?Se ha vuelto Italia xen¨®foba?
El discurso del odio cala, incluso entre los propios inmigrantes ya acomodados y los j¨®venes
Italia siempre mir¨® hacia fuera cuando las cosas se pusieron feas. Los antepasados del ministro del Interior, por ejemplo, decidieron buscarse la vida en el otro lado del mundo. Centenares de Salvini, contaba Mattia Feltri en La Stampa esta semana, han paseado por el planeta sin conocer fronteras desde finales del siglo XIX. La primera fue una mujer y desembarc¨® de la nave Europa en el puerto de Ellis Island de Nueva York en 1873. Se llamaba Tomassa. La siguieron otros 254 con el mismo apellido, que escaparon de su pa¨ªs con una mano delante y otra detr¨¢s y echaron ra¨ªces en toda Am¨¦rica. La di¨¢spora de los Salvini, cuyo representante m¨¢s famoso ha decidido ahora cerrar los puertos a la inmigraci¨®n y crear un censo ¨¦tnico para expulsar a los gitanos de Italia, aument¨® exponencialmente y hoy hay repartidos por el mundo hasta 2.808 que portan ese apellido.
Los datos contin¨²an apuntalando una identidad que va m¨¢s all¨¢ de los antepasados del ministro del Interior y permite desafiar algunos estereotipos. Entre 125.000 y 300.000 italianos ¡ªseg¨²n la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos (OCDE)¡ª salen cada a?o de su pa¨ªs para buscar trabajo. Ese ¨¦xodo y la brutal ca¨ªda demogr¨¢fica en Italia obligan a pensar seriamente en la inmigraci¨®n si el pa¨ªs quiere seguir pagando pensiones en el futuro. Pero el discurso del odio cala. Incluso entre los propios inmigrantes ya acomodados y entre los m¨¢s j¨®venes. Se han cuadruplicado los casos de violencia racista y Amnist¨ªa Internacional ha alertado este a?o del crecimiento de la xenofobia. Hay m¨¢s, el Pew Research Center coloca al pa¨ªs entre los m¨¢s racistas de Europa y una encuesta de la empresa SWG (15 de noviembre de 2017) se?al¨® que el 55% de los italianos lo justifica en determinadas situaciones.
Salvini, con un ojo en Twitter y el otro en los sondeos, ha tomado buena nota. Sus propuestas, como el censo ¨¦tnico para gitanos que permitir¨ªa la expulsi¨®n de los irregulares, son pura propaganda ¡ªa menudo irrealizable¡ª sobre la que edifica una campa?a electoral infinita que ha devorado ya al Movimiento 5 Estrellas, su socio en el Gobierno. El l¨ªder de la Liga se present¨® al acuerdo de gobierno con el 17,2% de los votos, pero las encuestas le dan ya el 29%. Junto a ¨¦l, han crecido otros partidos de ultraderecha como Forza Nuova o CasaPound, abiertamente xen¨®fobos, y la ciudadan¨ªa ha empezado a aceptar con normalidad disparates como que se conceda el nombre de un fascista como Giorgio Almirante, fundador del Movimiento Social Italiano, a una calle de Roma (con el apoyo de la alcaldesa, Virginia Raggi). No todo el mundo asiente. Algunas personas escuchan estos d¨ªas los ecos del pasado.
La Liga, seg¨²n los sondeos realizados tras la crisis del Aquarius, ha alcanzado su r¨¦cord de estimaci¨®n de voto
Cuando se cumplen 80 a?os de las leyes raciales que promulg¨® Benito Mussolini, la presidenta de la Uni¨®n de Comunidades Jud¨ªas de Italia, Noemi Di Segni, cree que el racismo no corresponde al alma de los italianos. ¡°Pero hay un vac¨ªo de horizontes, de valores. El consenso crece agarr¨¢ndose a la esperanza de un l¨ªder fuerte, decidido, puntual. Piensan que desmantelar lo que hab¨ªa antes es una forma de dar mayores respuestas a los problemas. La gente busca una identidad, no soluciones t¨¦cnicas. Y eso nos tiene que preocupar. No es que compartan esas consignas racistas, pero no se dan cuenta de que nos llevar¨¢n en esa direcci¨®n si se legitima esa l¨ªnea pol¨ªtica¡±. Pero Salvini, apoyado en su socio de gobierno, tiene la mayor¨ªa absoluta en el Parlamento. ¡°Eso no es suficiente. No podemos dejar de preocuparnos de que haya gente con esas posiciones ideol¨®gicas en puestos de responsabilidad. A trav¨¦s de esa mayor¨ªa se legitima el odio¡±.
La mayor¨ªa estaba cansada. Harta de la corrupci¨®n, del estancamiento econ¨®mico de los ¨²ltimos 20 a?os que ha convertido a Italia en el pa¨ªs que menos crece de la UE. Tambi¨¦n de una clase dirigente devaluada incapaz de dar respuesta a la brecha socioecon¨®mica m¨¢s salvaje entre norte y sur que existe en Europa (un calabr¨¦s vive tres a?os menos que un lombardo). Y en medio de ese clima, llegaron a las costas italianas unos 630.000 migrantes en los ¨²ltimos cuatro a?os. La primera reacci¨®n fue de acogida y lugares como Lampedusa se convirtieron en s¨ªmbolos de la buena onda italiana. Luego, la Uni¨®n Europea mir¨® hacia otro lado y un nuevo populismo pol¨ªtico dispuesto a rentabilizarlo todo cambi¨® la hoja de ruta. ¡°Primero los italianos¡±, lanz¨® Salvini. Y el trumpismo de importaci¨®n hizo su efecto. La Liga, seg¨²n los sondeos realizados despu¨¦s de la crisis del Aquarius y de las declaraciones racistas de su l¨ªder, ha alcanzado su r¨¦cord hist¨®rico de estimaci¨®n de voto y ya supera al Movimiento 5 Estrellas.
La realidad estad¨ªstica de la ola xen¨®foba que cabalga Salvini, sin embargo, se?ala hoy una tendencia opuesta. El ministro del Interior repite que Italia vive una invasi¨®n. Pero los desembarcos ¡ªunos 630.000 en los ¨²ltimos cuatro a?os¡ª han disminuido en 2018 un 70% (16.040 hasta junio). El plan de su predecesor, Marco Minniti, que consisti¨® en conceder m¨¢s recursos econ¨®micos y log¨ªsticos a Libia para frenar las salidas, rebaj¨® los flujos y el propio Salvini siempre admiti¨® la efectividad de aquella estrategia. Pero el nuevo vicepresidente, experto en hablar al est¨®mago de sus votantes, ha preferido no adaptar esta vez su discurso a la realidad y seguir alimentando un monstruo que terminar¨¢ convirti¨¦ndole en primer ministro. Est¨¢ convencido de ello.
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