?Puede Iv¨¢n Duque darle la espalda a Uribe?
La imagen que aspira a proyectar el presidente electo de Colombia lo aleja del exmandatario
Hace ocho a?os, el hoy presidente saliente llegaba a la Casa de Nari?o con una votaci¨®n del 73% otorgada en no poca medida por la confianza de su predecesor, ?lvaro Uribe. Lo que pas¨® despu¨¦s ya forma parte de la rica mitolog¨ªa pol¨ªtica colombiana: Juan Manuel Santos "se le volte¨® a Uribe", seg¨²n la expresi¨®n m¨¢s popular. Traicion¨® el legado para construir el suyo propio. Ahora, media Colombia se pregunta si Iv¨¢n Duque har¨¢ lo mismo. Concretamente, se lo pregunta el 42% que vot¨® por Gustavo Petro, el 4% que escogi¨® el blanco, y tambi¨¦n los moderados que probablemente dieron al presidente electo un apoyo condicional.
Las esperanzas, para quienes las albergan, se basan en la imagen que aspira a proyectar el propio Duque. Sobre todo de cara a la comunidad internacional: la de una persona centrada, moderada, enfocada en las pol¨ªticas ¡°que funcionan¡± y en unir al pa¨ªs. En definitiva, un cl¨¢sico pol¨ªtico de centro o centro-derecha con una imagen rejuvenecida. La tentaci¨®n de convertirse en el Emmanuel Macron local es demasiado grande. Y si la ley que impide la reedici¨®n de mandatos se mantiene en pie, ni siquiera tendr¨ªa costes electorales para ¨¦l porque no tendr¨ªa reelecci¨®n a la que enfrentarse.
Pero si realmente ese fuera su plan, necesitar¨¢ algo m¨¢s que cuatro a?os. Necesitar¨¢, al igual que sus predecesores, un legado y alguien que lo proteja. Eso significa que a Duque le tiene que importar lo que suceda despu¨¦s de 2022, para que nadie deshaga lo que ¨¦l construya. La probabilidad y el grado de que Iv¨¢n Duque se convierta en algo distinto de lo que Uribe espera de ¨¦l debe evaluarse bajo esta premisa.
Iv¨¢n Duque escogi¨® al Centro Democr¨¢tico tanto como el CD le escogi¨® a ¨¦l. Decidi¨® construir su plataforma dentro de un partido con una ideolog¨ªa bien definida, y con un l¨ªder indiscutible al que ya se le voltearon una vez. Para crecer, tuvo que convencer a mucha gente, y no s¨®lo al expresidente. Los sectores m¨¢s duros del uribismo siempre expresaron sus dudas con respecto al joven de aroma liberal. Aqu¨ª reside la primera barrera para el giro, la m¨¢s obvia: el CD es el ¨²nico partido que merece ser llamado como tal (con un programa definido, una organizaci¨®n funcional, y una ¨¦lite tan competitiva interna como externamente) fuera de los sectores progresistas de Colombia. Duque no est¨¢ en condiciones de conquistarlo ahora mismo porque no dispone, nunca dispuso, de las palancas para lograrlo. A¨²n m¨¢s: aunque hipot¨¦ticamente pudiese conquistar el CD, quedarse con 2.5 millones de votos (un 23% en las pasadas legislativas) de derecha pura mientras se consolida un giro hacia el centro pol¨ªtico resultar¨ªa imposible. Deber¨ªa, como Santos, darlos por perdidos mientras se mueva lo suficientemente lejos de Uribe como para que ¨¦ste le desherede.
A partir de aqu¨ª, el Duque interesado en ¡®hacer un Santos¡¯ deber¨ªa iniciar una compleja operaci¨®n en dos niveles. Por arriba, necesitar¨ªa una casa donde reconstruir su plataforma pol¨ªtica. En el Congreso actual no le resultar¨ªa dif¨ªcil construir una mayor¨ªa, sin duda. A¨²n asumiendo que pierde todo el apoyo de los representantes del CD, las m¨¢s de ochenta curules restantes dan el suficiente margen como para configurar una nueva mayor¨ªa centrista, bien engrasada con el lubricante que hist¨®ricamente ha facilitado las relaciones entre el poder ejecutivo y el legislativo. M¨¢s compleja ser¨ªa la constituci¨®n de un ente pol¨ªtico con potencia de fuego para mantener el poder despu¨¦s de 2022. Muchos de quienes descreen del ¡®giro¡¯ aducen que mientras Santos estaba (tanto ¨¦l como su familia) en una posici¨®n lo suficientemente alta en la jerarqu¨ªa pol¨ªtica tradicional como para dar y pedir favores, Duque es un reci¨¦n llegado que deber¨ªa trabajar el triple para suplir su falta de apellido y experiencia en la capital. Claro, que quienes argumentan eso tambi¨¦n pensaban que Vargas Lleras pod¨ªa usar sus artes para alcanzar la segunda vuelta.
Porque probablemente el mayor problema de Duque no est¨¢ en Bogot¨¢, sino fuera de ella. Si, en caso de giro, debe renunciar al 25%-30% del voto uribista duro, tambi¨¦n es probable que deba olvidarse del 25%-30% de oposici¨®n ya consolidada en torno a Petro, que no tiene ning¨²n incentivo ahora mismo (ni siquiera unos acuerdos de paz pendientes de firma, como suced¨ªa en 2014) para abandonar lo que es el primer proyecto de izquierda viable en la historia de Colombia.
No. Un Duque "girado" deber¨ªa navegar entre dos oposiciones y construir ah¨ª su propia base, apuntal¨¢ndola en un centro que hoy por hoy est¨¢ dividido en dos bloques antag¨®nicos. De un lado, el entorno progresista con el que Fajardo casi alcanza la segunda vuelta. De otro, la ¨¦lite liberal tradicional particularmente disminuida tras el fracaso de Vargas Lleras, pero que demostr¨® en las legislativas que a¨²n conserva una base relativamente s¨®lida. S¨®lo Santos en 2014, y s¨®lo en una segunda vuelta donde se jugaba el proceso de paz, logr¨® semejante haza?a. En otras palabras: Duque necesitar¨ªa un contexto igualmente propicio a la uni¨®n de segmentos pol¨ªticos que se encuentran cada vez m¨¢s distanciados en Colombia.
El giro de Santos no fue algo que sucedi¨® de un d¨ªa para otro, sino que se construy¨® poco a poco. Los nombramientos de Germ¨¢n Vargas Lleras y Juan Camilo Restrepo para el gabinete ministerial, en su momento notablemente cr¨ªticos con el gobierno de Uribe, fueron la primera se?al de que algo no iba bien. Despu¨¦s de eso, las relaciones se fueron enrareciendo desde la toma de posesi¨®n, el 7 de agosto de 2010. Una serie de decisiones pol¨ªticas del nuevo gobierno iban dejando al expresidente y a su legado cada vez m¨¢s lejos. Hasta la finta final: Uribe le regal¨® a su sucesor una filtraci¨®n en su segundo aniversario en el poder. Anunci¨® entonces que Santos llevaba tiempo manteniendo conversaciones con la guerrilla de las FARC. Bajo el auspicio de Hugo Ch¨¢vez. Despu¨¦s, la doble vuelta de 2014 acab¨® por forzar la coalici¨®n santista. Que, como la mayor¨ªa de sus miembros se afanan en recordar, nunca existi¨® como tal.
Una parte de dicha coalici¨®n-espejismo est¨¢ ahora con Iv¨¢n Duque. Se fueron tras el fracaso de Vargas Lleras en primera vuelta, le pusieron votos en segunda para taponar la emergencia del discurso anti-establishment que encarnaba Gustavo Petro, y ahora pedir¨¢n algo a cambio. Ese ¡°algo¡± podr¨ªa ser compatible con los requisitos del uribismo¡ o no serlo. En qu¨¦ consiste y c¨®mo de cerca est¨¢ la ¨¦lite que antes se encontraba dividida, lo empezaremos a ver, como sucedi¨® con Santos, con los nombramientos del gabinete: tendremos que contar afines a cada familia de la ¨¦lite pol¨ªtica colombiana, al antiguo bloque liberal y al nuevo conservadurismo ampliado por el CD, e incluso fijarnos en si hay alguna incursi¨®n de independientes que uno podr¨ªa identificar con el regeneracionismo. Despu¨¦s, tendremos que adivinar qu¨¦ condiciones (y qu¨¦ presiones) se encuentra Duque en el camino, y c¨®mo intenta maridar los requisitos de las tres almas que a ¨¦l, seguramente, le gustar¨ªa ver unidas. Al fin y al cabo, su talante, su perfil y varias de sus propuestas podr¨ªan encajar perfectamente con ese tono macronista-fajardiano en el que se siente tan c¨®modo. Pero empez¨® su carrera con Uribe, y ahora la est¨¢ continuando con el apoyo de quienes fueron sus enemigos en la d¨¦cada pasada.
Es esta una triple combinaci¨®n hoy por hoy imposible. As¨ª que el ¡®duquismo¡¯ naciente tiene ahora que escoger qu¨¦ desea ser. Si lo que es ahora, una suerte de uribismo de nuevo cu?o, que se mantenga fiel a una base que combina conservadores y reaccionarios; un defensor del establishment que obligue a una ¨¦lite hasta ahora dividida a trabajar unida, para apuntalar la trinchera de lo que podr¨ªa ser la ¨²ltima l¨ªnea de defensa ante un asalto de progresismo regenerador (siempre y cuando la oposici¨®n se mantenga unida, claro); o si finalmente consuma un giro e intenta convertirse en una reedici¨®n m¨¢s joven y m¨¢s cre¨ªble del Santos de 2012 a 2016, construyendo un centro imposible que s¨®lo ¨¦l pudo mantener unido por unos pocos a?os.
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