¡°A mi hijo lo asesinaron los paramilitares de Ortega¡±
Josefa Esterlina Meza lucha contra la impunidad tras el asesinato de su hijo el 30 de mayo, durante la Marcha de las madres de Nicaragua
Josefa Esterlina Meza marchaba en Managua junto a cientos de miles de nicarag¨¹enses el pasado 30 de mayo para homenajear a las madres de las v¨ªctimas de la represi¨®n que el presidente Daniel Ortega desat¨® en abril, cuando comenzaron las manifestaciones que exigen el fin de su mandato. Josefa hab¨ªa asistido a la llamada Madre de todas las marchas junto a sus hijos y no pod¨ªa imaginarse que unas horas despu¨¦s ella misma pasar¨ªa a formar parte de la listas de las madres enlutadas por la violencia desatada desde el Estado. Esa tarde, cuando se celebraba el D¨ªa de las Madres en Nicaragua, una bala seg¨® la vida de Jonathan Moraz¨¢n Meza, de apenas 21 a?os y estudiante de Dise?o Gr¨¢fico. ¡°A m¨ª hijo lo asesinaron los paramilitares¡±, dice la mujer. ¡°Fue un francotirador¡±, afirma mientras ense?a las radiograf¨ªas de Jonathan, que muestran la bala alojada en el cerebro, un disparo certero.
Se cumple un mes de ese hecho violento que dej¨® decenas de muertos, conocida en Nicaragua como la Masacre del D¨ªa de las Madres, uno de los episodios m¨¢s oscuros de la historia reciente de un pa¨ªs que cumple 74 d¨ªas de vivir inmerso en el terror. Desde ese d¨ªa grupos irregulares armados recorren las calles de Managua y de las principales ciudades del pa¨ªs, imponiendo un toque de queda desde las seis de la tarde. Muy poca gente se atreve a salir y bares y restaurantes cierras sus puertas a las ocho de la tarde. Muchos padres han decidido sacar a sus hijos de Nicaragua y los que no pueden los mantienen en un estricto encierro, porque no quieren pasar por el sufrimiento que agobia a mujeres como Josefa, que desde el 30 de mayo no descansa en b¨²squeda de justicia.
Aquella tarde la muchedumbre avanzaba en un estado de ¨¢nimo como de fiesta, a pesar de la tragedia que enluta a este pa¨ªs. Miles de madres se manifestaban junto a sus hijos, los nietos a la par de sus abuelas, algunas de ellas en sillas de ruedas. Todos se sent¨ªan seguros en una manifestaci¨®n sin precedentes en la historia reciente de Nicaragua, que llenaba seis kil¨®metros de la c¨¦ntrica Carretera a Masaya, punto neur¨¢lgico de Managua. Josefa marchaba al lado de su hijo menor, mientras Jonathan se hab¨ªa adelanto con unos compa?eros. A las cinco de la tarde retumbaron los disparos y la gente corri¨® despavorida. Unas 5.000 personas se refugiaron en el campus de la jesuita Universidad Centroamericana, que abri¨® sus puertas por ¨®rdenes de su rector, Jos¨¦ Alberto Idi¨¢quez, mientras un grupo de j¨®venes valientes formaron una ¡°valla humana¡± para proteger a los manifestantes. Entre ellos estaba Jonathan. La mayor¨ªa de los muertos de aquella matanza fueron j¨®venes que arriesgaron sus vidas para evitar una tragedia mayor.
¡°De ah¨ª salieron un mont¨®n de muertos¡±, dice Josefa a EL PA?S. ¡°Yo corr¨ª hacia la UCA, con mi otro hijo, y llamaba a Jonathan a su tel¨¦fono, pero no me respond¨ªa. Lo llamaba para que nos junt¨¢ramos y nos vini¨¦ramos a la casa, pero ya lo hab¨ªan asesinado los paramilitares¡±, explica.
El relato de Josefa es desgarrador. ¡°A mi hijo lo sacaron en moto. Eso sale en los v¨ªdeos, est¨¢ clar¨ªsimo c¨®mo lo levantaron, c¨®mo lo cargaron para trasladarlo a una camioneta. El disparo fue directamente en el tallo cerebral, directo a matar, fue de un francotirador, porque son tiros certeros. Cuando lleg¨® al hospital ni siquiera pudo dar su nombre. Segu¨ª llam¨¢ndolo al celular y me respondieron cuando ya estaba internado. Entonces supe que era mi hijo. Me dijeron que estaba herido y pens¨¦ que le dispararon en la pierna. Fui con su pap¨¢ al hospital. ?l ya estaba en coma¡±. El joven muri¨® el 1 de junio. Josefa no quiso que se le practicara la autopsia. ¡°No tengo confianza, no quiero que me digan que muri¨® de otra cosa, como ha sucedido con los dem¨¢s casos de los cientos de j¨®venes que han muerto a causa de la represi¨®n del Gobierno. S¨ª me dieron el diagn¨®stico de los m¨¦dicos, que establece que ¨¦l muri¨® por arma de fuego, disparo en la cabeza¡±, explica.
Un informe de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ¨Cque a inicios de mayo despleg¨® una misi¨®n en Nicaragua¨C afirma que de conformidad con los testimonios recibidos durante su estad¨ªa en el pa¨ªs se desplegaron ¡°como otro medio de represi¨®n francotiradores respecto de los cuales hab¨ªa elementos para indicar un v¨ªnculo con agentes del Estado¡±. El informe establece que seg¨²n informaci¨®n recibida de parte de integrantes del personal m¨¦dico de hospitales p¨²blicos de Nicaragua, ¡°se habr¨ªan atendido numerosas v¨ªctimas con impactos de bala en la cabeza, los ojos, el cuello y el t¨®rax, as¨ª como en la espalda¡±. Para este organismo de la Organizaci¨®n de Estados Americanos, ¡°la mec¨¢nica y trayectoria de los disparos indicar¨ªan usos arbitrarios de la fuerza letal o la existencia de ejecuciones extrajudiciales¡±. La CIDH present¨® el 22 de junio el informe en Washington y asegur¨® que la violencia hab¨ªa dejado 212 muertos. Desde ese d¨ªa la sangre ha seguido corriendo en Nicaragua.
Josefa asegura que no descansar¨¢ hasta que se castigue a los culpables del asesinato de Jonathan. Al cumplirse un mes de aquella tarde tr¨¢gica que la enlut¨®, esta mujer dice que mantendr¨¢ su empe?o para evitar que los asesinatos de j¨®venes queden impunes y que seguir¨¢ manifest¨¢ndose hasta que el presidente Daniel Ortega deje el poder. ¡°Todas las madres que hemos sido v¨ªctima de estas matanzas debemos pronunciarnos y denunciar ante instancias internacionales lo que ha pasado en Nicaragua. La muerte de nuestros hijos no va a ser en vano. Tenemos que continuar con esta lucha para liberar a este pa¨ªs de esta dictadura, as¨ª como se liber¨® de la dictadura de Somoza. Ahora est¨¢ la dictadura orteguista, que es peor que la de Somoza¡±.
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