El adalid del Brexit por ambici¨®n m¨¢s que por convicci¨®n
Boris Johnson abandona la cartera de Exteriores tras una trayectoria accidentada y varios golpes a la espalda de la primera ministra
La ¨²nica raz¨®n por la que Boris Johnson continuaba siendo ministro de Exteriores, hasta este lunes, es que Theresa May era demasiado d¨¦bil para despedirlo. Su nombramiento fue una sorpresa. Pero su desempe?o ha sido a¨²n peor, si cabe, de lo vaticinado.
Reclutar al imprevisible Johnson como jefe de la diplomacia sonaba a broma de mal gusto, pero su designaci¨®n ten¨ªa algo de jugada pol¨ªtica maestra: May manten¨ªa a su principal rival por el liderazgo del partido neutralizado al incluirlo en su equipo, pero lo mandaba a viajar por el mundo para no molestar demasiado. Dos a?os despu¨¦s, la jugada no ha resultado tan clara.
Johnson ha desatado o agravado crisis diplom¨¢ticas. Ha humillado a la primera ministra. Si acaso, es posible que el tiempo demuestre que May ha logrado su objetivo de terminar con las aspiraciones pol¨ªticas de Johnson, que ha perdido incluso el lugar de predilecto del sector duro a favor del exc¨¦ntrico diputado Jacob Rees-Mogg. Pero no conviene subestimar el nivel de desapego con la realidad de los miembros del sector duro del Brexit.
George Eaton, jefe pol¨ªtico de The New Statesman, defini¨® a Johnson como ¡°un accidente permanentemente esperando a suceder¡±. Solo cabr¨ªa a?adir que, a menudo, ese accidente sucede. Agrav¨® la delicada situaci¨®n de una cooperante brit¨¢nica presa en Ir¨¢n al decir, destrozando la l¨ªnea de defensa oficial, que hab¨ªa viajado al pa¨ªs a formar a periodistas. Recit¨® el poema colonial de Kipling Mandalay en Myanmar, obligando al embajador a disculparse. Solt¨®, ante el congreso de su partido, que la ciudad libia de Sirte podr¨ªa ser como Dub¨¢i ¡°en cuanto limpiaran los cad¨¢veres¡±.
Con el Brexit, su historial no es menos zafio. Contin¨²a defendiendo la descarada mentira, aireada en autobuses en la campa?a y desmentida por todos los expertos, de que el Brexit permitir¨¢ recuperar 350 millones de libras (408 millones de euros) a la semana para mejorar la sanidad. Ha apu?alado por la espalda a la primera ministra siempre que ha detectado cualquier posibilidad de medrar. Cuando, recientemente, los l¨ªderes empresariales urgieron al Gobierno a esforzarse por alcanzar un acuerdo con Bruselas, Johnson respondi¨®: ¡°Que le jodan a las empresas¡±. La misma fineza con la que, el viernes, describi¨® la propuesta de relaci¨®n futura con la UE que present¨® May a sus ministros: ¡°Un pedazo de mierda¡±, para el titular de Exteriores. Pero no lo rechazo entonces: esper¨® dos d¨ªas a que los vientos fueran m¨¢s favorables a su persona.
La radical vehemencia con que vocifera sus causas es solo un barniz para tapar el escaso rigor intelectual y moral con que las abraza. Como trascendi¨® al erigirse en adalid del Brexit duro, hab¨ªa redactado dos art¨ªculos de opini¨®n, uno por la salida de la UE y otro por la permanencia, incapaz de decidir cu¨¢l de las dos posturas favorecer¨ªa m¨¢s sus ambiciones personales. Diputado por uno de los distritos londinenses que m¨¢s sufrir¨ªan por la construcci¨®n de una nueva pista en el aeropuerto de Heathrow, prometi¨® que se tumbar¨ªa ante las excavadoras antes de permitir que se hiciera. Pero el d¨ªa en que el Parlamento votaba el proyecto, prefiri¨® sacarse de la manga un viaje a Afganist¨¢n. Entendi¨® que saltarse la disciplina de partido, en ese particular asunto, no conven¨ªa a su ambici¨®n rubia.
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