Atlantismo en la sombra
El Pent¨¢gono maniobr¨® para que Espa?a entrara en la OTAN
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, participar¨¢ en la cumbre de la OTAN en Bruselas con prop¨®sitos recaudatorios, sin memoria hist¨®rica y sin haber conocido el trabajo de los operadores que, entre bambalinas, promovieron la entrada de Espa?a en la alianza atl¨¢ntica. Adem¨¢s de Nu?o Aguirre de Carcer, Javier Rup¨¦rez y otros, nada se sabe sobre la historia del diplom¨¢tico espa?ol Juan Jos¨¦ Santos, quien tuvo acceso a un documento interno del Departamento de Defensa, ponderando la eventual incorporaci¨®n de Espa?a en la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte. Fernando Mor¨¢n, entonces ministro de Asuntos Exteriores en el gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, se opon¨ªa rotundamente.
¡°Se trataba de un borrador del informe del Coronel William Heiberg, que hab¨ªa estado destinado en Bruselas, pero que no hab¨ªa contactado a ning¨²n funcionario espa?ol all¨ª para evitar dar la impresi¨®n de que Estados Unidos presionaba a Espa?a¡±, revela a EL PA?S el diplom¨¢tico, que en el bienio 1982-83 cursaba un faculty fellowship en la Universidad de Harvard. ¡°Despu¨¦s de leer el documento y dada su importancia como input para enriquecer la toma de decisi¨®n del Gobierno PSOE, se lo entregu¨¦ a cuatro personas de relieve en el Partido¡±.
Santos Aguado, ya jubilado, cuyo ultimo destino ha sido embajador en Qatar, hab¨ªa abandonado el PSOE en 1982 por su frontal discrepancia con la posici¨®n del partido sobre la OTAN. Durante su estancia acad¨¦mica en EE UU mantuvo frecuentes intercambios personales con los profesores Samuel Huntington, autor de Choque de Civilizaciones, Stanley Hoffman, Joseph Nye, Jorge Dom¨ªnguez y Juan Jos¨¦ Linz, en Universidad de Yale. ¡°Mi objetivo era difundir la transici¨®n democr¨¢tica espa?ola y enriquecer argumentario para cambiar la posici¨®n del PSOE, a favor de la entrada plena de nuestro pa¨ªs en la Alianza¡±.
A trav¨¦s de otro militar estadounidense, el coronel Frank Partlow, el diplom¨¢tico tuvo la oportunidad de permanecer durante un mes en la Universidad Nacional de Defensa, en Fort McNair, Washington D.C. Lo hizo en calidad de visiting fellow, invitado del centro encargado de desarrollar estrategias de seguridad nacional y pol¨ªticas de gobierno, y ¡°preparar a los l¨ªderes militares y civiles de los Estados Unidos y otros pa¨ªses para abordar mejor los desaf¨ªos nacionales e internacionales¡±. All¨ª tuvo acceso al documento del Pent¨¢gono.
"Ped¨ª permiso para poder usarlo y me pidieron cuatro d¨ªas para darme una respuesta. Finalmente, me lo dieron con varias condiciones: que yo hiciese correcciones y comentarios sobre el informe, que deber¨ªan mantenerse confidenciales", recuerda Santos. "Otra de las condiciones era que no hubiese la menor referencia a su contenido en ning¨²n medio de comunicaci¨®n durante un periodo de seis meses. Cuando estuviera finalizado, iban a imprimir unos 50 ejemplares como documento interno para ser distribuido a destinatarios elegidos dentro del Pent¨¢gono".
El diplom¨¢tico entreg¨® una copia a Nu?o Aguirre de Carcer, embajador en Washington, ¡°que se lo mand¨® por carta a Moran, que lo guard¨® en un caj¨®n¡±, Elena Flores, secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, Carlos Solchaga, ministro de Industria, y Juan Antonio Y¨¢?ez, director de Gabinete de Felipe Gonz¨¢lez que acompa?aba a Javier Solana, entonces Ministro de Cultura, a un Seminario en Harvard y luego a Toronto.
De vuelta a Madrid, parece ser que Y¨¢?ez redact¨® una nota sobre el Informe para Felipe Gonz¨¢lez, quien pidi¨® audiencia al Rey. Los expertos del gobierno socialista examinaron y debatieron el informe del coronel americano. En esos momentos, la postura m¨¢s doctrinaria dentro del gobierno socialista era la de ¡°OTAN: de entrada, no¡±, defendida por Fernando Moran, abiertamente en contra de la entrada en Espa?a en la Alianza. En su libro Una Pol¨ªtica Exterior para Espa?a despachaba el conflicto Este-Oeste escuetamente.
La aportaci¨®n le cost¨® cara a Santos. ¡°El equipo de Moran me consideraba un peligroso atlantista y me cortaron la Comisi¨®n de Servicio a partir de Febrero. Termin¨¦ la estancia en Harvard por mi cuenta¡±. Dolorido por esas tensiones orient¨® su carrera en otra direcci¨®n, m¨¢s aut¨®noma y vitalista.
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