La sensatez de Iv¨¢n Duque
Colombia en un nuevo tiempo pol¨ªtico
Aqu¨ª mismo escrib¨ª en febrero pasado ¡°La coalici¨®n de los sensatos¡±. El argumento de aquella nota era que en paralelo a la proliferaci¨®n de ¡°ismos¡± diversos¡ªlos nacionalismos, populismos y racismos en auge¡ªtambi¨¦n hab¨ªan llegado al poder pol¨ªticos reflexivos. Son aquellos que ejercen su liderazgo con una cierta est¨¦tica. Son los que no gritan ni descalifican, argumentan. Los que no imponen sino que persuaden.
Son pol¨ªticos esencialmente racionales, pues en pol¨ªtica toda soluci¨®n es de segundo orden de preferencia. Por lo cual no dan ¨®rdenes, negocian. As¨ª fomentan la conversaci¨®n educada, ese es el juego iterado de la democracia. Y en ello tambi¨¦n reside una cierta ¨¦tica: el respeto por el ciudadano, a quien ven como un ser aut¨®nomo y cr¨ªtico, no como una pieza de alg¨²n sistema de dominaci¨®n clientelar.
Con Iv¨¢n Duque, Colombia acaba de elegir a uno de esos pol¨ªticos. El problema es que buena parte de la conversaci¨®n post-electoral va por otro lado, soslayando esta fundamental virtud del presidente electo. Su sensatez y pragmatismo, ya exhibidos durante cuatro a?os en el Senado, quedan opacados detr¨¢s de una narrativa que trata de dirimir una cuesti¨®n, sino ofensiva, trivial: si en la presidencia ser¨¢ una marioneta de Uribe o un traidor a Uribe, seg¨²n se lee y se escucha con demasiada frecuencia.
Ni lo uno ni lo otro, seguramente. La controversia en cuesti¨®n interpela a Duque en relaci¨®n a los acuerdos de paz con las FARC: si los va a anular, presumiblemente obedeciendo a Uribe, o si, traicion¨¢ndolo, los mantendr¨¢. Es un planteo que no refleja la verdadera discusi¨®n, el aut¨¦ntico desaf¨ªo para el pa¨ªs y para el nuevo gobierno: c¨®mo mantener la paz sin impunidad.
Las se?ales de Duque han sido, en este sentido, de sensatez¡ªjustamente¡ªy ecuanimidad. Para quienes ven la pol¨ªtica en sentido geom¨¦trico, Duque se ha situado en el centro. Expres¨® con claridad que no llegaba para hacer ¡°trizas¡± el acuerdo de paz pero que el mismo reclama ¡°correcciones para que las v¨ªctimas sean el centro del proceso, para que no haya repetici¨®n¡±.
Ni lo uno ni lo otro entonces. El presidente electo plante¨® la introducci¨®n de reformas en la JEP, Jurisdicci¨®n Especial para la Paz, la cual establece penas alternativas a la c¨¢rcel y una amplia amnist¨ªa para combatientes.
N¨®tese que su posici¨®n es cercana a la de Human Rights Watch, ONG que ha solicitado a la Corte Constitucional subsanar defectos actuales que permitir¨ªan a criminales de guerra eludir la rendici¨®n de cuentas y el castigo. Al mismo tiempo, HRW tambi¨¦n peticion¨® a la Corte otorgar una participaci¨®n genuina a las v¨ªctimas en dichas actuaciones judiciales.
M¨¢s all¨¢ de lo jur¨ªdico y de los derechos humanos, la posici¨®n de Duque no puede sorprender desde el punto de vista pol¨ªtico. Por un lado porque as¨ª lo especific¨® en su plataforma electoral. Es saludable cuando una sociedad vota un programa y los pol¨ªticos electos mantienen lo prometido; ocurre con menor frecuencia de la necesaria.
Por el otro lado, porque este punto recoge una deficiencia de origen en el proceso de paz, la cual se deriva del hecho que en el plebiscito por el mismo gan¨® el ¡°no¡±. Ello fue exclusiva responsabilidad del presidente Santos, quien politiz¨® y a¨²n electoraliz¨® el tema desde el mismo comienzo. Ello le priv¨® del tan necesario consenso para un acuerdo cuya significaci¨®n institucional y simb¨®lica es equivalente a una constituci¨®n.
La diferencia fue de solo 40 mil votos, pero el punto vale: a nadie se le ocurrir¨ªa aprobar una constituci¨®n con un empate, mucho menos someterla a plebiscito antes de contar con un amplio y s¨®lido apoyo en una asamblea constituyente. Pero Santos sigui¨® adelante. El mensaje fue y sigue siendo que m¨¢s de media sociedad colombiana quiere otro tipo de acuerdo de paz, lo cual no significa que quiera la guerra. Duque no hace m¨¢s que recoger dicho mensaje.
En cuanto a la Colombia del futuro, estas grandes realizaciones cuasi constitucionales se inscriben en un sistema pol¨ªtico en transici¨®n. La coalici¨®n de centro-derecha se consolida con la f¨®rmula electa; el Partido Liberal tal vez est¨¦ en proceso de disoluci¨®n; y el nuevo progresismo¡ªtambi¨¦n ¡°sensato¡±¡ªque expresan Fajardo y L¨®pez parece haber llegado para quedarse. La competencia en la izquierda ser¨¢ con Petro, cuya base de sustentaci¨®n no son los 8 millones de votos que reclama. En una segunda vuelta muchos de esos votos son siempre prestados.
Este nuevo escenario subraya el tema del comienzo. En un sistema que genera una cierta incertidumbre, con un acuerdo de paz por confirmarse y partidos en fluctuaci¨®n, el mejor ejemplo lo est¨¢ dando el presidente electo. Bajo dichas condiciones, siempre es aconsejable la sensatez.
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