Las institucionalizaciones requeridas
Lo mejor que nos puede pasar es que nuestros representantes asuman la gravedad de los problemas que todos enfrentamos y las formas jur¨ªdicas para solucionarlos
Los votos fueron much¨ªsimos. Transformados, alcanzaron para cubrir numerosos cargos. La presidencia de la Rep¨²blica, c¨®modas mayor¨ªas en el Congreso de la Uni¨®n, diversas gubernaturas y congresos estatales, al igual que alcald¨ªas y ayuntamientos. Las razones del triunfo se han querido ver en la promesa de cambio. La necesidad de trascender lo existente otorg¨® un mandato para conseguirlo. Existe la posibilidad de lograrlo, pues las mayor¨ªas est¨¢n alineadas para ello. Basta que el Presidente o los gobernadores utilicen sus fuerzas camerales para tener reformas legales, tal vez hasta constitucionales. No es necesario operar por decreto, ni esconder las intenciones. Es posible identificar el objetivo, redactar las propuestas normativas y accionar a los ¨®rganos competentes para obtener la soluci¨®n deseada. Hace tiempo que no est¨¢bamos as¨ª. Hace tiempo que la negociaci¨®n, el pacto y el intercambio de propuestas para conseguir votos, era parte esencial del transcurrir pol¨ªtico. Al menos en los pr¨®ximos tres a?os las cosas podr¨¢n ser distintas.
En un mundo donde un movimiento social y diversas corrientes opositoras se har¨¢n gobierno, ?qu¨¦ institucionalizaci¨®n quisi¨¦ramos esperar? Desde luego, es posible, y espero que no sea as¨ª, que el triunfo ciegue y haga suponer que hay un mandato de transformaci¨®n desinstitucionalizada. Tambi¨¦n, que quienes vencieron interioricen que deben trascender lo existente, incluidas las malas pr¨¢cticas pol¨ªticas y jur¨ªdicas que llevaron al estado de cosas que posibilit¨® su llegada. Por las mayor¨ªas conseguidas y lo precario de nuestros frenos y contrapesos, muchas de las limitaciones ser¨¢n auto-impuestas. Quienes ejerzan los cargos tendr¨¢n que asumir moderaci¨®n a partir de lo que el derecho prevea.
Los llamados a la institucionalizaci¨®n que se hac¨ªan antes de la elecci¨®n nos siguen haciendo falta. Ahora debemos concretarlas, pero no s¨®lo en lo estatal. Debemos incrementarlas y consolidarlas en el ¨¢mbito social. Las mayor¨ªas conseguidas requieren mecanismos para contrastar su imaginar y su actuar. Son tan grandes y tan justificadas las ¨®rdenes de transformaci¨®n, que exigen dialogantes externos a ellas mismas. Es la ¨²nica forma de evitar desboques.
Hablar de la necesidad de establecer espacios para contrastar lo que leg¨ªtimamente pueda hacerse, parece tan natural a las democracias que sobra se?alarlo. Hacerlo podr¨ªa parecer un ataque a quienes habr¨¢n de ejercer el poder pol¨ªtico o la pretensi¨®n de escamotearles su triunfo. No es as¨ª. Que una y otra est¨¦n ah¨ª no implica suponer que el mero triunfo electoral genera experiencia y racionalidad. Mal har¨ªamos como sociedad en aceptar que procesos y pr¨¢cticas debidas van juntas de por s¨ª. Suponer que llegar equivale a saber, o que poder es igual a querer. Lo mejor que nos puede pasar es que nuestros representantes asuman la gravedad de los problemas que todos enfrentamos y los l¨ªmites que nos imponen la realidad material y las formas jur¨ªdicas para solucionarlos. A partir de ah¨ª habr¨¢ que preguntarse y preguntar por las mejores maneras de hacer lo que haya que hacer. La sociedad tiene que impulsar sus an¨¢lisis, estudios y soluciones, y buscar formas para contrastarlos con los de las autoridades, por mucho que ¨¦stas lo sean.
As¨ª como hablamos de la necesidad de institucionalizar el ejercicio del poder pol¨ªtico, es indispensable institucionalizar mucho y de todas las maneras posibles los espacios sociales de reflexi¨®n, cr¨ªtica y propuestas. Esta reinstitucionalizaci¨®n es distinta pero, a la vez, necesaria para alcanzar los fines que colectivamente buscamos. De otra forma y por otras v¨ªas y motivos, estaremos generando dos di¨¢logos y dos actuares antit¨¦ticos. El de los vencedores y el de los vencidos. A ello no podemos regresar. Participar de la cosa p¨²blica tanto como se pueda, es precondici¨®n de su apropiaci¨®n y, tal vez, de su mejoramiento.
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