesi¨®n desde la seriedad fiscal; la reconstrucci¨®n de la conjura mediterr¨¢nea frente a sus escapistas; la apuesta liberal contra los aut¨®cratas. Esta Espa?a, m¨¢s comprometida y amable.
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