Colombia, ?un pa¨ªs plural o partido en dos?
Los bloques que apoyaron a Duque y Petro pueden desmontarse en otros dos a la luz de las legislativas de marzo
?Qu¨¦ ha sucedido en Colombia en los ¨²ltimos tres meses? Pol¨ªticamente, se entiende. R¨¢pido se ha olvidado el debate p¨²blico de aquellas elecciones legislativas del 11 de marzo que arrojaron una imagen de pa¨ªs plural, ideol¨®gicamente fragmentado en un interesante mosaico. En su lugar se ha instalado la foto que nos dej¨® la segunda vuelta: dos propuestas contrastadas, situadas en sendos extremos del espectro ideol¨®gico. La sentencia: Colombia es un pa¨ªs condenado a la polarizaci¨®n.
Pero eso es como pensar que la meta define todo el camino recorrido hasta ella, confundiendo un punto determinado con el mapa que lo contiene. No. La pregunta inicial sigue sin respuesta. ?Es la Colombia de 2018 un pa¨ªs m¨¢s plural, o por el contrario se trata de una naci¨®n m¨¢s polarizada que nunca? Mi hip¨®tesis, por el momento, es; las dos cosas al mismo tiempo.
Lo que, despu¨¦s de los resultados del pasado 17 de junio, podr¨ªamos denominar como ¡°bloque de Gobierno¡± y ¡°bloque de oposici¨®n¡±, qued¨® representado en la foto final por Iv¨¢n Duque (es decir, por el uribismo) y por Gustavo Petro (esto es, el primer candidato de izquierda en tener opciones de llegar a la presidencia de Colombia). Pero, como si de un Lego se tratase, estos dos bloques pueden desmontarse a su vez en otros dos una vez analizamos los datos de la primera vuelta y de las legislativas del 11 de marzo. Contando, adem¨¢s, con un espacio bisagra, intermedio.
Empecemos por la derecha, que fue la ganadora final de la contienda. El n¨²mero de votos totales de Iv¨¢n Duque en segunda vuelta es llamativamente similar a la suma obtenida por su partido, el Centro Democr¨¢tico (CD), y las formaciones del establecimiento que acabar¨ªan por apoyarle una vez Vargas Lleras y Humberto de la Calle quedasen eliminados: Conservadores, Cambio Radical, la U, Liberales. Sin embargo, ser¨ªa un error considerar que la transferencia ha sido completa. Por elecciones pasadas sabemos que hay un contingente mediano de votantes que acuden a las urnas en presidenciales pero no en legislativas, y viceversa. Es decir: hay transfusiones desde y hacia la abstenci¨®n. Pero lo que s¨ª nos dicen estos datos es que (1) el uribismo tiene una base ¡®dura¡¯ de dos millones y medio de votos; (2) Iv¨¢n Duque fue un candidato cre¨ªble y atractivo para el votante de centro-derecha, como para romper esa barrera con mucho desde primera vuelta; (3) Vargas Lleras prob¨® por el contrario que sin credibilidad en el plano de opini¨®n, como la que s¨ª ten¨ªa Duque, la promesa te¨®rica de mies de votos de partidos en las legislativas no sirve de nada. No es ya que no recibiese los cuatro millones de CR y la U, es que ni siquiera cogi¨® los dos de la U. Se le perdieron setecientos mil votos de su propio partido por el camino. En otras palabras: en este primer tramo del camino Iv¨¢n Duque demostr¨® que ¨¦l pod¨ªa construir desde el n¨²cleo del uribismo.
Mientras tanto, tanto Petro como Fajardo hac¨ªan exactamente lo mismo en el otro bloque, construyendo sus propias piezas. Si Duque multiplic¨® la votaci¨®n de su partido por tres, Fajardo hizo lo mismo (si sumamos la Alianza Verde y los 220.000 apoyos que Robledo recibi¨® a su nombre). Nadie debe, por otra parte, entender la suma de Fajardo y De La Calle como una confirmaci¨®n de la hip¨®tesis de que su uni¨®n habr¨ªa sido suficiente para superar al candidato de izquierda. S¨®lo es una forma de representar el tama?o de la pieza m¨¢s moderada en el bloque. En realidad, es probable que una hipot¨¦tica uni¨®n verdirroja habr¨ªa dispersado los 400.000 de Humberto en varias direcciones: lo que estaba en juego aqu¨ª era la construcci¨®n de un candidato alternativo cre¨ªble en las urnas. En ese sentido, el trabajo de Petro fue notorio. Incluso si imputamos a la facci¨®n izquierdista los votos del Polo Democr¨¢tico Alternativo que no son de Fajardo, resulta que Petro convierte un mill¨®n de sufragios en casi cinco en un periodo de dos meses y medio. Si en la derecha la batalla de la credibilidad fue vencida n¨ªtidamente por Duque, en el lado progresista la cuesti¨®n estuvo considerablemente m¨¢s igualada. Pero sin duda fue Gustavo Petro quien recorri¨® m¨¢s trecho.
De esta manera, llegamos a las tres semanas finales con unas cuentas que dejaban por delante al bloque alternativo: en concreto, ochocientos mil votos por delante. As¨ª, hay dos maneras de ver los resultados de Petro en segunda vuelta. Sus fieles prefieren subrayar que casi duplic¨® su base intermedia, tras haberla multiplicado por cuatro con respecto a las legislativas. Otros, m¨¢s cr¨ªticos, hacen hincapi¨¦ en que 1.8 millones de votos se quedaron en alg¨²n lugar entre primera y segunda vuelta.
Aunque no podemos saberlo a ciencia cierta, es probable que una parte de los votantes de Fajardo (sobre todo en las zonas interiores del pa¨ªs: Antioquia, Eje Cafetero) se trasladasen a Duque dejando entrever que esos 9.8 millones no son capitalizables por una propuesta de izquierda. Tal es la bisagra que decidi¨® esta elecci¨®n. Votos que, en realidad, la coalici¨®n establecimiento-uribismo no puede considerar como propios. Como tampoco pod¨ªa el bloque alternativo.??
As¨ª, Colombia ha quedado como un pa¨ªs de, aproximadamente, 45%-45%-10%, si se me permite la simplificaci¨®n. Pero en realidad los bloques de 45% se subdividen en n¨²cleos extremos (uribismo, izquierda) y moderados (centro-derecha conservador, centro progresista). Es muy probable que todos y cada uno de los actores pol¨ªticos que protagonizar¨¢n el pr¨®ximo ciclo pol¨ªtico colombiano tenga perfectamente clara esta doble divisi¨®n, entre bloques y dentro de cada bloque. Por eso, el futuro ser¨¢ de quien logre mantener el propio bloque unido o, por el contrario, construir uno alternativo en el centro.
En el mejor escenario para la derecha, la oposici¨®n se rompe pero Iv¨¢n Duque consigue mantener ¡®atado¡¯ al uribismo con el (resto del) establecimiento. Alternativamente, podr¨ªa suceder que L¨®pez, Petro, Wolff y dem¨¢s consigan consolidar una oposici¨®n unida mientras que el presidente electo no es capaz de reunir lo que en realidad fue una divisi¨®n de ocho a?os entre Uribe y Santos. En este caso, Duque podr¨ªa optar por el famoso ¡®volteo¡¯, lo cual a su vez le requerir¨ªa perforar la oposici¨®n por el centro. La clave es que nadie puede descuidar su espalda mientras mira al mismo tiempo al frente. Todos est¨¢n, y ah¨ª permanecer¨¢n, en una doble guerra. Bienvenidos a la fragmentaci¨®n polarizada.
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