La historia vac¨ªa
Las im¨¢genes de Trump y Kim en su cumbre de Singapur ya son hist¨®ricas, pero a diferencia de todas las otras, esta es una cumbre vac¨ªa, sin acuerdos firmes ni tratados
Las im¨¢genes de Trump y Kim en su cumbre de Singapur ya han pasado al ¨¢lbum de la historia. Se encuentran all¨ª con las de Reagan y Gorbachov en Reikiavik, Nixon y Mao en Pek¨ªn, y tantas otras hasta la de Yalta con Churchill, Stalin y Roosevelt con la que se fund¨® en 1945 la ¨¦poca que ahora termina.
A diferencia de todas las otras, esta es una cumbre vac¨ªa, sin acuerdos firmes ni tratados. Si es hist¨®rica es porque se ha preparado y fabricado para que est¨¦ junto a las otras en el ¨¢lbum de la historia. Este es el contenido del ins¨®lito encuentro entre el dictador de Corea del Norte y el presidente de los Estados Unidos y no unas conversaciones o un acuerdo que, sencillamente, no han tenido lugar.
Todo viene determinado por la originalidad del m¨¦todo diplom¨¢tico elegido por Trump, que permite comprender el ¡°¨¦xito impresionante¡±, en palabras presidenciales, apenas a tres meses del mayor intercambio de insultos y amenazas que haya visto el mundo contempor¨¢neo entre mandatarios internacionales. En vez de convertir el encuentro en el momento de la r¨²brica y culminaci¨®n de un acuerdo largamente negociado, ambos han llegado a la cumbre con las manos vac¨ªas, han dedicado su encuentro a intercambiar banalidades y elogios, y han terminado firmando un comunicado lleno de muy buenos prop¨®sitos, pero sin apenas contenido.
De los cuatro puntos del comunicado, los tres primeros, dedicados al restablecimiento de relaciones diplom¨¢ticas, regreso a la paz en una pen¨ªnsula formalmente en guerra y desnuclearizaci¨®n, no contienen compromisos, ni concreciones, ni fechas. El cuarto es un compromiso tambi¨¦n sin fechas de orden humanitario, aunque muy concreto respecto a la recuperaci¨®n y repatriaci¨®n de los prisioneros de guerra y desaparecidos. Hay resultados colaterales: el gesto de buena voluntad previo de Kim Jon-un, con el desmantelamiento del campo de pruebas nucleares de Punggye-ri, y el premio posterior de Trump cuando ha declarado que ¡°no habr¨¢ m¨¢s juegos de guerra¡± en Corea del Sur, refiri¨¦ndose a las maniobras anuales conjuntas cuya suspensi¨®n exige Pyongyang.
Kim sale crecido. Ha conseguido, con su encuentro con el presidente, lo que ni siquiera hab¨ªa logrado su abuelo, el fundador de la dictadura totalitaria y de la monarqu¨ªa comunista, Kim Il-sung. Trump, en cambio, sale m¨¢s Trump. Es su apoteosis, para la que ven¨ªa prepar¨¢ndose toda su vida. Eso es ser presidente, aparecer junto a mandatarios perversos a los que se ha convencido para que firmen apariencias de acuerdos o de alianzas favorables; entrar en el ¨¢lbum de la historia, junto a los grandes, aunque no se haya hecho nada grande.
Ser¨ªa bueno para Estados Unidos y para el mundo un r¨¢pido y exitoso desarrollo de los cuatro puntos del acuerdo. El mundo ser¨¢ m¨¢s estable y m¨¢s seguro con una Corea del Norte desnuclearizada, con plenas relaciones diplom¨¢ticas con Estados Unidos y con una pen¨ªnsula de Corea definitivamente pacificada. Pero no pide tanto la ¨¦poca de las noticias falsas y las post verdades, de la diplomacia del tuit y de la cultura instant¨¢nea, que mira a la historia como un mero calificativo hiperb¨®lico sin relaci¨®n con el pasado. Le basta una cumbre vac¨ªa.
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