El infierno libio de Joshua, un migrante sierraleon¨¦s rescatado por el ¡®Aquarius¡¯
Muchos subsaharianos son v¨ªctimas de violencia sexual y vendidos como esclavos en el pa¨ªs magreb¨ª
¡°El barco de rescate estaba all¨ª. Justo al lado de nosotros. ?bamos a ser rescatados. Entonces apareci¨® la Guardia Costera libia y abri¨® fuego. Fue un d¨ªa nefasto. Lloramos y lloramos¡±. As¨ª arranc¨® el relato que Joshua, de Sierra Leona, hizo en la cl¨ªnica del Aquarius a la enfermera Aoife Ni Mhurchu. En la barcaza ¡°hab¨ªa enfermos. Los guardacostas saltaron dentro, empezaron a pegarnos. Simplemente nos dimos por vencidos. Nos llevaron¡±. Los libios asumieron aquel rescate a las bravas. Esta semana hubo un cambio: Italia deja el salvamento en sus manos por cauces oficiales mientras la inmigraci¨®n centra el debate pol¨ªtico en toda Europa.
Joshua fue devuelto a Libia un d¨ªa de mayo de 2017.
El infierno libio es solo una s¨ªntesis del horror. Un horror en el que existen grados y que ONG como Amnist¨ªa Internacional han documentado. Joshua sobrevivi¨®. El hombre tras este nombre b¨ªblico que protege su identidad pudo contar en detalle c¨®mo fue torturado, esclavizado e interceptado en presencia de un barco de una ONG. Era su primer intento de llegar a Europa. Acariciaba la libertad. Sufri¨® de nuevo el horror con toda su letra peque?a hasta que pudo subirse a una segunda patera. La noche del s¨¢bado 9 de junio fue rescatado por el Aquarius ¨Cdonde se reencontr¨® con Asuma, una compatriota a la que conoci¨® en la primera barcaza¡ªque le llev¨® hasta Valencia, Espa?a. Su historia es brutal pero no ¨²nica. La enfermera ha escuchado otras similares.
¡°Me abord¨® tras la charla sobre violencia sexual¡±, recuerda Ni Mhurchu, de M¨¦dicos sin Fronteras, que fleta el barco junto con SOS Mediterran¨¦e. Es una charla que dan tras cada rescate a hombres y mujeres por separado para decirles que no est¨¢n solos, que les pueden ayudar con primeros auxilios psicol¨®gicos, vacunas, profilaxis¡ Entre los 106 que llegaron a Valencia en el Aquarius, la enfermera identific¨® a ¡°seis supervivientes (de violencia sexual) entre los 45 hombres, y 10 entre las 51 mujeres¡±. Los hombres son tambi¨¦n v¨ªctimas frecuentes de la violencia sexual que acompa?a a muchos conflictos.
El sierraleon¨¦s conoce los centros de detenci¨®n que dependen del Ministerio del Interior libio, donde son sistem¨¢ticamente internados mujeres, varones y ni?os al ser interceptados en el mar. Y conoce mazmorras a¨²n peores. Lo que los observadores de Libia denominan lugares de cautiverio: f¨¢bricas, casas, almacenes¡ donde manda una milicia, una banda criminal o una mezcla de ambas. Para Joshua lo peor fue la prisi¨®n de Abu Karim, lo que llamaba el ba?o. Otro eufemismo. ¡°Cuando no tienes dinero para pagar, se quieren librar de ti; as¨ª que te cortan tus partes privadas. Tres de mis amigos que entraron en prisi¨®n conmigo murieron desangrados delante de m¨ª, vimos a muchos morir despu¨¦s de que les cortaran sus partes¡±, le cont¨® a la sanitaria porque, explica ella, quer¨ªa que el mundo supiera en qu¨¦ consiste el infierno libio. Ella desgran¨® para este diario lo anotado en la cl¨ªnica.
Joshua le ¡°habl¨® de c¨®mo todos pensaban que ser¨ªan el siguiente. Fue una forma muy extrema de violencia sexual para que todo el mundo viera qu¨¦ les podr¨ªa ocurrir a ellos¡±. Hubo otras agresiones. Reun¨ªan a todos, les ordenaban a desnudarse y obligaban a las mujeres a lavar suavemente a los varones ante todos. ¡°Y si el hombre ten¨ªa una erecci¨®n, le cortaban los genitales. Y si no la ten¨ªan, la violaban a ella con un palo¡±. Eso fue antes de intentar cruzar el mar por primera vez. Y ser devuelto.
Tras seis meses de brutal pesadilla, logr¨® huir. Fue capturado por otra milicia que lo vendi¨® al centro de detenci¨®n Tajura, en Tr¨ªpoli. Logr¨® salir mediante sobornos para emprender la traves¨ªa que fracas¨®.
De regreso a tierra firme, fue llevado al centro de detenci¨®n gubernamental Tarik al Marat, en Tr¨ªpoli. Se desconoce cu¨¢ntos existen porque unos abren y otros cierran. Las estimaciones van de 17 a 33, seg¨²n Amnist¨ªa. En esos centros ¡°algunos guardas mantienen retenidos de manera arbitraria a mujeres, hombres y ni?os en condiciones espeluznantes y est¨¢n directamente implicados en torturas, maltrato de refugiados y migrantes para extorsionar a su familias y obtener un rescate¡±, explica el reciente informe de Amnist¨ªa Internacional La oscura red de complicidades en Libia.
Todos los interceptados por los guardacostas libios ¡ªinstruidos y pagados con dinero europeo¡ª son recluidos en uno de estos centros que, seg¨²n el citado informe, suman unos 20.000 internos. Tanto la ONU como las ONG tienen un acceso limitado. ¡°Los Gobiernos europeos, e Italia en particular, est¨¢n violando sus obligaciones legales internacionales y son c¨®mplices al compartir con Libia la responsabilidad por la detenci¨®n arbitraria y el maltrato de los refugiados y migrantes contenidos en territorio libio¡±, critica Amnist¨ªa, que acusa a las autoridades libias de complicidad con los traficantes de personas y a la UE, de mirar a otro lado al priorizar el control de fronteras sobre los derechos humanos.
Joshua estuvo dos centros de detenci¨®n. Recib¨ªan un bol de pasta para cada cinco migrantes. ¡°Si tienes suerte, te tocan dos pu?ados de macarrones; si no tienes suerte, solo uno¡±. Duermen en el suelo, hacinados en enormes celdas con un ventanuco como muestra un reportaje rodado dentro uno de ellos por un equipo de la BBC en septiembre pasado. Las opciones para quedar libre son tres. Uno, buscarse la vida. Dos, los originarios de nueve pa¨ªses a los que seg¨²n la ONU es demasiado peligroso regresar (de Eritrea a Yemen), pueden optar a ser reasentados en un pa¨ªs rico. Y al resto, la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (OIM) les ofrece con dinero europeo un vuelo ch¨¢rter para desandar el camino hasta su pa¨ªs.
Joshua, como tantos, fue vendido como esclavo. Muchos de los pasajeros del Aquarius contaron que fueron entregados por sus guardas a otros hombres para los que trabajaran a cambio de nada durante meses, sobre todo en la construcci¨®n. Huy¨®, fue capturado y vendido varias veces m¨¢s hasta que se top¨® con un guardia que le conoc¨ªa de su primer cautiverio a?o y medio antes. ¡°?A¨²n est¨¢s en Libia?¡±, le pregunt¨®. S¨ª, todav¨ªa estaba vivo. Se apiad¨® de ¨¦l y lo dej¨® marchar.
Joshua tom¨® una segunda patera.
Tuvo suerte. Por cada dos que llegan a Italia, uno es devuelto a Libia. ?l fue rescatado por el Aquarius con otras 229 personas horas antes de que llegaban a bordo otros 400 salvados por una patrullera de la Guardia Costera italiana. Un a?o despu¨¦s se reencontr¨® con Asuma, que viajaba con su marido. Ella tambi¨¦n sobrevivi¨® a la violencia sexual y a Libia. La odisea de ambos acab¨® en Valencia porque Espa?a abri¨® la puerta que Italia hab¨ªa cerrado. El Aquarius ha rescatado a 20.241 personas adem¨¢s de Joshua y Asuma desde 2016. Con las otras ONG y la flota militar desplegada por los Gobiernos europeos suman cientos de miles en los ¨²ltimos a?os. Les distinguen las prioridades: salvar vidas frente a controlar las fronteras exteriores de la UE.
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